Traci Ardren
Las
procesiones rituales tienen una extensa y rica historia en el área maya. Las de
hoy, con frecuencia en honor de un santo patrono, recurren a las prácticas
mayas más antiguas que incluían música, vestimentas y ofrendas de alimentos o
incienso. En el periodo Clásico, las calzadas mayas se emplearon como rutas
procesionales, un proceso peculiar en la antigua vida urbana.
Cada
otoño, en Mérida y en todo el territorio yucateco, las comunidades mayas se
reúnen en concurridas procesiones religiosas que parten de la catedral
principal. Vestidos con relucientes ropajes, músicos, sacerdotes y devotos de
toda condición participan en una importante celebración anual organizada por
los gremios para honrar y festejar a su santo patrono (fig. 2). Aunque estas
tradiciones tienen su origen en el catolicismo temprano, en todo el territorio
mexicano las procesiones religiosas modernas también cuentan con una historia
incluso más profunda: la de las procesiones rituales prehispánicas. Así como
los gremios modernos hacen un recorrido por las calles de Mérida que comienza y
termina en la catedral principal, el antiguo pueblo hacía recorridos rituales y
contaba con lugares específicos para efectuar sus procesiones sagradas. Algunos
de esos rasgos, como calzadas (llamados sacbé en maya, sac-beob en plural) y plazas, estaban imbuidos
de la misma pasión y dedicación espirituales que en las catedrales. Los sacbeob dentro de los límites del sitio, que
comunicaban plazas y estructuras rituales, son un claro ejemplo de cómo el
antiguo pueblo maya construía un espacio particular para escenificaciones
sagradas. Esos lugares determinaban la manera en que participaban en la vida
religiosa todos los que vivían en las antiguas ciudades mayas.
Las
procesiones en la sociedad maya
Casi
todos los pueblos de Yucatán tienen por lo menos uno o más gremios organizados
en torno a una ocupación o residencia compartidas, y estas agrupaciones
sociales patrocinaban elaboradas procesiones rituales para honrar a un santo
patrono. La historia de los gremios se origina a principios del siglo xvii,
cuando el catolicismo tuvo una presencia notable en la península y muchas
prácticas tradicionales mayas se incorporaron a la nueva tradición religiosa.
Documentos en lengua maya de la época colonial, como los Libros del Chilam Balam,
describen la relevancia de las procesiones en la sociedad maya. En esas
narraciones histórico-míticas, las procesiones a poblaciones importantes
ayudaban a consolidar los territorios de diversos linajes, así como a mantener
el orden del universo. Parece que estas historias –que al principio eran
relatos orales– fueron interpretadas, o actuadas, durante las procesiones hacia
las poblaciones y lugares mencionados en las historias. Como argumentó
recientemente Amara Solari, la presencia de piedras talladas prehispánicas a la
entrada del monasterio de San Antonio de Padua en Izamal, sugiere que los
peregrinos indígenas continuaron asociando este antiguo centro de poder con
rituales de la creación y mantenimiento del mundo, incluso durante los cambios
catastróficos del siglo xvii (Solari, 2013).
Un
manuscrito colonial yucateco conocido como El
libro de los cantares de Dzitbalché contiene
el siguiente fragmento acerca de los preparativos de una celebración para
recibir el año nuevo, el cual da una idea de la diversidad y la agitación de
una procesión: “Han llegado los músicos cantores, los bufones, danzantes,
contorsionistas, saltadores, corcovados y espectadores. Toda la población ha
llegado detrás de Ah Ahau Can para disfrutar de lo que ocurrirá en el centro de
la plaza de nuestra comunidad” (Barrera Vásquez, 1965) (fig. 1). Los códices
del Posclásico maya, principalmente el deDresde y el Madrid,
contienen valiosas representaciones de procesiones rituales, en especial los
rituales del portador del año que marcan la transición del año viejo al nuevo.
Estas ceremonias, que se efectuaban en los últimos cinco días del año viejo,
incluían una elaborada procesión de sacerdotes y sacerdotisas a lo largo de un
circuito ritual. Los participantes llevaban imágenes de dioses así como
diversas ofrendas a los marcadores de piedra situados en las entradas de su
población, y luego a las casas de los encargados de los rituales y por último
al templo en el centro del poblado. Algunas inscripciones en los códices indican
que esas procesiones eran una recreación ritual de los sucesos de la creación.
Un componente clave de la ceremonia era delimitar el espacio que definía el
mundo de los vivos. Hacer este recorrido con sustancias sagradas y en presencia
de los dioses era esencial para el ritual, y aun el número de pasos estaba
determinado. En el Códice de
Dresde, p. 35a, se muestra a Chaac, deidad de la lluvia, vistiendo una
capa adornada con huellas de pies y en otras ocasiones en procesión (fig. 3).
En
murales y vasijas de cerámica prehispánicos también se representan con gran
detalle procesiones rituales del antiguo pueblo maya. Los murales de Bonampak,
con sus músicos y bufones, son bien conocidos. En los murales del Clásico
Tardío de Chacmultún, Yucatán, además se representa una procesión de guerreros
y otros personajes; asimismo, los paneles grabados de X’telhu dan un indicio de
la riqueza de vestimentas y tocados, elementos esenciales en las procesiones
rituales (fig. 4). Algunas figuras en los paneles de X’telhu visten capas de
piel de jaguar, otras llevan cinturones de jade, tocados de serpiente emplumada
o cetros excéntricos de pedernal. Todos estos elementos exóticos refuerzan el
estatus de elite de los ejecutantes y recuerdan a los espectadores que la
oportunidad de realizar rituales sagrados era algo que sólo ciertos individuos
disfrutaban. Asimismo, al escenificar esta procesión, los celebrantes entendían
y consolidaban su noción de privilegio social.
Sacbeob
y procesiones
Hay
cientos de antiguas calzadas por toda la zona maya, principalmente en las
Tierras Bajas mayas del norte. Con frecuencia, esos caminos conducen desde el
centro de una antigua ciudad hasta un grupo arquitectónico relevante en el
exterior. También es frecuente que comuniquen dos espacios ceremoniales en el
centro de la ciudad o que vayan del centro hacia un importante aspecto natural
del paisaje. Los sacbeob se construyeron en el Preclásico
Medio, y algunos se conservaron en buenas condiciones después de la llegada de
los españoles, lo que indica que eran una parte fundamental de la manera en que
el paisaje fue manipulado y entendido a lo largo de la historia maya
prehispánica (Benavides, 1981).
Sin
duda, las calzadas tuvieron diversas funciones. Los especialistas sugieren que
se construyeron para facilitar el transporte habitual de la gente, el traslado
de bienes que efectuaban los comerciantes, el establecimiento o reforzamiento
de alianzas y fronteras políticas, el fortalecimiento de relaciones de
parentesco e incluso el control del agua. Estas explicaciones, aunque posibles,
pasan por alto el carácter de escenario de esas amplias avenidas pavimentadas.
En sus escritos acerca de la vida maya yucateca, el obispo franciscano del
siglo xvi Diego de Landa apuntó que las calzadas de la península fueron
utilizadas para realizar procesiones rituales por familias nobles y encargados
de los rituales que dirigían las ceremonias del portador del año. Los sacbeobfuncionaron como
senderos sagrados a lo largo de los cuales los encargados de los rituales trasladaban
imágenes de deidades y sustancias sacras dentro y fuera del centro de una
población, con lo que llevaban energía sagrada desde el templo hasta la
periferia y de regreso, en una forma de intercambio recíproco que recreaba cómo
la fuerza vital, ch’ulel,
fluía en el mundo.
Los
rituales de la época del contacto que Landa describió tenían su origen desde
hacía 1 500 años o más. Los primeros sacbeob en el área maya son del Preclásico y
por lo general son calzadas dentro del sitio que comunicaban escenarios en los
que se llevaban a cabo rituales, como plataformas o plazas. De hecho, esas
formas de arquitectura monumental aparecieron en centros mayas más o menos por
esa época, justo cuando las elites emergentes construyeron arquitectura
monumental pública para crear espacios centrales para la exhibición de su
estatus privilegiado. El diseño geomántico del sacbé 6 de Yaxuná se estableció a partir del
Preclásico Medio. Va de norte a sur, desde un templo hasta el centro del sitio,
donde está cubierto por arquitectura posterior. Esta misma orientación
norte-sur se utilizó en el Preclásico Tardío en el sacbé 3, el cual junto con el sacbé5 formó un kan o cruz, a lo largo de un eje
este-oeste (fig. 5).
En el
Preclásico, en Komchén se construyó un sacbé que iba de norte a sur y comunicaba
dos grandes plataformas rituales. En el Clásico, cuando los centros urbanos
adquirieron mayor complejidad, la concepción del sacbeob también se diversificó, pero los
caminos más cortos dentro de los límites del sitio que vinculaban importantes
áreas de escenificación siguieron siendo construidos y mantenidos; son bien
conocidos en sitios como Labná, Sayil, Ek’ Balam y Cobá (fig. 6). La
importancia de estos muy visibles escenarios continuó cuando en el Clásico los
dirigentes de la elite de los centros urbanos mayas se empeñaron en retener el
apoyo de sus pobladores mediante formas siempre más dramáticas de
escenificación ritual.
Las
escenificaciones ceremoniales en las escaleras de una pirámide o sobre una
ancha calzada entre templos ayudaron a crear la atmósfera excepcional que
existió dentro de las antiguas ciudades mayas. Esos rituales permitían a las
elites mostrar el acceso al poder sobrenatural que decían tener, y compartir
ese poder con la población. La participación en una colorida y exuberante
procesión, aun como espectador pero especialmente como participante, creó un
vínculo social entre los ciudadanos. Aunque esos rituales no estaban al alcance
de quienes vivían en áreas rurales, eran un elemento decisivo de la vida urbana.
El paisaje urbano acumuló riqueza espiritual y material mediante estas
procesiones, la cual se distribuyó entre todos los habitantes de la ciudad de
manera que no dependía de la palabra hablada o el texto.
Conclusión
Las
procesiones sagradas tienen una historia extensa y llena de vitalidad en el
área maya. Las calzadas para definir un circuito sagrado fueron una de las
primeras formas de arquitectura monumental en las ciudades mayas. Este tipo
particular de construcción se prolongó durante todo el periodo prehispánico y
posteriormente. Los desplazamientos rituales a lo largo de los sacbeob, en especial las
calzadas internas del sitio que comunicaban escenarios, permitieron el flujo de
fuerza vital, desde la fuente al receptor y viceversa. La presencia de los sacbeob en las ciudades mayas indica que la
vida urbana estaba compuesta, en parte, por experiencias rituales excepcionales
y escenificaciones sin paralelo en otros lugares del antiguo mundo maya.
Nota: Las ideas principales de este artículo fueron expuestas
previamente en una conferencia dictada en Dumbarton Oaks Research Library and
Collection (octubre de 2014).
Para
leer más…
Barrera
Vásquez, Alfredo, El libro de
los cantares de Dzitbalché, Investigaciones, núm. 9, inah, México, 1965.
Barrera
Vásquez, Alfredo, y Silvia Rendón, El
libro de los libros de Chilam Balam, fce, México, 1963.
Benavides
Castillo, Antonio, Los
caminos de Cobá y sus implicaciones sociales, inah, México, 1981.
Fray
Diego de Landa, Relación de
las cosas de Yucatán, ed. de Ángel María Garibay Kintana, Editorial
Porrúa, México, 1959.
Solari, Amara, Maya
Ideologies of the Sacred: The Transfiguration of Space in Colonial Yucatan,
University of Texas Press, Austin, 2013.
Traci
Ardren. Profesora y directora del Department of Anthropology en la University
of Miami. Ha dirigido exploraciones en Xuenkal y Yaxuná, Yucatán. Estudia la
manera en que las identidades sociales se comunican a través de objetos y
arquitectura. Autora de Social
Identities in the Classic Maya Northern Lowlands: Gender, Age, Memory, and
Place, de próxima aparición.
Tomado de Ardren, Traci, “Procesiones y sacbeob
de las Tierras Bajas del norte en el Clásico maya”,Arqueología
Mexicana núm. 132,
pp. 22 – 27.
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