jueves, 24 de noviembre de 2016

La flor de loto blanco


Según la antigua cosmogonía maya, la ingestión de hongos permite al chamán el acceso al mundo de Chac para controlar la lluvia desde allá. Al parecer, la religión maya fue compleja y estratificada y tuvo distintos sacerdotes con diferentes tareas a su cargo. Los encargados de las interacciones chamánicas fueron los ah men o chilam. El sacerdote usaba el éxtasis y las practicas adivinatorias como forma predilecta para comunicarse con las fuerzas vitales de la naturaleza y para convertirse en la personificación del maíz o de la lluvia. El nenúfar o flor de loto blanco, que se usó como alucinógeno y llegó a ser símbolo de linaje, aparece frecuentemente en los tocados de los gobernantes mayas. Este nenúfar también fue considerado como un eslabón en una cadena de fertilidad: los peces de los estanques y los ríos se alimentaban de esta planta y esa agua fertilizaba el suelo. Lo que a su vez permitía el crecimiento del maíz. El loto blanco también fue un símbolo de la muerte y en las representaciones escultóricas se le ve emergiendo de las parte del cuerpo asociada a los sentidos, tal vez para enfatizar los efectos psicotrópicos de la planta. En el Códice de Dresde el dios Chac arranca esa flor blanca del agua.

Tomado de Manuel Aguilar, “Etnomedicina en Mesoamérica”, Arqueología Mexicana núm. 59, pp. 26-31.

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