Ann Cyphers
La Ofrenda 4, que fue localizada en
la gran capital olmeca de La Venta, Tabasco, es una de las primeras
representaciones de una procesión en Mesoamérica. Consta de 22 objetos, de los
cuales 16 son figuras humanas y 6 tienen la forma de hachas delgadas con cortes
longitudinales, con esgrafiado. Todas las piezas son pequeñas pues la altura de
las figuras no rebasa los 20 cm y la altura máxima de las hachas es de 25.5 cm.
Se labraron en distintas piedras verdes, cuyas tonalidades son verde, gris y
casi negro. Todas las figuras presentan un buen pulimento salvo una.
Las figuras humanas son
representaciones de hombres de pie, con las piernas ligeramente flexionadas y
los brazos a los lados del cuerpo. La poca indumentaria que portan,
principalmente el taparrabo, no ayuda a determinar su papel social. Su aspecto
es típicamente olmeca por el tipo de deformación cráneo-facial que presentan,
es decir, la cabeza luce alargada y la parte posterior es aplanada; los ojos
rasgados son oquedades en las que pudieron haberse colocado incrustaciones. Sin
excepción, todas tienen la boca abierta, generalmente con las comisuras hacia
abajo. Por los vestigios de pigmento rojo que muestran en la superficie, es
probable que hayan sido frotadas con un mineral ferroso pulverizado con el fin
de añadir connotaciones sagradas.
No se observan grandes diferencias
entre la mayoría de las figuras, ya que 13 de las 16 portan un taparrabo, 9
muestran mutilación dentaria y solamente hay pequeñas variaciones en la
ubicación del pigmento rojo. No llevan tocados que indiquen posición social y
cargo, tampoco cargan objetos ceremoniales. Sólo dos figuras, la central y la
principal, destacan por la calidad de su hechura y el material en el que se
tallaron, lo que indica alguna relación jerárquica, aunque no muy desigual, respecto
a las demás.
La ofrenda fue encontrada en el
Complejo A, un conjunto arquitectónico de carácter mortuorio compuesto por seis
plataformas bajas y un patio hundido con un muro perimetral. Se colocó después
de depositar una gran ofrenda compuesta de bloques de serpentina, la cual fue
tapada con un relleno y dentro de éste se cavó la pequeña fosa en la que se
depositó la Ofrenda 4. No se sabe con seguridad cuándo fue depositada, aunque
la tercera fase constructiva, a la cual pertenece, debió realizarse después de
600 a.C. En vista de que la fosa fue tapada con tierra distinta de las arenas
café rojiza y blanca que se encuentran en su interior, se ha propuesto que los
olmecas conservaron el recuerdo del lugar exacto de su sepultura, por lo que
pudieron destaparla parcialmente años después de su enterramiento con el único
fin de asomarse a ver la escena procesional.
Dentro de la fosa se colocaron las
hachas en forma vertical para que parecieran estelas o columnas, las cuales
delimitan la escena por el lado este y sureste, mientras que por el lado oeste
esto se logró con algunas figuras humanas dispuestas en semicírculo. La línea
de estelas-hachas es semejante al alineamiento de grandes estelas que se
encontraron frente a la Gran Plaza de La Venta, el cual corresponde a una etapa
constructiva posterior; esto hace suponer que la ofrenda pudo haber sido un
modelo o arquetipo para espacios posteriores en los que se congregaban las
personas para presenciar importantes ceremonias.
La figura central de la escena está
parada frente a la línea de hachas-estelas y una procesión de cuatro figuras
parece avanzar, en dirección norte-sur, delante de ella, hacia una figura
principal que, por su belleza y aspecto, domina la ofrenda. Las otras 10
figuras humanas parecen atestiguar la procesión: seis de ellas ven hacia la
figura principal y las otras cuatro ven a la figura central, de pie frente a
las hachas-estelas.
El significado de la Ofrenda 4 sigue
siendo enigmático. Es un ejemplo del importante papel que tuvo la escenificación
en la vida olmeca, la cual era una manera de reproducir la historia del pueblo
y los hechos míticos que formaban parte de su cosmovisión. Llama la atención el
tamaño de las figuras masculinas en relación con el de las hachas-estelas. Si
todas las piezas fueron representaciones fieles de estelas y seres humanos,
entonces se esperaría una proporción muy distinta a la que se tiene en la
ofrenda, ya que las figuras humanas son proporcionalmente muy grandes. Esta
proporción parece señalar la estatura épica de los participantes en la escena;
es una manera de dar una calidad mítica a la escena que se reprodujo en piedras
semipreciosas. Otra manera es el enterramiento en el Complejo A, el cual sitúa
la escena simbólicamente en el inframundo, hogar de los gobernantes
ancestrales. Por ello, la fosa en la que se depositó la ofrenda simboliza una
entrada a la región de los muertos.
Todas estas características indican
que se trata de la reproducción en miniatura de un hecho de gran envergadura
relacionado con un poder considerable y que se llevó a cabo en un espacio
sagrado. Aún se desconoce si muestra una procesión de nobles, sacerdotes,
guerreros o seres míticos, o si hace referencia a un rito de cambio de
gobierno, un hecho histórico que, al paso del tiempo, se elevó a legendario.
Para leer más…
Drucker, Philip, Robert F. Heizer y Robert J. Squier, Excavations at La Venta, Tabasco,
1955, Bureau of American Ethnology, Bulletin 170, Smithsonian Institution,
Washington, D.C., 1959.
Gillespie, Susan D., “The architectural history of La Venta Complex A: A
reconstruction based on the 1955 field records”, informe presentado a famsi, http://www.famsi.org/reports/07054/, 2008.
Magaloni Kerpel, Diana, y Laura
Filloy Nadal (coord.), La
Ofrenda 4 de La Venta: Un tesoro olmeca reunido en el Museo Nacional de
Antropología. Estudios y catálogo razonado, inah, México, 2013.
Ann Cyphers. Investigadora del
Instituto de Investigaciones Antropológicas de la unam. Especialista en el
periodo Preclásico y, en particular, en la cultura olmeca.
Tomado de Cyphers, Ann, “La Ofrenda
4 de La Venta, Tabasco“, Arqueología
Mexicana núm. 131, pp. 40 –
41.
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