Autor: Stanislaw Iwaniszewski
No existe evidencia
alguna de que los mayas antiguos utilizaran un calendario formal basado en las
fases de la Luna, a la manera de los chinos, sumerios, babilonios o hebreos
antiguos. Sin embargo, durante el Clásico los mayas emplearon un complejo
sistema de contar los meses lunares asociado a las fechas escritas en la
llamada cuenta larga. Ideada ésta para calcular y representar el tiempo, los
mayas pronto se dieron cuenta de que el mismo sistema podía servir para los
cálculos astronómicos.
Cuando los primeros españoles llegaron a la península de
Yucatán, observaron que los mayas contaban el tiempo utilizando el ciclo de las
fases lunares. En su Relación
de las cosas de Yucatán el
obispo Diego de Landa notó que:
Tienen su año perfecto como el nuestro, de 365 días y 6 horas.
Divídenlo en dos maneras de meses, los unos de a 30 días que se llaman u’,
que quiere decir luna, la cual contaban desde que salía hasta que no parecía.
Otra manera de meses tenía de a 20 días, a los cuales llaman winal jun
ek’eh.
La información que recogió Landa indica que los mayas tuvieron
dos maneras de contar el tiempo. Primero, los mayas de Yucatán utilizaron el
concepto del año para medir el tiempo. El año común o civil conocido como haab’, constaba de 365 días y
se dividía en 18 periodos de 20 días cada uno, más los 5 días agregados al
final del año. Los periodos de 20 días fueron llamados winal jun ek’eh. Su
significado no está muy claro, aunque según los diccionarios coloniales la
palabra winal se traduce como el “mes antiguo de 20
días” y la palabra jun como “uno, una vez”.
La otra manera consistió en contar las lunas. El mes lunar
conocido como u’, o uh, “Luna” en maya yucateco,
iniciaba con la primera aparición de la Luna creciente en el cielo vespertino y
duraba hasta el momento de su desaparición. Igual que muchos pueblos
norteamericanos, los mayas de Yucatán contaban las lunas visibles de un ciclo,
sin prestar mucha atención a los periodos de su invisibilidad. Los meses
lunares se contaban desde la primera aparición de la Luna creciente en el cielo
vespertino hasta la siguiente, por lo tanto esta definición se acerca al
concepto moderno del mes sinódico, que describe el ciclo de las fases de la
Luna. Su duración es de poco más de 29.53 días.
Las series lunares
entre los mayas
No existe evidencia alguna de que los mayas antiguos utilizaran
un calendario formal basado en las fases de la Luna, a la manera de los chinos,
sumerios, babilonios o hebreos antiguos. Sin embargo, durante el Clásico
(250-900 d.C.) los mayas emplearon un complejo sistema de contar los meses
lunares asociado a las fechas escritas en la llamada cuenta larga. Ideada ésta
para calcular y representar el tiempo, los mayas pronto se dieron cuenta de que
el mismo sistema podía servir para los cálculos astronómicos. Así, la fecha de
cuenta larga asociaba una cierta cantidad de días transcurridos desde la fecha
cero con un día específico del ciclo de 260 días, del ciclo del haab’, y con el ciclo lunar.
Esta cláusula, conocida como series lunares –que contiene seis
glifos denominados E, D, C, X, B y A por Sylvanus Morley y E. Willys Andrews–,
sigue la cuenta larga. Morley inicialmente sugirió que los glifos funcionaron
para algún tipo de cuenta lunar, basándose en la forma visual ya que algunos
glifos tenían la forma de la Luna; sin embargo, fue John Teeple quien logró
descifrar el significado astronómico de la cláusula. Los estudios posteriores
de los epigrafistas confirmaron su descubrimiento. Primero Barbara MacLeod,
luego Linda Schele, Nikolai Grube y Federico Fahsen establecieron que el glifo
D se lee huli, “llegó”,
indicando el número de días transcurridos desde que la Luna aparece en el
cielo. Esta expresión describe el momento de la primera aparición del creciente
de la Luna en el cielo vespertino, después del periodo de su invisibilidad, aunque
a veces también puede referirse al momento del novilunio astronómico. El glifo
E se suma al glifo D para denotar que se pretende registrar la edad de la Luna
igual o superior a 20 días. El glifo E significa simplemente “veinte”.
El glifo C viene acompañado de seis coeficientes numéricos y
consta de tres variantes de cabeza: de una mujer joven, posiblemente la diosa
de la Luna, del dios Jaguar del Inframundo y de un cráneo. Su forma básica
representa una mano que se lee k’al, “atar” o “cerrar”, indicando
que se ataron o cerraron un cierto número de lunaciones. La secuencia de las
variantes de cabeza era fija durante el Clásico Tardío, cada una fue asociada
con los números del 1 a 6, y por tanto se representaban en total 18 meses
distintos. Según John H. Linden, Linda Schele, Nikolai Grube, Federico Fahsen y
Juan Ignacio Cases, el glifo C indica la posición que ocupa el mes en un ciclo
mayor de 18 lunaciones. Recientemente, Gerardo Aldana atribuyó la creación de
esta secuencia fija a cambios políticos y al derecho de usar los gobernantes
mayas el título de kaloomte’.
Es probable que el glifo X represente el nombre del mes lunar
fijado por el glifo C. El glifo X tiene una forma sumamente variable y hasta la
fecha no se han identificado sus 18 variantes hipotéticas, aunque Jens Rohark
demostró que su forma depende del coeficiente numérico del glifo C y de las
tres variantes de cabeza del mismo glifo. Es posible que cada una de las 18
diferentes lunaciones portara su nombre particular, tal como lo sugiere el glifo
B, que sigue al glifo X y que se lee comouch’ok k’ab’a, “su nombre
joven”, o como uk’uh k’ab’a,
“su nombre sagrado”. Esto sugiere que el glifo B se refiere a que el glifo X es
el nombre de uno de los 18 meses lunares indicados por el glifo C.
Finalmente, el glifo A proporciona la información acerca de la
duración del mes lunar. Según el glifo A, el mes lunar siempre registra 29 o 30
días, escrito winaak bo- lon,
“veintinueve” o winak lajuun,
“treinta”, respectivamente. Debido a que los escribas mayas empleaban sólo
números enteros, la duración del mes lunar puede tener 29 o 30 días.
En suma, las cláusulas de las series lunares mayas expresaban:
“tantos días pasaron desde cuando (la Luna) apareció (en el cielo), el presente
mes es el número ‘x’ (una de las 18 lunaciones diferenciadas), su nombre
(joven) es el glifo X, su duración será de 29 o 30 días”. Durante el Clásico
Tardío (600-900 d.C.) en las series lunares se registraron 18 meses lunares
diferenciados, a los cuales se agregó el glifo A, que podía tener 29 o 30 días.
Por lo tanto, teóricamente se registraban 36 lunaciones diferenciadas, aunque
en la práctica su número fue más reducido.
Iwaniszewski, Stanislaw, “Los ciclos lunares y el calendario
maya”, Arqueología Mexicana núm. 118, pp. 38-42.
• Stanislaw Iwaniszewski.
Doctor en antropología por la UNAM. Profesor-investigador del posgrado en
arqueología en la ENAH, INAH.