Autor: Rafael Cobos
En el Cenote
Sagrado se han llevado a cabo dos periodos de investigación subacuática que han
permitido la recuperación de abundantes materiales culturales, los cuales
confirman el uso ceremonial, en especial para rituales de sacrificio, del
cenote más importante de Chichén Itzá, principalmente durante el Clásico y el
Posclásico.
Uno de los rasgos más distintivos de Chichén Itzá son los
cenotes, y entre ellos destaca, en el centro de esta antigua ciudad, el Cenote
Sagrado, también conocido como Cenote de los Sacrificios o cenote Chenkú. Éste
se encuentra al final de la Calzada 1, aproximadamente 300 m al norte del
Castillo, la estructura principal de Chichén Itzá. El cenote tiene 60 metros de
diámetro y el espejo de agua se encuentra a 22 m; la máxima profundidad del
cenote es de 13.50 metros.
La Relación de
las cosas de Yucatán es uno
de los documentos históricos del siglo xvi en que se alude al Cenote Sagrado.
Su autor, el obispo Diego de Landa, consignó que a él se arrojaban personas
vivas y diversos objetos, prácticas que los mayas continuaron realizando hasta
el momento del contacto con los españoles, quienes impusieron un nuevo orden
social, político, económico e ideológico.
Durante el siglo XIX, el Cenote Sagrado fue visitado por un gran
número de viajeros y exploradores, quienes se maravillaron no sólo por sus
dimensiones sino también por el hecho de que siviera para realizar sacrificios
humanos. Estas visitas a Chichén Itzá produjeron numerosas descripciones, entre
las que destacan las de Benjamin Norman y John L. Stephens. De acuerdo con
Norman, la orilla del cenote pudo haber sido el lugar donde los antiguos
caciques mayas susurraron palabras de amor a sus prometidas. Para Stephens, el
cenote fue un punto de peregrinaje relacionado con el sacrificio humano y con
ritos “supersticiosos”. A finales del siglo XIX, tomando en consideración tanto
la función que Stephens le asignó como las descripciones del obispo Landa, el
cenote fue reconocido como un lugar en donde se realizaban sacrificios, y se
convirtió en el foco de investigaciones subacuáticas que comenzaron en 1882 y
concluyeron en 1968.
Esas investigaciones pueden dividirse en dos periodos. El
primero abarca de 1882 a 1909 y fueron realizadas por viajeros y exploradores,
es decir, aficionados a la arqueología. El segundo comenzó en 1961 y concluyó
en 1968, y se caracterizó por la intervención de arqueólogos y por
procedimientos de estudio más sistemáticos.
1882-1909
En el primer periodo se efectuaron dos estudios. El primero de
ellos estuvo a cargo del explorador francés Désiré Charnay, quien en 1882
intentó dragar el cenote utilizando una máquina Toselli de sondeo automático,
que constaba de un cucharón tipo almeja. Este cucharón es la parte recolectora
y se asemeja a dos grandes valvas que se cierran automáticamente al hacer
contacto con los objetos. Sin embargo, la máquina Toselli empleada por Charnay
no tuvo éxito debido a que el suelo del cenote, por debajo del agua, es muy
disparejo, además de que hay una gran cantidad de piedras y troncos de árbol
que forman parte de la gruesa capa de sedimento. Por lo tanto, el objetivo de
Charnay de recuperar objetos del cenote resultó infructuoso y pronto desistió
de sus intentos.
A principios del siglo XX, el Cenote Sagrado fue de nueva cuenta
objeto de estudio y en esta ocasión correspondió al norteamericano Edward
Thompson explorarlo por medio de una draga. Entre 1904 y 1907, Thompson se
dedicó al dragado sistemático y encontró vasijas cerámicas, piezas de jade,
obsidiana, cristal de roca, caracol y concha, piedra caliza, pedernal, madera,
tumbaga, oro, textiles y restos esqueléticos que fueron ofrendados al cenote.
En 1909, y debido al éxito obtenido con el dragado, Thompson cambió de técnica y
utilizó el buceo con escafandra. Las inmersiones en las aguas del Cenote
Sagrado también fueron exitosas, pues continuaron recuperándose objetos y
restos óseos, cuyo destino final fue el Museo Peabody, en Cambridge, Estados
Unidos. Esta institución patrocinó las investigaciones de Thompson en Chichén
Itzá hasta 1909, año en el cual concluyeron.
Cobos, Rafael, “El Cenote Sagrado de Chichén Itzá, Yucatán”, Arqueología Mexicana núm. 83, pp. 50-53.
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Rafael Cobos. Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Yucatán.
Doctor por la Universidad de Tulane, Nueva Orleáns. Realiza investigaciones en
la costa norte de Yucatán.
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