Autor: Carl J. Wendt
La exploración,
extracción y refinación del petróleo son algunas de las actividades económicas
más relevantes del México actual; sus raíces se remontan a los olmecas, quienes
fueron “los primeros petroleros”. Se sabe que utilizaron el chapopote para
sellar acueductos y embarcaciones, como decoración de figurillas y en mangos de
cuchillos, y como material de construcción.
Los olmecas fueron los primeros mesoamericanos en recoger y
procesar el petróleo que brotaba de los yacimientos naturales (comúnmente
llamado chapopote, asfalto o betún), así como en utilizarlo para la
ornamentación y sellado, como pegamento y en otros usos aún desconocidos. Entre
los olmecas, el chapopote era usado para sellar acueductos de basalto y las
embarcaciones; como decoración de figurillas y en mangos de cuchillos; y como
material de construcción, pues se utilizaba como recubrimiento de pisos, y tal
vez de muros y techos.
Gran parte del comercio regional, la comunicación, el transporte
y la subsistencia de los olmecas se hacía por vías acuáticas (Ortiz Pérez y
Cyphers, 1997), y por ello era crucial que sus embarcaciones fueran eficientes;
es por esto que el uso más importante del chapopote estaba relacionado con el
sellado de las embarcaciones.
El chapopote
El chapopote es el remanente de ciertos aceites crudos luego de
la eliminación de sus componentes volátiles; en términos químicos, es una
mezcla de hidrocarbonos naturales complejos y elementos oxidantes. El chapopote
brota espontáneamente de yacimientos ubicados en la planicie costera del Golfo
de México o mar adentro. En la zona olmeca, los yacimientos de chapopote se
concentran solamente en las zonas bajas del este, que incluyen los sitios de
San Lorenzo, Veracruz, y La Venta, Tabasco. En estos lugares, el chapopote se
recogía directamente de los yacimientos, de la superficie del agua de ríos y
estanques, o bien como nódulos arrastrados por el mar hasta las playas.
Algunos hidrocarbonos del chapopote pueden utilizarse como
biomarcadores moleculares y nos sirven como “huellas digitales” del material,
al hacer la cromatografía de gas y la espectroscopía de masa (gc/ms, por sus
siglas en inglés) (Guzmán Vega et al., 2001). Estos análisis de gc/ms de los
yacimientos y el chapopote arqueológico de unos cuantos sitios olmecas
(patrocinados por la Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies
Inc., famsi) nos muestran que los olmecas recogían chapopote de diversos
yacimientos locales bien diferenciados (Wendt y Shan Tan Lu, 2006). Análisis
recientes muestran que las comunidades olmecas fueron parte de diferentes redes
de abasto, lo cual refleja sistemas regionales complejos de intercambio e
interacción. Sitios como San Lorenzo, por ejemplo, tienen chapopote
arqueológico químicamente semejante, procedente de distintos yacimientos, lo
cual indica la presencia de al menos tres redes de intercambio regionales
diferentes. Estos patrones podrían indicar también cierto grado de autonomía en
el abasto del chapopote, obtenido por particulares en los yacimientos para
satisfacer necesidades personales o colectivas.
Traducción Elisa
Ramírez
Wendt, Carl J., “Los olmecas. Los primeros petroleros”, Arqueología Mexicana núm. 87, pp. 56-59.
• Carl J. Wendt. Doctor en antropología por la Universidad Estatal
de Pennsylvania y profesor asistente en el Departamento de Antropología de la
Universidad Estatal de California, Fullerton.
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