Autor: Eduardo Merlo Juárez
La ciudad sagrada
de Cholula enseñoreaba una extensa región de Mesoamérica que la reconocía como
meta obligada de peregrinación. Esa calidad se reflejaba en la grandeza y
esplendor de sus templos, palacios y edificios cívicos. Los conquistadores se
admiraron de su tamaño y calidad, superiores a la de algunas ciudades europeas.
La emoción que causó a los conquistadores europeos la gran
ciudad de Cholula quedó plasmada en los comentarios que los testigos directos
de este acontecimiento nos dejaron; el propio Cortés escribió al rey en 1522:
“Esta ciudad de Churultecal está asentada en un llano, y tiene hasta veinte mil
casas dentro, en el cuerpo de la ciudad, y tiene de arrabales otras tantas. Es
señorío por sí y tiene sus términos conocidos; no obedece a señor ninguno...”
(Cortés, 1969, p. 37).
Desde el santuario de Nuestra Señora de los Remedios, construido
en la cima de la antiquísima pirámide –la mayor del mundo–, que es realmente lo
que une a las dos poblaciones herederas de la riqueza cultural, que hoy se
llaman San Pedro y San Andrés, uno puede imaginarse sin dificultad esa grandeza
y extensión. Si a simple vista el extremeño calcula en total 40 000 casas,
entonces estaríamos hablando de más de 100 000 habitantes. Sigue diciendo:
“Esta ciudad es muy fértil de labranzas porque tiene mucha tierra y se riega la
más parte de ella, y aun es la ciudad más hermosa de fuera que hay en España,
porque es muy torreada y llana, y certifico a vuestra alteza que yo conté desde
una mezquita cuatrocientos treinta y tantas torres en la dicha ciudad, y todas
son de mezquitas” (ibid.). Ciertamente fue una ciudad “muy torreada”,
porque teniendo sus palacios y casas únicamente un nivel, permitían admirar los
basamentos piramidales que no debieron ser de gran altura, pero sí para
apreciarse desde esa eminencia.
Otros relatos del
siglo XVI
Por su parte, el soldado veraz, Bernal Díaz, se expresa con la
misma admiración de la ciudad y ratifica:
Tenía aquella ciudad en aquel tiempo tantas torres muy altas,
que eran cúes y adoratorios donde estaban sus ídolos, especial el cú mayor, era
de más altor que el de México... y tenía otros patios para el servicio de los
cúes. Según entendimos, había allí un ídolo muy grande, el nombre de él no me
acuerdo; más entre ellos se tenía gran devoción y venían de muchas partes a
sacrificarle y a tener como a manera de novenas, y le presentaban de las
haciendas que tenían. Acuérdome, cuando en aquella ciudad entramos, que desde
que vimos tan altas torres y blanquear, nos pareció el propio Valladolid (Díaz
del Castillo, 1979, vol. I, p. 164).
Merlo Juárez, Eduardo, “Cholula, la Roma de Mesoamérica”, Arqueología Mexicana núm. 115, pp. 24-30.
• Eduardo Merlo Juárez.
Investigador del INAH, egresado de la ENAH y de la UNAM. Actualmente es
coordinador de arqueología en el Centro INAH Puebla. Es cronista oficial de
Cholula
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