Jesús Jáuregui y Laura Magriñá
Los coras han logrado
conformar un evangelio propio y original, es decir, un conocimiento sobre la
vida y doctrina terrestre de Jesucristo. La celebración de la Judea anuncia la
temporada de lluvias, está vinculada con ritos de fertilidad y en su
escenificación se conmemora la muerte de Cristo, la cual, para la religión
nayarita es, ni más ni menos, el colapso periódico del Sol.
El estudio etnológico de las
culturas indígenas del Gran Nayar comenzó en la última década del siglo XIX y
en la primera del siglo XX gracias a Carl Sofus Lumholtz (1851-1922), Léon
Diguet (1859-1926) y Konrad Theodor Preuss (1869-1938). Entre los principales
logros de estos pioneros está el haber planteado la existencia de una región
cultural coherente integrada por coras, huicholes, tepehuanes del sur,
tepecanos y mexicaneros; el haber encontrado un culto nativo plenamente vigente
en las ceremonias denominadas “mitotes”, con templos de indudable tradición
amerindia y, finalmente, en haber constatado la existencia de una vertiente
religiosa vinculada a los templos católicos, en la que se logró la adecuación
de elementos cristianos a partir de una matriz aborigen.
El simbolismo de la escalera del Sol
había sido esclarecido en lo fundamental por estos etnólogos clásicos. “Los
templos son una imagen del cosmos, al igual que las pirámides escalonadas que,
a veces, se encuentran en los adoratorios de los dioses, especialmente en los
templos del dios del Sol, y que simbolizan el ascenso y descenso del sol en el
cielo” (Preuss, 1998, p. 196). “La escalera significa viaje; cada grada una
etapa de la jornada” (Lumholtz, 1986, p. 96). En una imagen, obtenida en 1897
por Diguet, de un complejo arquitectónico tukipa se destaca que el xiriki (adoratorio-habitación) del Sol, a
diferencia del correspondiente al fuego, presenta una base piramidal entre la
puerta y el suelo (Diguet, 1899).
Esta concepción fue confirmada por
investigadores posteriores. Según Zingg, “…representaba la escalera que le sirvió
al padre-Sol para salir del mar cuando nació. La mitología revela que
Kauy[u]máli construyó la primera imumui [escalera] para que el padre-Sol
pudiera salir del mundo subterráneo trepando por ella” (1982, II, p. 311). Los
“…cinco escalones […] representan los cinco planos cosmológicos a través de los
cuales debe ascender el Padre Sol” (Furst y Scott, 1975, p. 18). En ocasiones
la escalera cósmica se presenta con seis o siete escalones, lo cual remite a
unas de las transformaciones del cosmograma nativo.
Cien años después, este simbolismo
de la pirámide se mantiene vigente en el Gran Nayar. En la mañana de navidad de
1996, encontramos en la ribera izquierda del río San Pedro (Ja’ate, en cora),
frente a la comunidad de San Juan Corapan (Kura’apa) una pequeña pirámide
esculpida con arena. Su elaboración con materiales efímeros no impide que se
constate su relación con el solsticio de invierno, correspondiente al
nacimiento mítico del Sol-Jesucristo. En 2003, durante el proceso ritual
correspondiente al equinoccio de primavera en la comunidad de Tuxpan de Bolaños
(Tutsipa), el Sábado de Gloria fue abierto el pozo (teparipa),
excavado bajo la cruz atrial, en el que están enterradas las deidades
“delicadas”, para que sus efigies fueran limpiadas y renovadas con los adornos
correspondientes (Jáuregui y Jáuregui, 2005). Entre otras apareció la escultura
en barro del Sol con sombrero desmontable y su escalera (imumui),
elaborada de madera de palo Brasil. Esta pirámide corresponde a las rampas
fabricadas a partir del tronco de un árbol, cuya base bifurcada permite el
afianzamiento para el ascenso.
“La escalera del Padre Sol en la
Judea de los coras”, Arqueología
Mexicana, núm. 85, pp. 69-74.
• Jesús Jáuregui. Doctor en ciencias
antropológicas. Investigador del INAH y miembro del SNI. Sus principales áreas
teóricas son la antropología estructural, el folklore, el simbolismo y el
ritual. Se especializa en el Occidente de México.
• Laura Magriñá. Licenciada en etnohistoria por la
ENAH y maestra en ciencias antropológicas por la UAM-Iztapalapa; prepara su
tesis doctoral en la Universidad Iberoamericana. Especialista en la
etnohistoria de los coras y en los procesos misionales del Occidente
novohispano.
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