jueves, 24 de noviembre de 2016

Navajas de obsidiana mesoamericanas. Una herramienta perfecta


Kenneth Hirth
Las navajas de obsidiana se produjeron usando una tecnología compleja y sofisticada. Esta tecnología originada en Mesoamérica es un ejemplo magnífico de cómo la civilización puede desarrollarse y mantenerse cuando emplea herramientas de piedra de alta precisión como las navajas de obsidiana.
Cuando Cortés desembarcó con su pequeña tropa de soldados en las costas de Veracruz en 1519, se topó con el vasto y poderoso imperio mexica. Los conquistadores españoles se maravillaron del tamaño de las ciudades mexicanas del Altiplano, la riqueza de los mercados mesoamericanos y el valor de los soldados mexicas. El rasgo más singular de la civilización azteca, al comparársele con las grandes civilizaciones del mundo antiguo, es que se trataba de una sociedad de la Edad de Piedra. En tanto que las de Sumeria, China, Egipto y Grecia desarrollaron sin excepción complejas tecnologías que usaron el bronce y el hierro, la antigua Mesoamérica no lo hizo. La metalurgia de cobre y bronce era conocida en el México antiguo, pero se le empleaba más para joyas, cascabeles y ornamentos que para herramientas o armas cortantes. En Mesoamérica las herramientas de piedra por lo general se hacían de obsidiana. La cuestión es si esto representa un ejemplo de un proceso inacabado o es resultado de haber encontrado la solución perfecta a las necesidades cotidianas de una próspera sociedad antigua.
La obsidiana es un vidrio volcánico que en todas las culturas antiguas fue muy apreciado ya que con él podían obtenerse objetos de filos cortantes. Cualquiera que se haya cortado con un vidrio sabe cuán filosos son esos bordes. Los pueblos prehispánicos reconocieron el valor de la obsidiana y desarrollaron una tecnología para la producción masiva de una herramienta única: navajas de doble borde. Una vez desarrolladas, las navajas de obsidiana de doble borde se convirtieron en la herramienta cortante por excelencia en el México antiguo. El borde de una navaja de obsidiana recién hecho es el borde cortante más afilado que los humanos pueden crear, más afilado incluso que los modernos escalpelos quirúrgicos. Estas navajas eran mejores que las de metal para muchas tareas de corte e impidieron que la metalurgia se convirtiera en una tecnología importante.
La navaja de obsidiana: una tecnología única
Durante los pasados 200 años los arqueólogos han empleado las categorías de Edad de Piedra, Edad de Bronce y Edad de Hierro para clasificar el desarrollo cultural. Aunque inexacta técnicamente, esta estructura ha moldeado nuestras concepciones acerca de los avances evolutivos y el cambio tecnológico: grupos con tecnologías de la edad de hierro y bronce se conciben a menudo como más adelantados que aquellos que usaron herramientas de piedra. La producción de navajas de sílex y pedernal se remonta en Europa al Paleolítico Superior, cuyos filos cortantes ayudaban en la cacería y la cosecha hace más de 16 000 años. La eficiencia de una navaja sobre una simple lasca fue ampliamente reconocida por los antiguos pobladores y la tecnología para su fabricación se difundió por el Viejo y el Nuevo Mundo. Asimismo, el comercio de obsidiana favoreció la integración del oriente del Mediterráneo durante el Neolítico y proporcionó la tecnología para las culturas tempranas de la Edad de Bronce.
Muchas culturas antiguas han elaborado navajas o empleado obsidiana para satisfacer sus necesidades de herramientas. Sólo unas pocas, como las del oriente del Mediterráneo, las hicieron de obsidiana, y aquellas que las fabricaron lo hicieron mediante percusión, utilizando un punzón o un mazo de piedra. Lo que hizo única la tecnología mesoamericana es que las navajas de obsidiana se elaboraron de manera distinta, por presión en lugar de percusión. Esto permitió a los artesanos producir afiladas navajas muy delgadas, a las que era posible poner un mango para manipularlas y producir así herramientas compuestas que iban desde armas (macuáhuitl) hasta simples cuchillos. Su tamaño se estandarizó para facilitar el reemplazo de las navajas usadas por otras nuevas cuando los bordes perdían filo. La delgadez de las navajas permitía a los artesanos obtener el máximo de bordes cortantes que podían producirse a partir de una determinada cantidad de piedra. En un medio cultural donde cualquier carga se trasladaba sobre la espalda de hombres, la capacidad de economizar en el peso de las cargas era un incentivo importante para estimular el comercio interregional.
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Hirth, Kenneth, “Navajas de obsidiana mesoamericanas. Una herramienta perfecta”, Arqueología Mexicana núm. 130, pp. 46 – 51.

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