Mary Miller
La historia del
descubrimiento de Bonampak no se remite solamente a un descubrimiento; se
refiere también a la atención que los medios de comunicación modernos enfocaron
sobre los mayas, ya que fue el primer gran descubrimiento en México y Guatemala
después de la Segunda Guerra Mundial, y es, además, una historia cuajada de
intrigas internacionales, reclamos y adjudicaciones, y profusa cobertura
periodística.
¿Importa quién nos despertó el
interés actual por Bonampak, Chiapas, o que el primero en llegar a este sitio
hubiera sido europeo, estadounidense o mexicano? Todos concuerdan en que los
lacandones conocían el sitio y tal vez habían hablado de él a otros viajeros
antes de 1946. Tampoco importa que el primero en pisar la Estructura 1 o en ver
los murales, hoy tan famosos, haya sido Carlos Frey o Giles Healey.
En muchos casos los nombres y
circunstancias de los descubrimientos modernos se desvanecen rápidamente en el
olvido (¿alguien anotó el nombre de los campesinos que vieron por primera vez
indicios de los guerreros de terracota de Xi’an?). En otras ocasiones sucede lo
contrario: el nombre de Howard Carter permanecerá vinculado al del rey Tut o el
de Hiram Bingham a Machu Picchu. Han sido olvidados los nombres de los
trabajadores que se toparon con la Coyolxauhqui, que habría de cambiar por
completo la fisonomía del Centro Histórico de México, para dar paso a nombres
de arqueólogos como Eduardo Matos Moctezuma, por ejemplo, quien dio un valor
interpretativo al descubrimiento. No se trata de quién descubre algo, per se,
sino de quién le da su lugar al descubrimiento, un lugar prominente en el
complejo tejido del conocimiento.
La historia del descubrimiento de Bonampak
no se remite solamente a un descubrimiento; se refiere también a la atención
que los medios de comunicación modernos enfocaron sobre los mayas, ya que fue
el primer gran descubrimiento en México y Guatemala después de la Segunda
Guerra Mundial, y es, además, una historia cuajada de intrigas internacionales,
reclamos y adjudicaciones, y profusa cobertura periodística. El campo de los
estudios mayas siempre ejerció un gran atractivo sobre los aficionados, sobre
todo si podían añadir algún acento interpretativo a sus descubrimientos. La
arqueología más antigua se fincó esencialmente en el descubrimiento mismo, si
bien su éxito también dependía, incluso entonces, de que fuera acompañada por
textos escritos interpretativos y documentación convincente. La importancia de
John Lloyd Stephens no radica en que haya viajado a Copán, Honduras, y
Palenque, Chiapas, ya que no era el primero en hacerlo, sino en que pudo dar
una versión de su viaje atractiva por varias razones: en primer lugar, la
documentación gráfica de Frederick Catherwood, hermosa y exacta; en segundo, la
descripción de los edificios y monumentos tal como le era dado interpretarlos
y, por último, los “incidentes de viaje” que acercaban al lector a su
experiencia mediante una prosa pulcra y eficiente.
Miller, Mary, “El descubrimiento de
las pinturas murales de Bonampak”, Arqueología
Mexicana núm. 93, pp. 28-34.
• Mary Miller. Catedrática de historia
del arte en la Universidad de Yale, en la que dirige el Saybrook College.
Autora de varios libros sobre arte prehispánico de México.
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