Patrick Johansson K.
El relato de la huida de
Quetzalcóatl a Tlillan Tlapallan ha sido generalmente percibido, desde una perspectiva
histórica, como la destrucción y el abandono de Tollan, debido a la decadencia
de los toltecas. Sin embargo, los esquemas de acción narrativa de dos variantes
del mito sugieren otra lectura: la huida habría tenido lugar en el inframundo y
la gesta del rey-sacerdote correspondería a su vejez, a su muerte como Sol, y a
su renacer como estrella de la mañana. Asimismo, el mito habría fundamentado el
protocolo ritual que regía las exequias de los gobernantes toltecas, mismo que
heredarían los pueblos de Anáhuac.
En el mundo náhuatl prehispánico la
relación teocrática que existía entre el rey y el Sol, entre el mando terrenal
y el mando celestial, parece haber generado paradigmas culturales que regían la
vida y la muerte del máximo gobernante. Como Sol que era, el tlahtoani declinaba pasando el medio día,
envejecía y moría en el poniente de su recorrido existencial. La senilidad del
rey-Sol ponía en peligro la vitalidad de la nación que encabezaba y
representaba, por lo que los toltecas, según Alva Ixtlilxóchitl, habían
decretado que el rey no podía reinar (¿o vivir?) más de 52 años y que, llegando
a este término, tenía que morir (Alva Ixtlilxóchitl, I, 1975, p. 291). Según
esta misma fuente, los reyes toltecas Chalchiuhtlanextzin, Ixtlilcuechahua, Huetzin,
Totépeuh y Nacázxoc murieron después de haber reinado 52 años y es probable que
no se trate de una coincidencia míticamente significativa sino que la muerte
infligida (otorgada) al rey envejecido era ritual.
Ahora bien, como en otros casos de
legitimación de prácticas culturales, además de la tradición pragmáticamente
establecida en un marco de usos y costumbres, un modelo ejemplar mitológico
tenía que justificar el ritual y fundamentar las partes constitutivas de su
liturgia. En el contexto cultural tolteca aquí referido, es Quetzalcóatl, en su
advocación de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, rey-sacerdote de Tollan (fig.
1), quien estableció el protocolo correspondiente a un ritual mortuorio que
escenificaba la vejez, la muerte y el renacer de los reyes, mediante su
encuentro con Tezcatlipoca y las peripecias de su viaje a Tlillan, Tlapallan.
Al pasar de un ámbito narrativo épico a una liturgia teatro-ritual, esta gesta
mortuoria fue conocida como la “ley de Topiltzin”.
El mito de la huida de
Quetzalcóatl a Tlillan Tlapallan
El mito referido en el Códice Florentino bajo el título “De la huida de
Quetzalcóatl”, del que existen múltiples variantes verbales y pictográficas,
parece haber definido las distintas fases del ritual mediante secuencias
narrativas que le conferían un sentido cosmológico. Este mito ha sido
generalmente considerado desde un punto de vista histórico-geográfico como la
huida real de Ce Ácatl Quetzalcóatl, su paso por Cholula y su llegada a la
costa del Golfo de México. Los esquemas de acción narrativa del mito sugieren
sin embargo otra lectura: la huida de Quetzalcóatl, rey de Tollan y Sol
poniente, correspondería a una toma de conciencia de su decrepitud, a su
muerte, y a un periplo en el inframundo, hacia su renacer. En este contexto, el
mito plantea el problema que representa la senectud del rey tolteca, justifica
su muerte, describe su recorrido dentro del inframundo, la culminación que
representa su incineración en Tlillan Tlapallan, Tlatlayan, su renacer como
estrella de la mañana, así como la mimesis ritual, la cual fundamenta, según lo
muestra el análisis, el protocolo ritual que se siguió después en las exequias
de los señores mexicas.
De todas las versiones del mito, los
relatos contenidos en el Códice
Florentino (lib. III, caps. 4,
12, 13, 14) y en los Anales
de Cuauhtitlan (ff.
5-8) son los más elaborados en términos estructurales aun cuando son
incompletos. Sin embargo, lo que falta en la primera versión se encuentra
referido en la segunda por lo que la fusión de ambas permite establecer un
“texto-matriz” mitológicamente significativo. Sintetizamos aquí las secuencias
principales de las dos versiones del mito, así como su correspondencia con el
ritual, remitiendo a otro trabajo nuestro para su análisis exhaustivo
(Johansson, 2016, pp. 186-267).
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Johansson K, Patrick, “Vejez, muerte y renacer de
Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl”, Arqueología Mexicana núm. 139, pp. 16 – 25.
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