El camino a Xibalbá es largo y lleno de pruebas
que los gemelos deben sortear: ríos que fluían con grandes corrientes, agudos espinos y un río de sangre. Pasan todas las
pruebas y llegan a un lugar donde encuentran una encrucijada con cuatro caminos
de cuatro colores diferentes. Aquí, los gemelos se equivocan al elegir el negro
y allí comienzan sus penurias. Al llegar a Xibalbá saludan a los dioses del
inframundo, que en realidad son muñecos de madera vestidos con los ropajes de
los señores. Los hombres de Xibalbá reían con ganas, seguros de su triunfo.
Ofrecen asiento a Hun Hunahpú y Vucub Hunahpú en una banca que no es común,
sino una laja ardiente.
“... y en el banco se quemaron. Se pusieron a dar
vueltas en el banca, pero no se aliviaron y si no se hubieran levantado se les
habrían quemado las asentaderas. Los de Xibalbá se echa ron a reír de nuevo, se
morían de la risa”.
Como prueba final, los señores de Xibalbá dieron a
los gemelos cigarros y ocotes que debían permanecer encendidos sin consumirse
durante la noche que habían de pasar en la Casa Oscura. Al amanecer, los dioses
de la muerte constataron que los gemelos no habían cumplido su tarea: sus
antorchas y cigarros se habían extinguido. Engañados y derrotados por los
señores de Xibalbá, los gemelos fueron sacrificados y se les enterró en el
juego de pelota del inframundo. Como prueba de la derrota, los dioses del más
allá colocaron la cabeza de Hun Hunahpú en un árbol sin frutos. De inmediato el
árbol se cubrió de jícaras y la cabeza se confunde entre los demás frutos. En
el inframundo, la doncella Xquic se entera de la existencia de tan milagroso
árbol de jícaras y va a verlo. La muchacha se pregunta si será posible cortar
algunos frutos y la cabeza de Hun Hunahpú la escucha y contesta diciendo que
los frutos no son sino cráneos. Pero la joven pide algunos, sin miedo. Al
escupir en su mano, la calavera la preña y le cuenta.
IMAGEN: A la derecha, de rodillas, los Héroes
Gemelos con el rizo de kaban entre ellos y la piel pintada o moteada que podría
representar el uso de camuflaje de olor que les ayudaría en la captura de su
presa. Frente a ellos, un trono con tres mujeres (tres versiones de la diosa de
la Luna).
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