Claude-François Baudez
La
finalidad de los juegos de pelota o balón es incierta: representación de un
episodio mítico, alegoría cósmica, espectáculo, deporte, pelea simulada,
ocasión para apostar, etc. El autor sugiere que la función esencial del juego
de balón con bastones era seleccionar a las víctimas para los sacrificios.
Extender esta hipótesis a otros juegos mesoamericanos sería muy imprudente, en
vista de la pobreza de nuestra información.
Antes de la conquista española los pueblos mesoamericanos, y
algunos de sus vecinos, practicaban juegos con el balón y también con la
pelota. (Según el Diccionario
del uso del español de María
Moliner, “pelota” se define como “bola de material elástico, hueca o maciza,
que se emplea para jugar”; “balón” se define como “pelota grande para jugar;
particularmente la de futbol”. Aunque actualmente los balones son huecos, en
tiempos prehispánicos eran macizos.) Se distinguía perfectamente entre los
diferentes juegos, así como nosotros no corremos el riesgo de confundir el
beisbol con el tenis o el jai alai con el futbol. Por lo tanto, debemos
abandonar la desafortunada costumbre de hablar en singular del juego de pelota
mesoamericano. Pelota y balón designan objetos de tamaño y función diferentes;
la pelota puede asirse con la mano y en principio no excede el volumen de una
toronja. Cuando los jugadores utilizaban el cuerpo para lanzar o golpear, sólo
se les permitía hacerlo con la cadera, el pecho, el antebrazo y las manos.
También podían servirse de un instrumento semejante a un bastón, un mazo o
ponerse un guante para golpear el balón, o para aventar y recibir la pelota. El
juego se podía llevar a cabo tanto en una cancha especialmente construida como
en algún lugar improvisado; en este último caso, se empleaban metas o
marcadores móviles, o simples rayas trazadas en el suelo podían bastar. El
número de jugadores variaba y se formaban dos equipos. Es posible que en
algunos juegos, los participantes jugaran de manera individual. Con frecuencia
usaban protecciones acolchadas que les ayudaban a soportar el golpe de la
pelota o del balón, o para atenuar el inevitable contacto con el suelo a causa
de ciertos movimientos. Según parece, esos juegos eran brutales e incluso
peligrosos. Se concedía un lugar importante al ritual, con ceremonias y
sacrificios –antes o después del partido–, en las competencias deportivas. A
determinados juegos se han asociado objetos simbólicos (yugos, hachas, palmas,
manoplas, piedras perforadas, etc.), que pueden haber desempeñado un papel
activo –todavía en discusión– en el desarrollo del partido.
Hemos dado un lugar muy importante (¿desmesurado?) al juego de
balón impulsado con la cadera (ulama de cadera), que se jugaba en canchas
especialmente construidas con esta finalidad, de las que hoy se conocen los
vestigios de aproximadamente 1 600. Si bien la arqueología permite apreciar la
distribución espacial y temporal de las canchas y por tanto del juego de balón,
la importancia de los otros juegos todavía está por determinarse. En algunos
sitios había varias canchas que pertenecen a la misma época, pero son
diferentes. ¿Se practicaban otros juegos de los que no quedaron huellas? Aunque
siga aumentando el inventario de las canchas en toda Mesoamérica y se acumulen
las imágenes de diversos juegos de pelota y balón, nuestras lagunas continuarán
siendo inmensas. Estamos lejos todavía de la elaboración de una tipología
satisfactoria para esos juegos, así como de retrazar su distribución en el
tiempo y en el espacio, y aún más de conocer las respectivas reglas o de
determinar los actores y lo que estaba en juego. Las finalidades o funciones de
esos juegos rara vez se mencionan: representación de un episodio mítico,
alegoría cósmica, espectáculo, deporte, pelea simulada, ocasión para apostar,
etc. En numerosas ocasiones se ha observado la asociación del juego con el
sacrificio humano, aunque sin comprender bien la naturaleza de la relación
entre estos dos ritos.
En este artículo sugerimos que el juego de balón con bates y
bastones, tal como está pintado en el mural 2 del pórtico 2 de Tepantitla,
Teotihuacan –junto con otros juegos, entre ellos el ulama de cadera–, tenía la
función esencial de hacer la selección de las víctimas para los sacrificios.
Tomado de Baudez, Claude-François, “El juego de balón con
bastones en Teotihuacan”, Arqueología
Mexicana núm. 87, pp. 18-25.
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Claude-François Baudez. Director de investigación honorario del Centre National
de la Recherche Scientifique de Francia. Ha realizado investigaciones
arqueológicas en Costa Rica, Hoduras y México.
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