MILITARIZACIÓN Y MIGRACIONES EN EL MÉXICO ANTIGUO
EI Posclásico Temprano (900-1200 d.C.) es,
indudablemente, un periodo de intensa actividad bélica y de alta estima social hacia quienes conducían y participaban en las
guerras: las abundantes representaciones de guerreros en Tula y Chichen Itzá,
por ejemplo, son una clara expresión de ese fenómeno. No fue ésta, sin embargo,
la primera vez que en el México antiguo se vivió un ambiente de esa naturaleza;
la guerra estuvo presente en épocas anteriores, en especial en las fases
previas a las grandes transformaciones sociales y políticas. La diferencia
entre periodos no fue una cuestión de presencia o ausencia, sino de grado: a
partir del Posclásico Temprano, las sociedades se militarizaron en grado
extremo y lo hicieron, aparentemente, como respuesta a las necesidades de
defensa de territorios en disputa y de expansión hacia nuevas tierras.
En épocas anteriores, esa actividad parece haber
sido más que cotidiana, un fenómeno de crisis; la guerra entre elites, pactada
y sin pretensiones de ampliar el dominio de tributación, debió haber sido mas
frecuente en esos tiempos.
Entre 900 y 1200 d.C., se dieron migraciones de
todo tipo, una tras otra. Ésta es otra de las características del Posclásico
Temprano, quizá, la más notoria. En el Centro de México parecen estar
relacionadas con el militarismo exacerbado del periodo y, al igual que este
último, son un fenómeno presente en el México antiguo desde épocas remotas:
existe abundante infonnaci6n de desplazamientos masivos desde la época de la
colonizaci6n de América por migrantes asiáticos. Sin embargo. parece ser la
primera vez que las migraciones se presentan como un fenómeno de resistencia y
de creación de nuevas condiciones de vida.
Los relatos que nos han llegado sobre estas
migraciones son, en esencia, crónicas destinadas a validar reclamos
territoriales y a legitimar el poder de gobernantes por asociación con antiguos
linajes, o por referencia a dioses, o a personajes que se confunden con dioses.
Todas tienen en común un punto de origen mítico y son presentadas como
verdaderas peregrinaciones alentadas por líderes que interpretan la voluntad de
los dioses. Muchas de ellas consignan el nombre de Tollan o Tarnoanchan como
escala en el itinerario o punto de partida; algunas son planteadas como retorno
al punto del cual salieron en un principio. Se trata de acontecimientos
históricos presentados en una matriz de mito y, como tales, no pueden
entenderse sino en el contexto de la sociedad a la que hacen referencia y la sociedad que los produce.
IMAGEN: a) EI acceso al Templo de los Guerreros de
Chichén Itzátiene un pórtico formado por dos co1umnas de serpientes emplumadas
que han sido interpretadas como las Serpientes de Guerra de los itzaes. b) Los
llamados Atlantes de Tula, son representaciones de guerreros.
Tomado de Enrique Nalda, “Tiempo mesoamericano VII.
Posclásico Temprano (900-1200 d.C.)”, Arqueología Mexicana, núm. 49, pp. 20-29
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