jueves, 17 de noviembre de 2016

LOS PETROGLIFOS Y EL DIOS SOLAR EN EL OCCIDENTE


A lo largo de más de 30 años de investigaciones arqueológicas en el Occidente de México, he llegado a la conclusión de que hay evidencia arqueológica de ritos de renovación ligados a la transición entre las temporadas seca y lluviosa desde la llegada de los primeros agricultores, alrededor de 1000 a. c., hasta la época colonial.

Según mi análisis, la actividad de grabar petroglifos fue muy importante en ritos de renovación dedicados a conseguir las lluvias del dios solar. En Jalisco, la costumbre de grabar petroglifos probablemente comenzó alrededor de 300 a. c., aunque posiblemente tuvo raíces en el simbolismo solar de la cultura arqueológica Capacha (1200-300 a. C.). En algunas partes el acto de grabar petroglifos parece haber persistido más allá de la conquista española. De mis investigaciones en Jalisco, en más de 500 piedras con más de 12 000 petroglifos, así como en una pintura rupestre con alrededor de 200 diseños, he llegado a calcular que aproximadamente 98% de estos petroglifos están asociados a ritos de renovación relacionados con tres fenómenos: el Sol, el agua y la fertilidad. La mayoría de los petroglifos parecen ser manifestaciones físicas de oraciones ofrecidas al dios solar para obtener lluvia, de manera semejante a los "milagritos" que algunos cristianos colocan hoy en día en las iglesias católicas para pedir la curación de alguna enfermedad u otros favores .

Los petroglifos más comunes representan al dios solar: su cara, su ojo o su cuerpo entero de manera antropomorfa. Éste es el dios que en la religión de los huicholes controla las lluvias. La manera más sencilla de representar al Sol (su cara, ojo o cuerpo) es mediante la grabación de una pequeña cavidad o “pocito”. Algo semejante ocurre en la religión cristiana al representar a Cristo solamente mediante una cruz. El Sol también se representa, al igual que Cristo, en formas más elaboradas, agregando círculos concéntricos, una espiral o rayos al pocito, así como en forma antropomorfa o como un animal tal vez mítico.

Tomado de Joseph B. Mountjoy, “Ritos de renovación en los petroglifos de Jalisco”, Arqueología Mexicana, núm. 47, pp. 56-63.

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