LAS MIGRACIONES DE LOS MEXICAS ENTRE EL MITO Y LA HISTORIA
El nombre de aztecas designa a nieblas hacia la
luz: en donde los pueblos originarios de la isla de Aztlan; según ciertos documentos, éstos eran los
xochimilcas, chalcas, tepanecas, colhuas, tlahuicas, tlaxcaltecas y mexicas,
aunque otras fuentes proporcionan datos diferentes. Pero, ¿qué era Aztlan?,
¿una tierra de origen real, situada en alguna parte al norte o noroeste del
centro de México?, o bien, ¿ una isla mítica? Todo parece indicar que la
segunda hipótesis es la correcta, dado que el tema de un pueblo que sale de una
cueva o de una isla rodeada de agua evoca al niño que sale de la matriz de su
madre, en donde vivía en el líquido amniótico.
Para los mexicas, Aztlan era un lugar paradisiaco,
como lo era para el niño el vientre de su madre. Además, en cuanto isla situada
enfrente de Huey Colhuacan, Aztlan era claramente una proyección al pasado de
México-Tenochtitlan, que se localizaba frente a Colhuacan, en la ribera de la
Cuenca de México. Aztlan estaba dividida en cuatro barrios, que eran los mismos
que los de Tenochtitlan, y a veces se le llamaba México la Vieja. En la lejana
isla de Aztlan, los mexitin vivían en concordia con otros pueblos. Sobrevino un
conflicto, como resultado del cual Aztlan fue abandonada. Lo mismo cuentan las
fuentes sobre los toltecas, también oriundos de una isla, Huehuetlapallan, la
cual tuvieron que abandonar después de un conflicto. También de otros pueblos
se dice que vinieron de más allá del mar, como los tarascos o los quichés.
Todos los pueblos que vivieron en el Tollan paradisiaco o en Tamoanchan
salieron igualmente después de un conflicto. En todos los casos se trata,
efectivamente, de un mito.
En el año 1 pedernal (fecha simbólica que
corresponde a 1168 d. C.), los mexitin se pusieron en camino, llevando con
ellos la imagen del dios Huitzilopochtli, Colibrí Zurdo - relacionado
explícitamente con el Sol por los informantes de Sahagún-, quien les había
prometido, siempre y cuando le rindieran culto, protegerlos y conducirlos a una
tierra de abundancia, desde donde dominarían el mundo.
Por órdenes de su dios se separaron de los otros
grupos, que serían los primeros a los que someterían ya en la tierra prometida.
Poco después, personajes pertenecientes al grupo de los mimixcoa -prototipos de
las víctimas para sacrificio obtenidas en la guerra y, en este caso,
representantes de los nativos de la tierra prometida-, se les aparecieron
tendidos sobre unas plantas.
Tomado de Michel Graulich, “Entre el mito y la
historia. Las migraciones de los mexicas”, Arqueología Mexicana, núm. 45, pp.
74-79
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