miércoles, 23 de noviembre de 2016

LAS MIGRACIONES DE LOS MEXICAS ENTRE EL MITO Y LA HISTORIA


El nombre de aztecas designa a nieblas hacia la luz: en donde los pueblos originarios de la isla de Aztlan; según ciertos documentos, éstos eran los xochimilcas, chalcas, tepanecas, colhuas, tlahuicas, tlaxcaltecas y mexicas, aunque otras fuentes proporcionan datos diferentes. Pero, ¿qué era Aztlan?, ¿una tierra de origen real, situada en alguna parte al norte o noroeste del centro de México?, o bien, ¿ una isla mítica? Todo parece indicar que la segunda hipótesis es la correcta, dado que el tema de un pueblo que sale de una cueva o de una isla rodeada de agua evoca al niño que sale de la matriz de su madre, en donde vivía en el líquido amniótico.

Para los mexicas, Aztlan era un lugar paradisiaco, como lo era para el niño el vientre de su madre. Además, en cuanto isla situada enfrente de Huey Colhuacan, Aztlan era claramente una proyección al pasado de México-Tenochtitlan, que se localizaba frente a Colhuacan, en la ribera de la Cuenca de México. Aztlan estaba dividida en cuatro barrios, que eran los mismos que los de Tenochtitlan, y a veces se le llamaba México la Vieja. En la lejana isla de Aztlan, los mexitin vivían en concordia con otros pueblos. Sobrevino un conflicto, como resultado del cual Aztlan fue abandonada. Lo mismo cuentan las fuentes sobre los toltecas, también oriundos de una isla, Huehuetlapallan, la cual tuvieron que abandonar después de un conflicto. También de otros pueblos se dice que vinieron de más allá del mar, como los tarascos o los quichés. Todos los pueblos que vivieron en el Tollan paradisiaco o en Tamoanchan salieron igualmente después de un conflicto. En todos los casos se trata, efectivamente, de un mito.

En el año 1 pedernal (fecha simbólica que corresponde a 1168 d. C.), los mexitin se pusieron en camino, llevando con ellos la imagen del dios Huitzilopochtli, Colibrí Zurdo - relacionado explícitamente con el Sol por los informantes de Sahagún-, quien les había prometido, siempre y cuando le rindieran culto, protegerlos y conducirlos a una tierra de abundancia, desde donde dominarían el mundo.

Por órdenes de su dios se separaron de los otros grupos, que serían los primeros a los que someterían ya en la tierra prometida. Poco después, personajes pertenecientes al grupo de los mimixcoa -prototipos de las víctimas para sacrificio obtenidas en la guerra y, en este caso, representantes de los nativos de la tierra prometida-, se les aparecieron tendidos sobre unas plantas.

Tomado de Michel Graulich, “Entre el mito y la historia. Las migraciones de los mexicas”, Arqueología Mexicana, núm. 45, pp. 74-79

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