jueves, 17 de noviembre de 2016

LAS CASAS DE LOS OLMECAS



Entre 1800 y 1600 a.C. San Lorenzo, Veracruz, era una aldea en la que las viviendas típicas contaban con apisonados, paredes de tierra y techos de palma. A partir de 1600 a.C., cuando el sitio creció en tamaño y complejidad, las viviendas de la elite se distinguían por tener pisos rojos, hechos con pigmentos importados que se extrajeron de minas profundas ubicadas a 15 km de distancia. Además de los tradicionales apisonados, las superficies preparadas con grava y arena y los muros de tierra compactada, surgieron estilos novedosos de construcción que incluyeron el uso de rocas de origen local y otras importadas.


La bentonita, una roca sedimentaria que aflora en las colinas de las llanuras costeras, se utilizó para los pisos de las viviendas debido a su cualidad impermeable, que ayudaba a mantener las estructuras libres de humedad. Los olmecas reconocieron el potencial y las limitaciones de este material y sólo lo utilizaron en pisos, muros de mampostería de baja altura, plataformas pequeñas y fachadas de templos.

Después de 1200 a.C. destaca el uso de rocas basálticas, lajas de calizas y arcosas, de origen costero, para crear elementos arquitectónicos distintivos en viviendas de lujo. Estos elementos, a veces de tamaño monumental, son indicio de la necesidad de una mano de obra extra familiar para poder trasladarlos al sitio y colocarlos en las viviendas. 

Tomado de Ann Cyphers, “Las unidades domésticas olmecas”, Arqueología Mexicana, núm. I40, pp. 36-40.

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