jueves, 10 de noviembre de 2016

Entrevista Villa-Zapata

·    2 Entrevista Villa-Zapata, Xochimilco, D. F., diciembre de 1914.
·    3 Archivo General de la Nación, Fondo Genovevo de la O, caja 14, exp. 3-6; entrevistas realizadas po (...)
8Emiliano Zapata, hombre de 31 años en 1911, charro afamado, rebelde probado desde la adolescencia —él mismo declaró en 1914 que se había iniciado en las lides políticas cuando tenía 18 años2— se alzó en armas en favor de un norteño hasta entonces desconocido en una aventura que se antojaba imposible: derrocar a Porfirio Díaz. Al principio como caudillo regional que movilizó a sus coterráneos a través de los mecanismos campesinos de alianzas familiares y lealtades locales, Emiliano Zapata pronto fue reconocido por los “alzados” de otros pueblos como su dirigente principal. Desde entonces comenzaron a tejerse las finas y resistentes redes que conformaban al Ejército Libertador del Sur, partiendo de las bases del parentesco. Pues pareciera ser que la guerra, como lo hicieron antes las necesidades organizativas para la producción pueblerina, mueve los mecanismos secretos de las familias extensas de campesinos. Lazos de parentesco, compadrazgo y amistad, así como el de obligaciones religiosas y de política interna, anudaron los hilos del respeto, la solidaridad y la afinidad de intereses: esta lógica nos descubre a la dirigencia del Ejército Libertador en el centro de Morelos como una familia investida de poderes; se reconocen, así, a jefes y sus ataduras con el jefe “Miliano”: Eufemio Zapata, hermano; general Amador Salazar, primo; general Antonio Barona, compadre; general Otilio Montaño, compadre; general Felipe Neri, compadre de Amador Salazar; mayor Maurilio Mejía, sobrino; general Serafín Plascencia, compadre.3 Esta guerrilla familiar hacía que hasta mediados de 1912, los rebeldes campesinos de las zonas periféricas al centro de Morelos fueran independientes de Zapata. De la O, Pacheco, Mendoza y Ayaquica se ligaron al zapatismo a través de sus contactos con Eufemio Zapata, con Amador Salazar o con Felipe Neri. Se sellaban así las lealtades personales que luego explicarían algunos de los conflictos por zona con los que se enfrentaría el Cuartel General.
·    4 Véase Jesús Sotelo Inclán,Raíz y razón de Zapata,México, fce, 1970; John Womack, Zapata y la Rev (...)
9Aventuremos una hipótesis: más que ser un “resabio” cultural prehispánico o colonial, el calpulli era una organización campesina basada en relaciones ciánicas,4 al que la guerra ensanchó y le dio movilidad: la defensa de la posesión comunal y de la idea de pueblo que le era inherente se practicaron como parte de una misma relación social. Fue por ello también que la represión militar exclusiva a Villa de Ayala o a Anenecuilco fuera insuficiente para acabar con el zapatismo; y no tanto por la rapidez de movimientos de Zapata y sus alzados, sino por la extendida raigambre pueblerina de la rebeldía. De alguna manera, pues, para los campesinos rebeldes el “jefe” Miliano era considerado cabeza de un clan que se había ampliado; asumía el papel de un padre, y como tal era tratado.
10Cartas solicitando protección y apoyo, no sólo a los pueblos sino sobre todo a las personas, llegaron por miles a los Cuarteles Generales; en algunas la petición incluía para el caudillo un recordatorio de sus obligaciones.
11La fama del “alzado” morelense trascendió los límites de su terruño y los alcances de una rebeldía local y débil, llegaron hasta Puebla, el Distrito Federal, el Estado de México, Guerrero, Tlaxcala e Hidalgo, de donde muchos hombres del campo fueron al cerro del Aguacate, en Morelos, para ponerse a sus órdenes. La ruptura del campesinado centrosureño con el Estado fue temprana: ya desde 1911 el ejército federal recibió noticias de que en la región “hasta los perros son zapatistas” y durante años eso fue realidad.
·    5 Vicente Vértiz a la Secretaría de Fomento, mayo 31 de 1912. AGN, Secretaría de Gobenación, Asuntos (...)
12Los mecanismos de sustitución de autoridad funcionaron de manera rápida y natural, el papel del gobierno como dirigente de los pueblos desapareció con todos los símbolos que le eran y son inherentes. El ser padre, juez, protector, jefe, etcétera, recayó en la figura del caudillo. ¿Qué tenía de especial ese hombre? ¿Quién era ese Zapata?, se preguntaron los hacendados cañeros de Morelos y Puebla; no lo sabían con exactitud, aunque si vislumbraban su peligrosidad. Uno de los dueños de haciendas de Morelos, enojado, escribió que un viejo campesino dijo, en agosto de 1911, que “no sabía que hubiera más gobierno que el de Emiliano Zapata, y que a él obedecía”.5
13Muy pronto se conoció la bandera que respaldaba las acciones del hombre. A fines de noviembre de 1911 se esparció la noticia de la firma del Plan de Ayala en el que se prometía devolver las tierras a los pueblos despojados por las haciendas, y desde entonces —los archivos lo demuestran— las cartas enviadas al jefe pidiendo se les hiciera justicia y se les devolvieran tierras, se les redujeran rentas, o pagara mejor por lo cosechado, fueron abundantes. También llegaron las que exigían respetar las creencias, autorizar una procesión religiosa al inicio de la temporada de lluvias, etcétera. Símbolo de poder dispensador, Zapata recibía su fuerza del apoyo de los mismos pueblos y de ahí lo delegaba a sus representantes en los municipios y en los cuarteles regionales: repartía el poder, se podría decir. Y es que la rebeldía campesina era el mecanismo de desautorización de un orden impuesto por no campesinos, por catrines y hombres “de razón” urbanos; con la protección y dirección del jefe-padre y de su Ejército Libertador, empezó la construcción de una historia propia de la Revolución en los pueblos centrosureños.
14Para la memoria popular, el signo Zapata cambió todo: al tiempo, al mundo, a la gente. Nada continuó sin transformación. El porfiriato era un tiempo liquidado por la presencia del Caudillo símbolo de la Revolución: era el inicio de una época nueva. La persona del jefe Zapata cambiaba los entornos de las haciendas y de las poblaciones. Su mera presencia inventó lo que hoy llamaríamos una novedosa geografía histórica, con paisajes revalorados. El carácter sumiso del campesino ante lo imponente de los trapiches modernos y de los capataces de las haciendas cañeras se convirtió, desde 1911 hasta 1920, en actitud rebelde ante un mundo reapropiado. “En ese lugar durmió Zapata”; “por esta calle pasó con su caballo”, se recuerda. Y es que, además de que el prestigio que se le atribuyó rebasaba los límites temporales del movimiento —un predestinado que se comprometió con su padre a recuperar las tierras que la hacienda de Hospital le había despojado años antes de la Revolución— la fama de Zapata creció y se enriqueció durante nueve años de lucha. En gran parte sus características personales fueron adquiriendo rasgos particulares, mezcla de fantasía popular caudillesca decimonónica y de los atributos de los hombres-dioses de raíz prehispánica, aunque sin perder el sabor de la cotidianidad rural de principios del siglo xx. Al igual que muchos de sus seguidores, Zapata era centro de explicaciones que destacaban una personalidad poco común. Así, por ejemplo, se le atribuyeron pactos con el diablo, o ser poseedor de secretos inaccesibles al común de la gente —como el de saber la ubicación de tesoros fabulosos—, al mismo tiempo que participaba de los elementos propios de los “héroes” de la tierra, inventor de la libertad campesina, poseedor de un doble” que se sacrificaría por él, etcétera.
·    6 Entrevista a Bibiana Guerrero, realizada por Laura Espejel-Adolfo García Videla-Salvador Rueda, Cu (...)
15Todo lo que usaba y cómo lo usaba tenían una explicación de identidad personal y de uso diario: el gazné de color claro, el medallón de oro en el pecho, la báscula romana en la bolsa del chaquetón, los arreos charros, los galones plateados en el sombrero y los adornos del pantalón, los múltiples anillos, su gusto por los caballos finos y las fiestas taurinas. Hay quien afirma que su prestigio de “macho motivaba gran parte de sus actitudes, de acuerdo con la situación, a la mujer, a la comida o al lugar donde dormiría, y seguía maneras, protocolos y vestido apropiados. Así, por ejemplo, más de medio siglo después, una anciana de Cuahuixtla narraba que todas las muchachas “se querían ir con él”.6 Lo cierto es que en la memoria de los campesinos, a Zapata se le tiene como un hombre que extendió su prestigio al espacio que lo envolvió: los lugares fueron —y son— importantes porque Zapata estuvo en ellos. El hombre y sus actitudes se volvieron simbólicos.
16Fue el 10 de abril de 1919 cuando los deseos de acabar con Zapata, sorpresivamente, se realizaron. La tan anunciada pacificación de las montañas sureñas parecía posible, pues el “Jefe Miliano” por fin había caído, pero la muerte del caudillo originó una polémica periodística — verdadera batalla campal de papel y tinta— que deslindó posiciones políticas en el interior del carrancismo. La contienda electoral que buscaba sucesor a Carranza se valía ahora del rebelde sureño como un arma discursiva: la gloria militar y la presidencia de la República estaban en juego. Ello, además, y tal vez también sorpresivamente, dio pie a la creación de los adjetivos que acompañarían a Zapata en el camino de su heroificación y su significado nacional.

El hombre, el mito y el símbolo

17La muerte de Emiliano Zapata no significó únicamente la desaparición de un hombre molesto para el gobierno de Carranza. De hecho, el asesinato del caudillo se resolvió en la personificación de dos concepciones de la historia y de la realidad distintas; asimismo, condicionó la conversión de los campesinos rebeldes en campesinos base política consensual del estado. Por un lado, la primera concepción, la de los hombres del campo del centro de Morelos, convirtió a Zapata en un héroe trágico: no murió él sino su doble, su “nahual” si pensamos en un significado de raíz indígena; el “verdadero” se “chispó (huyó) a un lugar lejano, y regresa de vez en cuando. Es un héroe que, como el Heracles griego, terminó sus “trabajos” y, aunque vivo, ya no tiene función en la tierra.
·    7 Entrevista con Serafín Plascencia, realizada por Laura Espejel y Salvador Rueda en la ciudad de Mé (...)
18Veamos. Desde la exposición misma del cadáver de Zapata en Cuautla comenzaron las dudas entre los testigos: que Zapata no era tan gordo; que a Zapata le faltaba el dedo meñique (que perdió en una charreada), mientras que el muerto los tenía completos; que Zapata tenía una cicatriz de una cornada en un costado y un lunar en forma de manita, mientras que el hombre expuesto no tenía nada, etcétera. A la duda siguió la respuesta explicativa cuyo contenido —además de tranquilizar a sus seguidores— redondeaba el naciente mito: sabedor de la treta de los carrancistas Pablo González y Jesús Guajardo, Zapata no fue quien entró a la hacienda de Chinameca el fatídico 10 de abril, sino que un compadre que se le parecía lo sustituyó —¿el que era “como su caricatura” del que hablaron los exzapatistas? El “jefe” se “chispó” con otro compadre, un árabe, que se lo llevó a Arabia, “donde lo tratan como rey”, “retirado a la vida privada”. El mito, en fin, ubica sus espacios en una geografía propia, la Arabia imaginada por los campesinos, perteneciente a un mundo que tiene sus distancias particulares, se hallaba lejos y cerca: lejos, porque era un lugar inaccesible para los profanos, y cerca porque de vez en cuando el “jefe” “bajaba” a Jojutla (o a Jonacatepec) disfrazado de vendedor de cacharros —“a venderlos, no a regalarlos”, aclaraba un ex zapatista—, sin bigote, vestido de paisano, a pie o en coche, para ver cómo estaban sus hermanas y amigos. Muchos lo vieron —los más por medios rituales espiritualistas—, otros lo supieron y aceptaron. Hasta hace poco más de diez años, decían los viejos: “Zapata ya murió, pero de muerte natural, por allá lejos, en la Arabia que lo asiló”. Las siguientes versiones de veteranos Zapatistas pueden servirnos de ejemplo. Don Serafín Plascencia, de Villa de Ayala, narró: “Ya quedaron Guajardo y Zapata como compañeros, pero ya la traición era para él, para Zapata (...) Había un compadre que sabía que lo iban a fusilar a Zapata y entonces ese compadre fue y le dijo allá en la Piedra Encimada: Compadre, vengo a morir por ti; nomás te encargo a mi mujer. Me haces favor de darme tu traje, tu sombrero, tus espuelas y el caballo. Y ahí estuvo lo bueno. Entonces estaba un árabe, compadre del general Zapata y le dijo: Pus no más nos pelamos. Y pelaron gallo. Se fueron para Arabia. Bueno, total que se escapó el general Zapata”.7
·    8 Entrevista realizada con Agapito Pariente Aldana, realizada por Alicia Olivera en Tepalcingo, More (...)
19Don Agapito Pariente, de Tepalcingo, por su parte dijo: “Pues se salió de allá, que se chispa y se va. Se fue a la vida privada como el profeta Moisés, ¿Usted no ha leído las Escrituras? Porque Moisés sacó a sus hijos de Egipto, los dejó unos días y se alejó para la Tierra Santa. Y pues yo digo que así ha de haber sido”.8
·    9 Entrevista con Feliciano Trejo Torres, realizada por Salvador Rueda en Anenecuilco, Morelos, para(...)
20Don Feliciano Trejo, de Anenecuilco, platicó: “Nomás se desapareció de allá de Sarabia y se fue para el rumbo del mar, allá a una isla que se llama Chicoapan (...) Y yo estoy convencido de que Zapata no era muerto, porque tengo unos versos que hablan de eso”.9
·    10 Entrevista con Ángel Abúndez, realizada por Carlos Barreto y Salvador Rueda en Cuautla, Morelos, p (...)
21Otros relatos lo mitifican, aún con la aceptación de su muerte en Chinameca. Don Angel Abúndez, del Higuerón, nos proporcionó esta versión: “Los hombres que son hombres deben morir para demostrar la hombrada. Entonces, para mí es muerto, porque demostró que él murió como Jesucristo; él murió para defender a la gente, y Jesucristo así lo hizo, y es que designó su vida para que los demás se salvaran (...) Si no hubiera muerto, la cosa no valdría”.10
·    11 Entrevista con Macedonio García Ocampo, realizada por Laura Espejel y Salvador Rueda de Juchitepec (...)
22Zapatistas de las zonas periféricas a Morelos, curiosamente, no compartieron el mito, aunque lo conocieron desde sus orígenes. Para ellos su raíz era meramente retórica: El capitán zapatista don Macedonio García, de Juchitepec, México, expresó: “Pero sí, él fue muerto. Eso de que no fue muerto nos decían únicamente por consuelo, para que la gente no se desmoralizara. Pero él fue muerto, nadie muerto más que él”.11
·    12 Entrevista con Próspero García Aguirre, realizada por Laura Espejel y Salvador Rueda en Tlatenchi, (...)
23La imaginación y el deseo ampliaron la no-muerte del caudillo. Don Próspero García, general zapatista, de Jojutla, comentó: “...se me arrima el viejito que estaba a mi lado, ya blanco como yo, y dice ¿qué, usted fue zapatista? y yo también le iba a responder mal, pero al verlo y siempre me detuve por la edad ¿verdad?, le digo sí, ¿por qué? —Dice: Zapata vive, y ya terminó su carrera, su primaria, está estudiando para licenciado. Luego que termine su carrera, viene”.12
·    13 Entrevista con Irene Copado viuda de Reyes, realizada por Alicia Olivera en Calimaya, Estado de Mé (...)
·    14 Para relación de características simbólicas y de poder entre los hombres-dioses y los caudillos ca (...)
24Otras versiones, no morelenses, como la que una anciana de Calimaya platicó a mediados de los 70, hacen de Zapata un hombre que, al morir, reencarnó en Santiago Apóstol, a quien en las noches se ve cabalgar con su gran sombrero y en su caballo blanco “cuidando al pueblo”.13 Quedaba así explicado el final de la vida de este héroe (hombre dispensador de poder)14 en la que la participación de los jefes-compadres era medular. La valoración campesina del compadrazgo cerraba un ciclo de relación social; básico en la cotidianeidad de la producción agrícola, vértebra de la organización y expansión de la guerrilla, la liga de compadrazgo servía de puente en el último y fundamental acto vital del héroe. El hecho y su simbología son, en fin, partes indivisibles de una misma lógica, de todo un sistema de lo imaginario que es practicado, es decir realizado, todos los días en sociedad campesina centro-sureña.

El héroe y el signo

25Los acontecimientos abrían brecha al proceso de heroificación, a la historiapost mortem de Emiliano Zapata. El movimiento de Agua Prieta y la caída de Venustiano Carranza en 1920 afianzaron al “grupo Sonora” en el poder. La alianza establecida por Alvaro Obregón con los guerrilleros zapatistas aún en armas (Genovevo de la O, Francisco Mendoza, Adrián Castrejón, Everardo González, etcétera) fue el paso político clave en la llamada “unificación revolucionaria” para integrarlos al nuevo gobierno y absorber sus demandas, ya no como exigencias rebeldes sino como proyecto revolucionario nacional. La subversión campesina se convirtió así en oposición a los mismos enemigos del gobierno (hacendados, latifundistas, etcétera).
·    15 Discurso de Alvaro Obregón en Cuernavaca, reproducido en el folletoComité Nacional Pro-homenaje I (...)
26De este modo, la muerte del rebelde se convirtió en martirio del héroe. Borró el estigma del delincuente, bandolero y azote de la civilización, volviéndolo luchador justo e incorruptible, no subversivo. Como contraparte, la muerte de Zapata, para el campesino, sólo vino a redondear el valor que en vida poseía, representaba y legitimaba. Se gestaba la canonización, con la absolución estatal, de un lado, y el orgullo campesino del otro. El mismo Obregón hizo “suya” la rebeldía zapatista como germen del nuevo estado y calificó a Morelos (y a los morelenses) de “modelo que citamos los gobernantes, cada vez que se necesita un ejemplo, a otros estados que empiezan a equivocar su misión”.15
·    16 El Demócrata, 10 de abril de 1922.
27El Demócrata, el mismo periódico que festejó la muerte del Atila del Sur en 1919, entendió perfectamente el cambio. Así, en 1922 publicó: “.. los hombres que, como Emiliano Zapata, alzando su figura por encima de la humanidad, alentados por ideas sublimes y magnánimas, ofrecen su sangre, su vida y todo cuanto valen, en aras de las aspiraciones comunes, olvidándose de sí mismos, desprendiéndose de los atávicos egoísmos de los insolentes y convirtiéndose en apóstoles de altísimos ideales”.16
·    17 El Universal, 17 de abril de 1919.
28La prensa hacía borrón y cuenta nueva de sus opiniones; sólo algunos recordaban —deseaban recordar— que poco antes se calificó de “profanación enorme” al hecho de querer “hacer un mártir del impenitente bandolero, de levantar altares al criminal feroz”, “labor solamente comprensible en los medrosos politicastros”.17 Nadie en su sano juicio —a excepción hecha claro está, de sus opositores— se atrevería, en 1922, a calificar públicamente a Obregón de medroso politicastro. Y para estas fechas se comenzaba a construir el panteón de héroes revolucionarios; en ese momento, la figura de Zapata se perfilaba como la abanderada histórica de una política agraria que rebasaría los ámbitos regionales para volverse proyecto nacional. Zapata, héroe trágico como el Dionisos griego, dejó de ser peligroso a la ciudad cuando se le incorporó a los misterios, al rito oficial. Cambió su figura monstruosa, incontrolable, del rebelde real, por la armónica, identificable, del héroe plástico. Cambió también su esencia dolorosa de hombre de carne y hueso. Se transformó dentro del ritual en hombre de naturaleza apacible aunque con un dejo temible de fuerza contenida. Se olvidó al hombre intransigente en favor del mártir ubicable, “pintable”, obra de arte que cabalga en un caballo que vuela sin moverse de su lugar. Y Zapata fue el Atila mientras amenazó a la ciudad, y se hizo héroe cuando la ciudad sometió nuevamente al campo, cuando le ganó la guerra. Se domesticó el peligro al convertirlo en símbolo positivo, constructor de lo que no quería, olvidando su realidad esencial del destructor que desea crear algo distinto. Se purificó al subversivo y se erigió al héroe “frontera”. El Zapata domesticado es el límite tolerado en la oposición, no en balde, en los años 20 y en 1953, durante las conmemoraciones de su muerte el 10 de abril, se hicieron críticas a quienes trataron de salir de la “familia revolucionaria” para oponerse a los candidatos oficiales y gobernantes en turno. Pues la naturaleza paradójica de Zapata como discurso lo ha hecho conjuro ante las crisis políticas y sombra terrible durante las crisis económicas. En las primeras, pone los límites a quienes suponen otro orden trasluciendo la pluralidad de un sistema que acepta aún al rebelde por antonomasia; en las segundas, como contraparte, recuerda el significado del descontento popular.
·    18 El Universal, 11 de abril de 1924.
29Pero Zapata también fue punta de lanza contra los tradicionales enemigos de la Revolución. El 10 de abril de 1924, el entonces candidato Plutarco Elias Calles declaró: “Y ahora una vez más es necesario que sepa la reacción mexicana y la reacción extranjera que yo estaré siempre con los principios más avanzados de la humanidad. Que sepa una vez más que ese programa revolucionario de Zapata, ese programa agrarista es mío”18
30Por otro lado, desde la misma década de los 20, la figura del rebelde sureño sirvió para dar nombre a organizaciones y lugares. Por ejemplo los de las Ligas de resistencia de Yucatán y Campeche en 1922, o el del municipio tabasqueño de Montecristo que en 1927 fue cambiado por el del actual Emiliano Zapata. Y esta tradición continuaría hasta nuestros días, en el que ejidos, el ingenio de Zacatepec, organizaciones políticas estudiantiles y campesinas y calles citadinas llevan el nombre del héroe. También entonces se cambió el lema zapatista de “Reforma, Libertad, Justicia y Ley” por el famoso, pero apócrifo, de “Tierra y Libertad”.
·    19 Comité Nacional Pro-homenaje, op. cit.
·    20 Ibidem, Carlos Sierra hizo una buena relación de la historia de Zapata-símbolo agrarista. Sierra r (...)
31En 1931, cuando ya no había dudas sobre la autenticidad heroica de Zapata, se creó el Comité Nacional Pro-homenaje Integral a Emiliano Zapata, reuniendo las firmas de diputados, gobernadores, delegados y del mismo pnr apoyando la iniciativa de heroificación nacional. En ese año, en un folleto reeditado varias veces, y con tirajes que hoy envidiarían varios periódicos, se dijo que Zapata era el continuador de la obra de Hidalgo y de Morelos, “cabal heredero del Indio de Guelatao”.19 También se propuso al Congreso de la Unión que se nombrara al rebelde suriano “Benemérito de la Patria” y que el 10 de abril fuese declarado “Día de Duelo Nacional”. Además se pidió que se levantara una estatua que ocupara el lugar de la ecuestre de Carlos IV (El Caballito) o que se pusiera en alguna glorieta del Paseo de la Reforma; y, finalmente, que su nombre fuera escrito con letras de oro en la Cámara.20
·    21 El Nacional, 11 de abril de 1940, citado por Carlos Sierra, op. cit., p. 79.
32Pero sus contornos finales fueron adquiridos durante el régimen presidencial del general Cárdenas. Y fue en esa época cuando se equiparó la labor del presidente de la República con los “trabajos” del héroe campesino. En 1940, por ejemplo, se dijo: “Lázaro Cárdenas, que ha enriquecido con su obra la iniciada por Zapata, es el mejor zapatista de México. Los que se oponen al desarrollo de su obra, los que se oponen a ello, son traidores a su jefe”.21 En esa misma ocasión, Vicente Lombardo Toledano explicó que la tierra había sido el logro zapatista, mientras que la conquista del subsuelo había sido el del cardenismo. La defensa de la recién adquirida riqueza petrolera mexicana se trataba como parte de un solo proyecto revolucionario que cerraba filas ante el inminente embate del enemigo externo. Vivos y muertos —en este caso Cárdenas y Zapata— se unían en torno a un hecho histórico que se convertía en un largo presente: las revoluciones del rebelde morelense en la década de los años 10 y la del presidente michoacano en los 30 convergían en una sola Revolución Mexicana.
33En ese entonces, el caudillo suriano dejó de ser tan sólo un héroe rural y se universalizó a través de las prácticas agraristas y nacionalistas de ese intenso régimen del presidente Cárdenas, y a través, también, de los expositores más influyentes de la época: los artistas plásticos. Con ello, Zapata se volvió un símbolo que educaba dentro de un proyecto que hacía resaltar los elementos de identidad de “lo mexicano”. De esta forma, olvidándose de la denigrante caricatura política de la década revolucionaria, los grabados y dibujos con el tema Zapata (vivo, muerto, a pie, a caballo), con letreros de “Tierra y Libertad”, del taller de la Gráfica Popular y los Zapatas del muralismo, engrandecían su figura como la más auténticamente revolucionaria y popular. Su función didáctica llegaba de manera inmediata, a simple vista. Asimismo, se ajustaba a los ideales nacionalistas con tema prehispánico o indígena, que le dieron al agrarismo zapatista ese aire de atavismo indio que lo ha acompañado hasta hoy. También los escritores participaron y en esa misma época Jesús Sotelo lnclán escribió su Raíz y razón de Zapata, obra histórica en la que el héroe se explica como heredero de una añejísima tradición de posesión, uso y lucha por la tierra. Zapata, desde entonces —y con la obra del que fuera general zapatista, Gildardo Magaña, Emiliano Zapata y el agrarismo en México— en la historiografía, la novela —una de las últimas más o menos exitosa fue Emiliano, de Alejandro Iñigo—y el cine —recuérdese Viva Zapatade Elia Kazán, con guión de John Steinbeck, recientemente publicado en los Estados Unidos (1975, 1991 y 1993) —ha encarnado diversas explicaciones, desde la venganza ancestral indígena y el movimiento agrario de raíces prehispánicas, hasta la rebeldía coyuntural y la hipotética vida después de huir de Chinameca en abril de 1919.
·    22 Citado por Carlos Sierra,ibidem, p. 100.
34Los primeros años de la década de los 50 evidenciaban una nueva escisión en la “familia revolucionaria”. Nuevamente el héroe “frontera” y su fecha ritual servían de conjuro. En 1949, en el xxx aniversario de su muerte, y en 1950, el presidente Miguel Alemán encabezó los festejos. Para el acto fueron reunidos expresamente los sobrevivientes revolucionarios de las distintas facciones. Juan Barragán, excarrancista, dijo en aquella ocasión (1950): “Este es para nosotros un testimonio de armonía y unidad revolucionaria”.22 Pero en 1953 la tormenta divisionista aún no se había despejado. El 10 de abril de ese año, en la ceremonia dedicada a Zapata y presidida por Adolfo Ruiz Cortines, el orador y expresidente Emilio Portes Gil fue contundente:
·    23 Ibidem, p. 105.
Los enemigos de la Revolución siguen siendo los enemigos de la Revolución (...) Yo clasifico a esos enemigos del movimiento social mexicano en dos grupos: aquellos que por su ideología retardataria y por sentirse herederos y representativos de las clases privilegiadas, ven con amargura todo lo que tiende a innovar y a imprimir nuevas modalidades al estado social, económico y cultural del país, y aquellos que han renegado de su pasado revolucionario por no haber logrado satisfacer sus ambiciones de lucro o de poder y que han sido inconsecuentes consigo mismos, cometiendo todo género de claudicaciones (...) Es imperdonable que (...) los renegados del movimiento progresista, se presten a ser instrumentos conscientes de nuestros seculares enemigos y lleguen, generalmente cada seis años, con motivo de la renovación de poderes federales, a cometer actos de verdadera traición, sólo porque no logran satisfacer mezquinas ambiciones.23
35En las décadas de los 60 y 70 continuaron las tendencias: discursos políticos, estudios historiográficos —como el de John Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, o el de Adolfo Gilly, La Revolución interrumpida, o bien el de Arturo Warman, ... Y venimos a contradecir. Los campesinos de Morelos y el Estado Nacional— nuevas ópticas de investigación—como el programa de entrevistas coordinado por Alicia Olivera—, festejos más o menos lucidos —como los del centenario del nacimiento del héroe en 1979—, más bronces, una medalla conmemorativa y otras perspectivas cinematográficas —que van desde el Zapata de Antonio Aguilar hasta el documental testimonial de García Videla, de la Filmoteca de la unam—, circulan un discurso que se ha hecho obligatorio y necesario a la vez. Su nombre se recuerda en espacios tan disímiles como el de las luchas contestatarias (desde la Unión Campesina Emiliano Zapata, fundada hacia finales de los 70, hasta los indígenas zapatistas rebeldes de Chiapas a partir de 1994) o una estación del metro. Con todo, el hombre, su signo y sus restos siguen perteneciendo más a Morelos que a la Nación: por consenso regional (de la zona zapatista de Morelos, Distrito Federal, Estado de México, Puebla y Guerrero) se decidió que su tumba permaneciera en el centro de Cuautla. Respecto a una realidad histórica todavía viva, Emiliano Zapata es el único héroe que no descansa en el Monumento a la Revolución.

NOTAS

2 Entrevista Villa-Zapata, Xochimilco, D. F., diciembre de 1914.
3 Archivo General de la Nación, Fondo Genovevo de la O, caja 14, exp. 3-6; entrevistas realizadas por Laura Espejel, Alicia Olivera, Citlali Marino, Carlos Barreto y Salvador Rueda dentro del programa de Historia Oral del inah (1974-1978).
4 Véase Jesús Sotelo Inclán, Raíz y razón de Zapata, México, fce, 1970; John Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, México, Siglo xxi Editores, 1972. Para características del calpulli: Arturo Monzón, “El calpulli en la organización social de los tenochcas”, México, UNAM, 1949; Alfredo López Austin, Hombre-dios,México, unam, 1973, p. 66 y ss.
5 Vicente Vértiz a la Secretaría de Fomento, mayo 31 de 1912. AGN, Secretaría de Gobenación, Asuntos Varios, 1911-1914, exp. 298.
6 Entrevista a Bibiana Guerrero, realizada por Laura Espejel-Adolfo García Videla-Salvador Rueda, Cuahixtla, Morelos.
7 Entrevista con Serafín Plascencia, realizada por Laura Espejel y Salvador Rueda en la ciudad de México, pho-inah.
8 Entrevista realizada con Agapito Pariente Aldana, realizada por Alicia Olivera en Tepalcingo, Morelos, pho-inah.
9 Entrevista con Feliciano Trejo Torres, realizada por Salvador Rueda en Anenecuilco, Morelos, para la película documental de Adolfo García Videla,Testimonios Zapatistas, Filmoteca de la unam, 1987.
10 Entrevista con Ángel Abúndez, realizada por Carlos Barreto y Salvador Rueda en Cuautla, Morelos, para la película de Adolfo García Videla, Testimonios Zapatistas.
11 Entrevista con Macedonio García Ocampo, realizada por Laura Espejel y Salvador Rueda de Juchitepec, Estado de México, para la película de A. García Videla, Testimonios Zapatistas.
12 Entrevista con Próspero García Aguirre, realizada por Laura Espejel y Salvador Rueda en Tlatenchi, Morelos, para Testimonios Zapatistas.
13 Entrevista con Irene Copado viuda de Reyes, realizada por Alicia Olivera en Calimaya, Estado de México, pho-inah.
14 Para relación de características simbólicas y de poder entre los hombres-dioses y los caudillos campesinos, véase Alfredo López Austin, Hombre-dios, op. cit, cap. x.
15 Discurso de Alvaro Obregón en Cuernavaca, reproducido en el folleto Comité Nacional Pro-homenaje Integral a Emiliano Zapata, spi, 1931, p. 55-56.
16 El Demócrata, 10 de abril de 1922.
17 El Universal, 17 de abril de 1919.
18 El Universal, 11 de abril de 1924.
19 Comité Nacional Pro-homenaje, op. cit.
20 Ibidem, Carlos Sierra hizo una buena relación de la historia de Zapata-símbolo agrarista. Sierra reconstruyó además la participación de los exzapatistas y vecinos de Xochimilco, en 1931, para el reconocimiento de Zapata como héroe nacional. Para el sentido que se ha dado a Zapata-símbolo, es imprescindible leer su libro Zapata, señor de la tierra, capitán de labriegos, México, ddf, 1985, p. 25-34.
21 El Nacional, 11 de abril de 1940, citado por Carlos Sierra, op. cit., p. 79.
22 Citado por Carlos Sierra, ibidem, p. 100.
23 Ibidem, p. 105.

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