EL TAJÍN EN EL SIGLO XVIII
“PAPANTLA. Como a fines de Marzo del presente
año Don Diego Ruíz, Cabo de la Ronda del Tabaco de esta Jurisdicción, andando
cateando los montes de ella con el fin de exterminar las siembras
del Tabaco, como es de su obligación: en el parage llamado en lengua Totonaca
del Tajin, que [p. 350] en la nuestra significa del rayo ó trueno, por el rumbo
del Poniente de este pueblo, á dos leguas de distancia, entre un espeso bosque,
halló un Edificio de forma piramidal con cuerpo sobre cuerpo á la manera de una
tumba hasta su cima ó coronilla: por la cara que mira al Oriente tiene una
escalera de piedra de silleria, como lo es toda la del Edificio, cortada á
regla ó escuadra, cuya escalera se compone de cincuenta y siete escalones
descubiertos, conociéndose efectivamente que otra gran porción de escalones
están subterrados siguiendo su natural descenso entre la maleza y broza del
terreno. Tendrá la escalera de latitud como diez ó doce varas [una vara
equivale a 83.59 cm], y subiendo por ella, en su mediania, á iguales distancias
de una á otra, se encuentran cuatro órdenes de nichos cuadrilongos como de poco
mas de media vara de latitud, una tercia de alto y otra de profundidad, hechos
con la mayor perfección, y en cada orden tres nichos, que por todos suman doce,
saliendo el cielo de cada orden de ellos al ayer en forma de repisa compuesta
de una piedra como de dos varas algo mas de largo, y vara y media de ancho, sin
lo empastado ó trabado en la misma escalera, y el grueso de cada loza de estas
como de una tercia, cortadas todas á escuadra, y guardando en su colocación sus
debidas proporciones: á los lados derecho é izquierdo de la nominada escalera
se descubren otras dos, cada una como de vara de ancho, por las que no se
pueden subir por estar sus escalones ciegos de la brosa, hojarasca, y lo que es
mas, de las muchas raíces que por todo el edificios se han ingerido de los
crecidos árboles que han nacidos sobre él, …”
IMAGEN: a) Grabado en cobre de la Pirámide de los
Nichos. Está firmado en el ángulo inferior izquierdo por un tal “García”.
Gazeta de México, 1785. Esta imagen primigenia fue tomada como base para la
elaboración del grabado contenido en la publicación de Pedro José Márquez y del
primer dibujo de las notas de Guillermo Dupaix. b) Dibujo a tinta y carbón de
la Pirámide de los Nichos. Se observa uno de los bloques prismáticos que se
hallaban al pie del edificio y que posiblemente servían como portaestandartes.
Guillermo Dupaix, ca. 1791-1803. c) Dibujo a tinta y carbón con detalles de un
nicho y de varios jeroglíficos de la pirámide. Se observan los bajorrelieves
que representan la pierna de un personaje y, quizás, el dibujo mal entendido
del motivo que ha sido llamado “Venus- Quetzalcóatl”, “signo 408 T’íyat” y “ojo
de volutas”. Guillermo Dupaix, ca. 1791-1804. d) Dibujo a tinta y carbón con
detalles arquitectónicos de la escalinata de la Pirámide de los Nichos: uno de
los dos nichos que rematan las alfardas en su parte superior y uno de los
cuatro conjuntos de tres nichos que decoran la escalinata. Guillermo Dupaix,
ca. 1791-1804.
Reprografía: Leonardo López Luján. Foto: American
Philosophical Society
Tomado de Leonardo López Luján, “El Tajín en el
siglo XVIII. Dos exploraciones pioneras en Veracruz.”, Arqueología Mexicana,
núm. 89, pp. 74-81.
EL ORIGEN DE LA CASA REAL DE TENOCHTITLAN
Los códices y las crónicas más antiguas que
tenemos indican que los tenochcas procedían de un lejano lugar, situado en un
difuso norte, conocido como Aztlan, de ahí que en los primeros tiempos este
pueblo fuera conocido con el nombre de aztecas. Las fuentes señalan, asimismo,
que los aztecas salieron de Aztlan por orden de su dios Huitzilopochtli, quien
en forma de águila o colibrí solía comunicarse con sus sacerdotes. Los aztecas
iniciaron así un largo camino lleno de vicisitudes
hasta llegar a Tenochtitlan, donde Huitzilopochtli volvió a manifestarse con el
fin de indicarle a su pueblo que ése era el lugar por él elegido y su destino
final. Todos sabemos que Tenochtitlan se fundó en un islote en medio del gran
lago de Texcoco, que la mayoría de los documentos concuerdan en decir que le
pertenecía a Azcapotzalco, capital del pueblo tepaneca. El islote recibió el
nombre de México, que se traduce como “en el lugar de Mexi o Meçitli”, otro de
los nombres de Huitzilopochtli, de ahí que los peregrinantes recibieran después
el nombre de mexicas. No obstante, como en una parte de la isla vivían los
tlatelolcas y en la otra se asentaron los tenochcas, es necesario hacer la
diferencia entre mexicas-tlatelolcas y mexicas-tenochcas.
Ahora bien, que fuera el dios el que señalase el
lugar donde los tenochcas debían vivir, legitimaba por sí misma la nueva
fundación, el establecimiento de una casa real y el derecho de sus miembros a
gobernar. Es lo que explica la importancia de construir un templo que albergara
a Huitzilopochtli, y que como era habitual entre los pueblos peregrinantes, no
se trataba de una escultura de bulto redondo sino un envoltorio, generalmente
hecho de mantas, en cuyo interior había una serie de objetos que representaban
a la esencia de la divinidad (una espina, cuentas de piedras, cabellos, puntas
de flecha, etc.). A este bulto sagrado se le conocía con el nombre de
tlaquimilolli.
Tomado de María Castañeda de la Paz, “La casa real
de Tenochtitlan. Presentación”, Arqueología Mexicana, núm. 141, pp. 16-17
ITZAMNAAJ. EL DIOS CREADOR (DIOS D)
Diversas fuentes señalan que Itzamnaaj era el
dios supremo del panteón maya, aunque conocido con otros nombres. Se creía que
era creador de todo cuanto existe e imagen misma del cosmos, como lo expresa su
nombre, alusivo a un mundo formado por grandes reptiles bicéfalos, uno en cada
rumbo del universo. Por sus cualidades de dios creador se le personificó como
un anciano. Su residencia era celestial, y desde ahí dictaba los designios del
cosmos, sentado sobre una banda astronómica,
símbolo de planetas y otros cuerpos celestes que en las representaciones
zoomorfas puede formar parte de su cuerpo. Debido a su omnipresencia también se
le representó de otras maneras y recibió varios nombres, según sus múltiples
advocaciones. Como ave (Itzam Ye) simbolizaba el nivel celeste, y como
cocodrilo (Itzam Kab Ayin), el plano terrestre; su imagen igualmente puede
mostrar atributos de venado, serpiente, pez y jaguar, por lo que además se le
asociaba con el agua, el rocío, el fuego, el hálito de vida y la muerte. En la
escritura jeroglífica, el nombre de Itzamnaaj está formado por un prefijo, en
forma de escudo o espejo, y el rostro mismo de la deidad. Ambos, o sólo el
prefijo, fueron utilizados en los textos para identificar sus imágenes o como
parte del nombre de algunos gobernantes.
Tomado de Tomás Pérez Suárez, “Dioses mayas”,
Arqueología Mexicana, núm. 88, pp. 57-65.
No hay comentarios:
Publicar un comentario