jueves, 17 de noviembre de 2016

EL TAJÍN EN EL SIGLO XVIII


“PAPANTLA. Como a fines de Marzo del presente año Don Diego Ruíz, Cabo de la Ronda del Tabaco de esta Jurisdicción, andando cateando los montes de ella con el fin de exterminar las siembras del Tabaco, como es de su obligación: en el parage llamado en lengua Totonaca del Tajin, que [p. 350] en la nuestra significa del rayo ó trueno, por el rumbo del Poniente de este pueblo, á dos leguas de distancia, entre un espeso bosque, halló un Edificio de forma piramidal con cuerpo sobre cuerpo á la manera de una tumba hasta su cima ó coronilla: por la cara que mira al Oriente tiene una escalera de piedra de silleria, como lo es toda la del Edificio, cortada á regla ó escuadra, cuya escalera se compone de cincuenta y siete escalones descubiertos, conociéndose efectivamente que otra gran porción de escalones están subterrados siguiendo su natural descenso entre la maleza y broza del terreno. Tendrá la escalera de latitud como diez ó doce varas [una vara equivale a 83.59 cm], y subiendo por ella, en su mediania, á iguales distancias de una á otra, se encuentran cuatro órdenes de nichos cuadrilongos como de poco mas de media vara de latitud, una tercia de alto y otra de profundidad, hechos con la mayor perfección, y en cada orden tres nichos, que por todos suman doce, saliendo el cielo de cada orden de ellos al ayer en forma de repisa compuesta de una piedra como de dos varas algo mas de largo, y vara y media de ancho, sin lo empastado ó trabado en la misma escalera, y el grueso de cada loza de estas como de una tercia, cortadas todas á escuadra, y guardando en su colocación sus debidas proporciones: á los lados derecho é izquierdo de la nominada escalera se descubren otras dos, cada una como de vara de ancho, por las que no se pueden subir por estar sus escalones ciegos de la brosahojarasca, y lo que es mas, de las muchas raíces que por todo el edificios se han ingerido de los crecidos árboles que han nacidos sobre él, …”


IMAGEN: a) Grabado en cobre de la Pirámide de los Nichos. Está firmado en el ángulo inferior izquierdo por un tal “García”. Gazeta de México, 1785. Esta imagen primigenia fue tomada como base para la elaboración del grabado contenido en la publicación de Pedro José Márquez y del primer dibujo de las notas de Guillermo Dupaix. b) Dibujo a tinta y carbón de la Pirámide de los Nichos. Se observa uno de los bloques prismáticos que se hallaban al pie del edificio y que posiblemente servían como portaestandartes. Guillermo Dupaix, ca. 1791-1803. c) Dibujo a tinta y carbón con detalles de un nicho y de varios jeroglíficos de la pirámide. Se observan los bajorrelieves que representan la pierna de un personaje y, quizás, el dibujo mal entendido del motivo que ha sido llamado “Venus- Quetzalcóatl”, “signo 408 T’íyat” y “ojo de volutas”. Guillermo Dupaix, ca. 1791-1804. d) Dibujo a tinta y carbón con detalles arquitectónicos de la escalinata de la Pirámide de los Nichos: uno de los dos nichos que rematan las alfardas en su parte superior y uno de los cuatro conjuntos de tres nichos que decoran la escalinata. Guillermo Dupaix, ca. 1791-1804.


Reprografía: Leonardo López Luján. Foto: American Philosophical Society


Tomado de Leonardo López Luján, “El Tajín en el siglo XVIII. Dos exploraciones pioneras en Veracruz.”, Arqueología Mexicana, núm. 89, pp. 74-81.

EL ORIGEN DE LA CASA REAL DE TENOCHTITLAN


Los códices y las crónicas más antiguas que tenemos indican que los tenochcas procedían de un lejano lugar, situado en un difuso norte, conocido como Aztlan, de ahí que en los primeros tiempos este pueblo fuera conocido con el nombre de aztecas. Las fuentes señalan, asimismo, que los aztecas salieron de Aztlan por orden de su dios Huitzilopochtli, quien en forma de águila o colibrí solía comunicarse con sus sacerdotes. Los aztecas iniciaron así un largo camino lleno de vicisitudes hasta llegar a Tenochtitlan, donde Huitzilopochtli volvió a manifestarse con el fin de indicarle a su pueblo que ése era el lugar por él elegido y su destino final. Todos sabemos que Tenochtitlan se fundó en un islote en medio del gran lago de Texcoco, que la mayoría de los documentos concuerdan en decir que le pertenecía a Azcapotzalco, capital del pueblo tepaneca. El islote recibió el nombre de México, que se traduce como “en el lugar de Mexi o Meçitli”, otro de los nombres de Huitzilopochtli, de ahí que los peregrinantes recibieran después el nombre de mexicas. No obstante, como en una parte de la isla vivían los tlatelolcas y en la otra se asentaron los tenochcas, es necesario hacer la diferencia entre mexicas-tlatelolcas y mexicas-tenochcas. 


Ahora bien, que fuera el dios el que señalase el lugar donde los tenochcas debían vivir, legitimaba por sí misma la nueva fundación, el establecimiento de una casa real y el derecho de sus miembros a gobernar. Es lo que explica la importancia de construir un templo que albergara a Huitzilopochtli, y que como era habitual entre los pueblos peregrinantes, no se trataba de una escultura de bulto redondo sino un envoltorio, generalmente hecho de mantas, en cuyo interior había una serie de objetos que representaban a la esencia de la divinidad (una espina, cuentas de piedras, cabellos, puntas de flecha, etc.). A este bulto sagrado se le conocía con el nombre de tlaquimilolli. 


Tomado de María Castañeda de la Paz, “La casa real de Tenochtitlan. Presentación”, Arqueología Mexicana, núm. 141, pp. 16-17


ITZAMNAAJ. EL DIOS CREADOR (DIOS D)

Diversas fuentes señalan que Itzamnaaj era el dios supremo del panteón maya, aunque conocido con otros nombres. Se creía que era creador de todo cuanto existe e imagen misma del cosmos, como lo expresa su nombre, alusivo a un mundo formado por grandes reptiles bicéfalos, uno en cada rumbo del universo. Por sus cualidades de dios creador se le personificó como un anciano. Su residencia era celestial, y desde ahí dictaba los designios del cosmos, sentado sobre una banda astronómica, símbolo de planetas y otros cuerpos celestes que en las representaciones zoomorfas puede formar parte de su cuerpo. Debido a su omnipresencia también se le representó de otras maneras y recibió varios nombres, según sus múltiples advocaciones. Como ave (Itzam Ye) simbolizaba el nivel celeste, y como cocodrilo (Itzam Kab Ayin), el plano terrestre; su imagen igualmente puede mostrar atributos de venado, serpiente, pez y jaguar, por lo que además se le asociaba con el agua, el rocío, el fuego, el hálito de vida y la muerte. En la escritura jeroglífica, el nombre de Itzamnaaj está formado por un prefijo, en forma de escudo o espejo, y el rostro mismo de la deidad. Ambos, o sólo el prefijo, fueron utilizados en los textos para identificar sus imágenes o como parte del nombre de algunos gobernantes.


Tomado de Tomás Pérez Suárez, “Dioses mayas”, Arqueología Mexicana, núm. 88, pp. 57-65.

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