La historia del pasado mexica
poco a poco ha ido despejándose; El Códice Sigüenza es uno de los medios más valiosos
por el cual hemos conocido algunos aspectos de la vida de de este pueblo
ancestral.
Los
códices, documentos de tradición prehispánica realizados por un tlacuilo o
escriba, podían ser religiosos, para uso de los sacerdotes de Ios diferentes
cultos, también los había dedicados a asuntos de carácter económico utilizados
como registro civil o de la propiedad y otros que consignaban los sucesos
históricos importantes. Al llegar los españoles e imponer una nueva cultura, la
realización de códices religiosos prácticamente desapareció; sin embargo, sí
encontramos gran cantidad de documentos con pictogramas que se refieren a
territorios específicos, donde delimitan propiedades o registran diferentes
asuntos.
El Códice Sigüenza
Este códice es un caso especial, su tema es histórico y trata de los orígenes
de los aztecas, su peregrinación y la fundación de la nueva ciudad de
Tenochtitlan. Aunque se realizó después de la Conquista, todavía presenta
algunos rasgos distintivos de las culturas indígenas. Se puede afirmar que un
tema como el de la migración azteca fue muy importante para aquel pueblo, que
llegó al Valle de México carente de un pasado glorioso.
A lo largo del documento se unen y amalgaman dos mundos
distintos. La proporción humana renacentista, el uso de tinta aguada sin
delimitación del contorno, el volumen, el dibujo más libre y realista, el
sombreado y el uso de glosas en abecedario latino, determinan la influencia
europea que ya se ha vuelto intrínseca en el discurso indígena que, dada la época
en que se realiza el códice, es difícil de disociar. No obstante, las
tradiciones arraigadas por siglos en el alma del tlacuilo persisten con gran
fuerza y así observamos que los glifos toponímicos o de lugar se siguen
representando con el cerro como símbolo locativo; el camino se indica con
huellas de pies; el grosor de la línea de contorno subsiste con ahínco; la
orientación del mapa se preserva con el Oriente en la sección superior, a
diferencia de la tradición europea en la que se utiliza el Norte como punto de
referencia; se usan pequeños círculos y la representación del xiuhmolpilli o
haz de varas para marcar lapsos de tiempo; no existe el horizonte, ni se
intenta hacer retratos y el orden de lectura lo da la línea que marca la ruta
de la peregrinación.
Como su nombre lo indica, El Códice Sigüenza perteneció
al célebre poeta y erudito Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700). Este
invaluable documento se encuentra en la Biblioteca Nacional de Antropología e
Historia de la Ciudad de México. Aunque la conquista española quiso cortar de
tajo cualquier nexo con el pasado, este códice es prueba auténtica de la
inquietud indígena, de la mirada hacia el pasado y del enraizamiento cultural
de los mexicas, que aunque debilitado, es evidente su presencia durante todo el
siglo XVI.
Comienza la peregrinación
Como dice la conocida leyenda, los aztecas salen de su
tierra natal Aztlán bajo la égida de su dios Huitzilopochtli (el colibrí del
sur). Durante la larga peregrinación visitan distintos lugares y el tlacuilo o
escriba nos llevará de la mano por las sinuosidades de la ruta. Es una
narración de experiencias, victorias y calamidades, el sincretismo entre lo
mítico mágico y lo histórico se entrelaza a través del manejo del pasado para
un fin político. El poderío azteca se difunde a partir de la fundación de
Tenochtitlan, y los mexicas rehacen sus leyendas para aparecer como pueblo de
honorables ancestros, se dicen descendientes de los toltecas y comparten sus
raíces con los colhuas, de allí el siempre mencionado Colhuacan. De hecho el
primer sitio que visitan es Teoculhuacan, haciendo alusión al Culhuacan o
Colhuacan mítico, representado con el cerro torcido en la esquina derecha del
cuadrete acuífero; dentro de este último observamos la isleta que representa a
Aztlán, donde un ave majestuosa se yergue ante sus seguidores, instándolos a
comenzar un largo recorrido hacia una tierra mejor.
Los hombres se organizan, ya sea por tribus o siguiendo a
un jefe determinado. Cada personaje lleva su emblema unido a su cabeza con una
fina línea. El autor del códice coloca 15 tribus que emprenden el viaje, cada
una representada por su jefe, separa cinco personajes que salen primero
encabezados por Xomimitl, que comienza la peregrinación llevando el símbolo de
su nombre, 'pie flechado'; le sigue el que probablemente se llame Huitziton,
después Xiuhneltzin, mencionado en el códice de 1567, derivándose su nombre de
xiuh-turquesa, Xicotin y el último Huitzilihuitl, jefe de los huitznaha
reconocido por la cabeza de colibrí.
Estos cinco personajes llegan a Aztacoalco
(aztlatl-garza, atl-agua, comitl-olla), sitio donde ocurre el primer
enfrentamiento desde la salida de Aztlán, -según este documento-- y observamos
la pirámide con el templo incendiado, símbolo de la derrota que acaeció en este
lugar. Aquí se unen 10 personajes o tribus más que marchan por el mismo camino
hacia Tenochtitlan, el primero que encabeza este nuevo grupo no ha sido
identificado y se tienen varias versiones, es probable que se trate del jefe de
los tlacochalcas (que quiere decir donde se almacenan los dardos), Amimitl (el
que lleva la vara de Mixcóatl) o Mimitzin (nombre que viene de mimitl-flecha),
el siguiente, que por cierto más adelante desempeñará un importante papel es
Tenoch (el de la tuna de piedra), después aparece el jefe de los matlatzincas
(que vienen del lugar de las redes), les siguen Cuautlix (rostro de águila),
Ocelopan (el del estandarte de tigre), va detrás Cuapan o Quetzalpantl, caminan
después Apanecatl (canales de agua), Ahuexotl (sauce de agua), Acacitli (liebre
de cañaveral), y el último que probablemente no se ha identificado hasta la
fecha.
La ira de Huitzilopochtli
Después de pasar por Oztocolco (oztoc-gruta, comitl-
olla), Cincotlan (cerca de la olla de mazorcas), e Icpactepec, los aztecas llegan
a un sitio donde erigen un templo. Huitzilopochtli, al ver que sus seguidores
no habían esperado hasta llegar al lugar sagrado, se enfurece y con sus poderes
divinos manda un castigo sobre ellos: las copas de los árboles amenazan con
caer cuando sopla un fuerte viento, los rayos que caen del cielo chocan contra
las ramas y la lluvia de fuego incendia el templo, localizado sobre la
pirámide. Xiuhneltzin, uno de los jefes fallece en este sitio y su cuerpo
amortajado aparece en el códice para hacer constar este hecho. En este sitio se
festeja la Xiuhmolpillia, símbolo que aparece aquí como un haz de varas sobre
un pedestal trípode, es el término de un ciclo de 52 años, es cuando los
indígenas se preguntan si el sol saldrá de nuevo, si habrá vida al siguiente
día.
La peregrinación sigue, pasan por diversos lugares, el
tiempo acompasado con lapsos de estancia que varían desde 2 hasta 15 años en
cada sitio, está señalado por pequeños círculos a un lado o debajo de cada
topónimo. Siempre siguiendo las huellas que marcan el camino, guiados por su
dios guerrero, siguen la marcha hacia un lugar desconocido, pasando por muchos
pueblos como es Tizaatepec, Tetepanco (en las paredes de piedra), Teotzapotlan
(lugar de los zapotes de piedra ), etcétera, hasta llegar a Tzompanco (donde se
ensartan los cráneos), sitio importante repetido en casi todas las crónicas de
la peregrinación. Después de recorrer varios poblados más, arriban a
Matlatzinco en donde hay una desviación; los Anales de Tlatelolco narran que
Huitzilihuitl se extravía por un tiempo para luego unirse de nuevo a su pueblo.
La fuerza divina y la esperanza de un lugar prometido genera la energía
necesaria para proseguir por el camino, visitan varios sitios importantes como
Azcapotzalco (hormiguero), Chalco (lugar de la piedra preciosa), Pantitlan,
(sitio de banderas) Tolpetlac (donde están los tules) y Ecatepec (cerro de
Ehécatl, dios deI viento), todos ellos mencionados también en la Tira de la
Peregrinación.
La batalla de Chapultepec
Así mismo visitan otros sitios menos conocidos hasta que
después de cierto tiempo se establecen en Chapultepec (cerro del chapulín)
donde el personaje Ahuexotl (sauce de agua) y Apanecatl (el de Apan, -canales
de agua- ) yacen muertos al pie de la montaña después de un enfrentamiento
contra los colhuas, grupo que se había asentado en estos parajes con
anterioridad. Tal fue la derrota que algunos salen huyendo hacia lo que más
tarde sería Tlatelolco, pero en el camino son interceptados y Mazatzin, uno de
los jefes mexicas, es descuartizado; otros prisioneros son llevados a Culhuacan
donde mueren decapitados y algunos más se esconden en la laguna entre los
tulares y los carrizales. Acacitli (liebre de cañaveral), Cuapan (el de la
bandera) y otro personaje asoman sus cabezas entre la maleza, son descubiertos
y llevados prisioneros frente a Coxcox (faisán) jefe de los colhua, el cual
sentado en su icpalli o trono recibe el tributo de sus nuevos siervos, los
aztecas.
A partir de la batalla en Chapultepec la vida de los
mexicas cambia, se convierten en siervos y prácticamente termina su etapa
nómada. El tlacuilo plasma los últimos datos de la peregrinación en un espacio
reducido, aglutinando los elementos, zigzagueando el camino y agudizando las
curvaturas de la ruta. Lo más interesante es que en este punto hay que girar el
documento prácticamente de cabeza para poder seguir la lectura, todos los
glifos que aparecen después de Chapultepec están en sentido inverso, el terreno
pantanoso y lacustre que caracteriza al Valle del centro de México se observa
por la aparición de hierbas silvestres que rodean estos últimos locativos. Este
es el único espacio donde el autor se concede la libertad de pintar el paisaje.
Más adelante, los aztecas logran establecerse en Acolco
(en medio del agua), y después de pasar por Contintlan (junto a las ollas),
combaten de nuevo en un sitio cerca de Azcatitlan- Mexicaltzinco con algún otro
pueblo no identificado aquí. La muerte, simbolizada por un decapitado, acosa
una vez más al pueblo que peregrina.
Caminan bordeando los lagos del Valle de México pasando
por Tlachco, donde se localiza el juego de pelota (único sitio dibujado en
plano aéreo), Iztacalco, donde hay un combate señalado por el escudo del lado
derecho de la casa. Después de este suceso una mujer de la nobleza, que estaba
encinta, tiene una criatura, por lo que este sitio es nombrado Mixiuhcan (lugar
del parto). Después de dar a luz se acostumbraba que la madre tomara el baño
sagrado, temascalli de donde se deriva el nombre de Temazcaltitlan, lugar donde
se asientan los mexicas 4 años y festejan la Xiuhmolpillia (celebración del
fuego nuevo).
La fundación
Finalmente, la promesa de Huitzilopochtli se cumple,
llegan al sitio indicado por su dios, se establecen enmedio de la laguna y fundan
la ciudad de Tenochtitlan aquí representada por un círculo y un nopal, símbolo
que marca el centro y la división de los cuatro barrios: Teopan, hoy San Pablo;
Atzacoalco, San Sebastián; Cuepopan, Santa María y Morotlan, San Juan.
Cinco personajes aparecen
como fundadores de Tenochtitlan, entre ellos el renombrado Tenoch (el de la
tuna de piedra) y Ocelopan (el del estandarte de tigre). Cabe mencionar que se
construyen dos canales de agua que vienen desde Chapultepec para abastecer a la
ciudad con el manantial que surge desde este paraje, y que se indica en este
códice con dos líneas azules paralelas, que recorren el terreno pantanoso,
hasta llegar a la ciudad. El pasado de los pueblos indígenas mexicanos se
encuentra registrado en los documentos pictográficos que como este nos
transmiten información acerca de su historia. El estudio y la difusión de estos
importantes testimonios documentales permitirán a todos los mexicanos la
comprensión cabal de nuestros orígenes.
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