El 15 de julio de 1914, Francisco Carvajal sustituyó a Huerta
como presidente Interino de México, luego de que
éste presentara su renuncia ante el Congreso de la Unión. Ese mismo día el
usurpador se esfumó, cargado de 15 millones de pesos, según el escritor Ramón
Prida, en su libro De la dictadura a la anarquía, que Huerta sustrajo del
erario através de su Secretario de Hacienda, Adolfo de la Lama y su tesorero,
Antonio Paredes.
El usurpador sínicamente declaró el día de su renuncia: “Dejo la
presidencia llevándome la mayor de las riquezas humanas, pues declaro que he
depositado en el banco que se llama conciencia universal, la honra de un
puritano.” Claro, la mayor de las riquezas fue el tesoro nacional, además de
usurpador, alcohólico y asesino, fue un ladrón, que de muy poco le sirvió el
dinero, murió preso en una cárcel de Texas, año y medio después, el 13 enero de
1916.
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