En la
época prehispánica, los códices cumplían con una importante función social, de
acuerdo con su temática principal. El calendario religioso (tonalpohualli),
además de señalar las fiestas de los dioses y sus ritos complejos, se empleaba
para pronosticar el futuro del recién nacido, determinar las fechas propicias
de las ceremonias religiosas, como la purificación o el matrimonio, fijar la
partida de los comerciantes, el principio favorable de una guerra o de la
construcción de obras públicas, etc. Las matrículas de tributos consignaban la
tributación de los pueblos sujetos, tanto en especie como en servicio personal.
Para
nosotros, los códices son fuentes históricas de primera mano que dejaron
asentada la visión indígena por medio de sus manifestaciones artísticas,
plasmadas en su sistema de escritura, que nos hace conocer y valorar nuestras
más profundas y tradicionales raíces.
¿Cómo
se leían los códices?
Para
leer los documentos, se colocaban completamente extendidos, horizontalmente,
protegidos por esteras (petates), en el suelo. El tlacuilo-lector y los oyentes
se situaban alrededor del manuscrito; podían así verlo en su totalidad y
moverse en torno de él. El lector podía relacionar sus lecturas iniciales,
finales e intermedias según las necesidades de la información.
Tomado
de Joaquín Galarza, “Los códices mexicanos”, Arqueología
Mexicana, Edición especial núm. 31, Códices
prehispánicos y coloniales tempranos. Catálogo, pp. 6 - 9.
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