Mucho se dice que los 4 Atlantes de la zona Arqueológica
de Tula de Allende no eran más que 4 columnas que sostenían un techo de la
pirámide principal, pero hay una leyenda que cuenta algo completamente
diferente...
En realidad estos atlantes eran 4 guerreros toltecas, que
estaban cuidando cada uno de los 4 puntos cardinales de la ciudad: Norte, Sur,
Este y Oeste, estos guerreros permanecerían inmóviles, dormidos mientras Tula
estuviera en paz y calma, pero si llegaba el momento que Tula fuera atacada por
manos enemigas estos 4 gigantes toltecas cobrarían vida y defenderían la
ciudad, con sus armas que portan en cada mano.
Sin embargo esta leyenda no podría cumplirse, ya que
algunos atlantes se encuentran en museos fuera de la ciudad de Tula. Aun así no
deja de ser una historia fascinante.
Itzcóatl, “Serpiente de obsidiana”
(1427-1440)
Su
nombre, que significa “serpiente de obsidiana”, se representa como una
serpiente con puntas de obsidiana sobre el cuerpo. Nacido en 1380, fue hijo de
Acamapichtli, primer tlatoani mexica, y una mujer tepaneca, al
parecer una esclava o una sirvienta. Hermano de Huitzilíhuitl, segundo tlatoani, y tío de
Chimalpopoca, quien lo antecedió en el trono, y de Moctezuma Ilhuicamina, quien
fue su sucesor. Se sabe que tuvo varias esposas y siete hijos, ninguno de ellos
entre los tlatoque de épocas posteriores.
Impulsor
definitivo de la hegemonía mexica sobre los pueblos de su época, en más de un
sentido Itzcóatl puede considerarse el fundador del imperio mexica. Fue durante
su reinado que los mexicas se liberaron de la tutela tepaneca, que se
estableció la alianza con Tacuba y Tetzcoco, y que se formalizó la estructura
política acorde al nuevo papel de Tenochtitlan como cabeza de una poderosa entidad
que tenía como sustento principal los tributos de los pueblos sujetos.
Las
crónicas señalan que tomó el poder a la edad de 47 años, en un momento en que
Tenochtitlan vivía un fuerte acoso por parte de los tepanecas de Atzcapotzalco,
quienes habían asesinado a Chimalpopoca. En virtud de esta grave situación,
Itzcóatl resultaba el sucesor adecuado tanto por su ascendencia como por su
experiencia y probada capacidad en asuntos militares. Había ejercido el cargo
de tlacochcálcatl
durante el reinado de Huitzilíhuitl y Chimalpopoca.
Gracias
a su experiencia y al conocimiento del manejo de las situaciones políticas,
Itzcóatl fue capaz de ponderar adecuadamente la importancia de contar con ayuda
para enfrentar al poderoso imperio tepaneca. Antes de emprender la batalla
definitiva contra Azcapotzalco, estableció alianzas con los tepanecas de
Tacuba, cuyo gobernante Totoquihuaztli rivalizaba con Máxtlatl y con
Nezahualcóyotl de Tetzcoco, también con añejas rencillas con aquella ciudad. En
lo interno contó con la colaboración de dos importantes personajes, su sobrino
Moctezuma Ilhuicamina y, principalmente, Tlacaélel. Éste, desde el cargo de cihuacóatl , fue un influyente factor en la toma
de las decisiones que desembocaron en la derrota de Atzcapotzalco en 1428, tras
una batalla que duró 114 días.
Tras su
victoria, Itzcóatl emprendió una profunda transformación de la estructura
política mexica al conceder títulos a quienes habían apoyado y se habían
distinguido en la guerra contra los tepanecas, y al repartir tierras de los
pueblos conquistados entre la nobleza mexica. A esta renovada conciencia de la
grandeza de su pueblo se relaciona la decisión de Itzcóatl de destruir los
documentos que resguardaban la historia de los pueblos de la región, y ordenar
la elaboración de otros en que se destacara la importancia del pueblo mexica.
Emprendió además el engrandecimiento de Tenochtitlan, para lo cual fue
fundamental el acceso recién conseguido al tributo de los pueblos sojuzgados.
Tras la
derrota de Azcapotzalco, Itzcóatl en compañía de sus nuevos aliados llevó a
cabo incursiones para someter a las ciudades en la Cuenca de México que
pertenecían al antiguo dominio tepaneca, requisito indispensable para asegurar
la permanencia de su dominio. Itzcóatl además realizó campañas en regiones más
distantes con el fin de conquistar pueblos que tributaban a los tepanecas. A
diferencia de los gobernantes de Azcapotzalco, cuya política sobre los pueblos
conquistados consistía en deponer e incluso asesinar a los gobernantes, Itzcóatl
los mantenía en su puesto –si bien se apropiaba de tierras en su territorio,
las que eran concedidas a la nobleza mexica y de los pueblos aliados–, con lo
que aseguraba que siguieran funcionando adecuadamente y entregaran regularmente
el tributo requerido. Aunque formalmente compartían el poder con los otros
integrantes de la alianza, lo cierto es que desde el inicio Tenochtitlan la
encabezaba y sacaba el mayor provecho de ella. Itzcóatl murió en 1440, a la
edad de 60 años, y dejó un importante legado. Al final de su reinado, los
mexicas habían pasado de una situación de vasallaje a convertirse en la ciudad
más poderosa de la Cuenca de México y se encontraban a la cabeza de la alianza
que a la larga dominaría buena parte de Mesoamérica.
Tomado
de Enrique Vela, Arqueología Mexicana, Especial 40, Los
tlatoanis mexicas. La construcción de un imperio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario