Preclásico Medio (1200-400 a. C.)
ESCULTURA.- Durante el Preclásico Medio floreció
la primera tradición de arte escultórico monumental en Mesoamérica. Fueron las
cabezas colosales, los altares y las estelas labradas en estilo olmeca los que
inicialmente se utilizaron para identificar esta manifestación cultural de la
planicie costera del Golfo de México, en el primer milenio antes de nuestra
era. Se ha propuesto que parte del conjunto
escultórico de Abaj Takalik, Guatemala, pudiera ser el antecedente de aquellos
monumentos localizados en sitios de la Costa del Golfo. Según estudios
estilísticos, el corpus escultórico de San Lorenzo es el que presenta el mayor
número de piezas en estilo “clásico” olmeca. Los temas persisten a través del
tiempo, como el de las cabezas colosales, pero en sitios como La Venta y otros
éstas presentan variaciones estilísticas que reflejan diferencias temporales.
En sitios en donde las esculturas olmecas han sido
encontradas en su posición original, es posible detectar ciertos patrones en su
relación con el paisaje arquitectónico o natural, y aun entre ellas mismas.
Ejemplo de ello es el conjunto de tres cabezas colosales de La Venta, que
probablemente señalaban el acceso norte a esta antigua ciudad.
CERÁMICA.- Los sitios de la Costa del Golfo,
Oaxaca, Guerrero-Morelos y la Cuenca de México por lo general presentan al
mismo tiempo diferentes tradiciones alfareras: por una parte, vasijas y
figurillas de manufactura local, en las que se utilizaban materias primas del
lugar y que en su gran mayoría podrían considerarse como de uso cotidiano y
doméstico; por otra parte, cerámica que representa un porcentaje reducido de la
producción del sitio y que, usualmente, está también elaborada con técnicas y
materias primas locales, aunque con ciertas formas y 'elementos decorativos
especiales. Este tipo de cerámica anteriormente era identificada como olmeca,
pero ahora cada vez con mayor frecuencia se le considera panmesoamericana, dada
la incertidumbre sobre su lugar de origen. Y, por último, está la cerámica
evidentemente foránea, en vista de que sus pastas y formas eran importadas de
diversos lugares.
Tomado de Rebecca B. González Lauck, “Arqueología
Mexicana”, núm. 45, pp. 12-17.
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