jueves, 17 de noviembre de 2016

EL GALEÓN DE MANILA

 



El Galeón de Manila o la Nao de China era el nombre con el cual se denominaba a la ruta comercial que conectaba al reino de España con las riquezas de Asia a través de la Nueva España. La corona española había impulsado varias expediciones a fin de encontrar la ruta de las especias, pero fue hasta la expedición de Miguel López de Legazpi que se encontraría exitosamente la ruta del tornaviaje. Legazpi habría ordenado a Felipe de Salcedo y fray Andrés de Urdaneta zarpar hacia el puerto de Acapulco, hazaña que lograrían gracias a los conocimientos obtenidos por este último durante los años que había vivido en las islas. Mientras tanto, Legazpi sentaría las bases para establecer el comercio con Asia y la administración española en las Filipinas. 


Fray Andrés de Urdaneta y Felipe de Salcedo establecieron la ruta de tornaviaje el 8 de octubre de 1565, cuando arribaron al puerto de Acapulco e iniciaron un comercio que duraría cerca de 250 años. El Galeón de Manila, llamado así por la dirección que llevaba, debía zarpar en el mes de junio aprovechando los vientos de los monzones para llegar al norte y evitar la época de tifones; una vez fuera del archipiélago filipino se encontraba en mar abierto, seguía rumbo al norte hasta situarse muy cerca de la costa del Japón y hallar la corriente del Kuro-sivo, con la cual navegaba hasta avistar las costas de California, para luego continuar hacia el sur por toda la costa hasta llegar al puerto de Acapulco. La navegación solía demorar alrededor de seis meses, pero se tiene registro de que en 1724 el galeón de La Sagrada Familia tardó hasta nueve meses en realizar el viaje.


Se transportaban especias como canela, clavo y pimienta; piezas de porcelana como platos, tazones, tazas; vasos de cobre y hierro colado; vestimentas y ropas de cama, así como telas crudas como la seda, terciopelos, damascos, rasos; clavazón de todo tipo; además de cuchillos, cera blanca y amarilla, animales exóticos y muebles (escritorios, camas y sillas), algunos con incrustaciones de nácar o laqueados.


Tomado de Luz María Mejía, “El Galeón de Manila. La ruta transpacífica”, Arqueología Mexicana, núm. 105, pp. 34-38.

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