La Toma de
la Alhóndiga de Granaditas
La Toma de la Alhóndiga de Granaditas fue una acción bélica realizada en Guanajuato, Nueva España el 28
de septiembre de 1810, entre los soldados realistas de la provincia y los
insurgentes comandados por Miguel Hidalgo e Ignacio Allende. El pavor desatado
en los círculos sociales de la capital provinciana hizo que el intendente, Juan
Antonio Riaño, pidiera a la población acuartelarse en la Alhóndiga de
Granaditas, granero construido en 1800, y en cuya construcción había
participado Miguel Hidalgo como asesor de su viejo amigo Riaño. Tras varias
horas de combate, Riaño fue asesinado y los españoles que ahí se habían
refugiado deseaban rendirse. Los militares al servicio del virrey continuaron
la lucha, hasta que los insurgentes lograron entrar para después masacrar no
sólo a la escasa guardia que lo defendía, sino también a las numerosas familias
de civiles refugiadas en él. Muchos historiadores consideran este
enfrentamiento más como un motín o masacre de civiles que una batalla, pues no
se dieron condiciones de igualdad militar entre ambos bandos.
Es la misma
información, solo que mejor estructurado.
Este episodio
histórico ocurrió el 28 de setiembre de 1810, en el contexto de la Guerra de
Independencia de México. Se trata del primer enfrentamiento bélico entre el
ejército insurgente al mando del cura Miguel Hidalgo y las tropas realistas
encabezadas por el intendente Juan Antonio Riaño.
Después del
Grito de Dolores (16-09-1810) el cura Hidalgo formó un ejército de 6000 hombres
y tomó sin resistencia las ciudades de San Miguel el Grande, Celaya y
Salamanca. En esta última, Hidalgo fue proclamado Capitán General de los
Ejércitos de América e Ignacio Allende fue nombrado teniente general. Mientras
tanto, desde Ciudad de México, el nuevo virrey Francisco Javier Venegas ordenó
a los intendentes del virreinato que sofoquen el levantamiento.
Cuando el
ejército insurgente llegó a Guanajuato, el intendente Reaño, 600 soldados y
miles de civiles se habían refugiado en la Alhóndiga de Granaditas. Hidalgo les
pidió rendirse y entregar el edificio pacíficamente, pero los realistas
respondieron con fuego de artillería iniciándose un sangriento choque al
mediodía del 28 de setiembre de 1810.
Los sitiadores,
dirigidos por Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, combatieron con
denuedo e incluso dieron muerte al intendente Reaño, pero no lograban ingresar
a la Alhóndiga. Recién cuando el robusto minero Juan José de los Reyes
Martínez, apodado "El Pípila", puso fuego a la puerta del local, los
insurgentes entraron al edificio y aniquilaron a los soldados sobrevivientes y
a muchos civiles refugiados. En los días siguientes los insurgentes saquearon
todo Guanajuato, hasta que el 1 de octubre salieron con rumbo a Valladolid.
La Batalla del
Monte de las Cruces
La Batalla del Monte de las Cruces fue un
enfrentamiento militar ocurrido en Monte de las Cruces, cercano a Toluca,
Estado de México, el 30 de octubre de 1810, entre las fuerzas del Ejército
Insurgente, dirigido por Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, y las fuerzas leales
a la Corona española, comandadas por el general Torcuato Trujillo. Tras
triunfar en la Toma de la Alhóndiga de Granaditas, el 28 de septiembre los
sublevados se dirigieron a Valladolid y más tarde tomaron Toluca, el 25 de
octubre. El Virrey de la Nueva España, Francisco Xavier Venegas ordenó al
general Trujillo, ponerse al frente de las pocas guarniciones realistas de la
capital, y con ellas habría de emprender un intento para hacer frente a los
independentistas. La mañana del 30 de octubre, les alcanzaron en un paraje
cercano a la capital conocido como Monte de las Cruces. Los realistas fueron
derrotados por los más de 80.000 insurgentes, quienes consiguieron gran parte
del armamento español y estuvieron a un paso de tomar la Ciudad de México, pero
por motivos desconocidos, Hidalgo decidió no entrar en México y retirarse al
Bajío, donde el 7 de noviembre, Félix María Calleja infligió la primera derrota
insurgente en la Batalla de Aculco, hecho que distanció a Hidalgo de Allende,
ya que los jefes insurgentes tomaron rutas distintas; el primero marchó a
Valladolid y el segundo a Guanajuato.
Batalla del Puente de Calderón.
17
enero 1811.
En
tan sólo dos meses, ya tenía un contingente de más de 80,000 hombres (hay
diversos autores que afirman que eran 90,000 e incluso 100,000 personas), y de
82 a 95 cañones, en su mayoría elaborados con grandes deficiencias.
Después
de tantas dificultades, el Ejército Insurgente, aparentemente estaba listo para
combatir, si bien todavía la gran mayoría del contingente era indisciplinado.
Se mandaron partidas de caballería por la ruta que debía seguir Calleja y su
gente; la avanzada independentista informó que los realistas estaban cerca de
Tierra Colorada, lo cual provocó alarma general en Guadalajara.
Ante
esta situación, Hidalgo dispuso que se realizara una junta, a fin de determinar
el plan de campaña a seguir, para enfrentar a Calleja y a sus tropas, así como
en qué sitio debía esperarlos y tratar de derrotar al Ejército Realista.
Allende pensaba combatir a los realistas en el Puente de Calderón y batirlo por
la retaguardia con 2,000 jinetes. Este plan era apoyado por todos los Jefes de
caballería, porque creían que era posible derrotar de esa manera al enemigo.
En
contraparte, Hidalgo argumentó que su gente no podía combatir en desventaja
contra los realistas, ya que eran superiores en número, y si se enfrentaban
solamente las fuerzas organizadas, era segura la derrota, además de que las
victorias que habían tenido los insurgentes, se debían a la superioridad
numérica, por lo que determinó que en ese importante momento, no iba a cambiar
su forma de combatir. Al final de cuentas, los asistentes votaron para elegir
el plan que más les convenía, siendo elegida la propuesta de Hidalgo,
disponiéndose que la gente se dirigiera al Puente de Calderón, para preparar la
batalla.
Hidalgo,
al tener noticia de que del rumbo de Michoacán se dirigían a Guadalajara tropas
realistas bajo el mando del Brigadier José de la Cruz, con el objetivo de
unirse a las de Calleja y atacar a los insurrectos, mandó al antiguo Capitán
del Regimiento de Valladolid, Ruperto Mier, con 2,00 hombres y 27 cañones, para
tratar de detenerlos. Después de hora y media de sangriento combate, el
Brigadier de la Cruz quedó dueño del campo de batalla. El General Cruz y su
gente, de inmediato reanudaron su marcha hacia Guadalajara, para unirse a
Calleja; sin embargo, no llegó a tiempo para unirse a los realistas, que
avanzaban sobre la capital tapatía.
Al
conocerse la noticia de que Calleja se dirigía a Guadalajara desde Lagos, el
Cura Hidalgo dispuso la salida de sus tropas. El 14 de enero de 1811, los
93,000 soldados insurgentes, divididos en tres cuerpos, comandado el primer
bloque por el propio Hidalgo e Ignacio Allende, el segundo bajo el mando de
Abasolo y el tercero, la retaguardia, dirigido por José Antonio Torres. En ese
orden, avanzaron hasta las cercanías del Puente de Guadalajara, donde acamparon
en las llanuras. Al día siguiente, Hidalgo supo de la derrota de Mier en
Urepetiro, por lo que, temiendo que el Brigadier de la Cruz se reuniera con
Calleja, se propuso ocupar las posiciones naturales de Puente de Calderón. El
16 de enero el numeroso pero poco adiestrado Ejército Insurgente ocupaba las
lomas que se extendían detrás del puente, extendiéndose hasta las llanuras que
cruzaban el camino real a Guadalajara. Por su parte, Calleja sin esperar al
General de la Cruz resolvió enfrentar al numeroso ejército rebelde, por lo que
salió de Tepatitlán el 16 de enero y llegó a La Joya, a la izquierda de Puente
de Calderón. El lugar llamado Puente de Calderón era una barranca, en la que
confluían el río de Calderón, entre el río Grande o Tototlán y el arroyo de las
Amarillas. Sobre el río se alzaba el Puente de Calderón, que dominaba el frente
y la derecha, rumbo a Guadalajara, por dos prolongadas y ásperas lomas, que
forman los lados de un rectángulo.
La
mañana del 17 de enero de 1811, estaban los contendientes frente a frente; por
un lado, los insurgentes colocados sobre las lomas dominantes, casi paralelos a
la corriente del río, ante el Puente de Calderón; Calleja, por su parte,
argumentó que, para impedir que Hidalgo aumentara su gente, resolvió enfrentar
al numeroso ejército rebelde, quizá porque el General de la Cruz era más
antiguo en el grado, y se debía subordinar y cederle el mando de las tropas, lo
que significaba, en caso de triunfo entregarle la gloria y el poder.
Lógicamente, Calleja las quería para él y no para otro.
Cuando
ambos contendientes estaban tomando posiciones, se suscitó una eventualidad,
que casi provoca que la batalla se iniciara antes de tiempo, pero que fue uno
de los factores que propiciaron que los insurgentes no se terminaran de
acomodar. Dicho suceso fue que el hijo de Allende estaba estrenando un caballo,
que quiso montar el día de la batalla, y como su padre le encargó que comunicara
una orden a Arias, que mandaba tropas a la derecha de la línea, se dirigió a
cumplir la orden saliéndose de las filas, en el momento en que su caballo se
asustó y emprendió el galope. Esta acción la tomaron los realistas como una
provocación y empezaron a disparar, propiciando un intenso tiroteo que duro
poco, ya que el hijo de Allende fue protegido por las tropas de Arias, y se
regresó sano y salvo al lado de su papá.
Por
su parte, Calleja dispuso que las tropas realistas formaran en tres columnas de
ataque: una de caballería, bajo el mando del Coronel Miguel Emparan, para que
atacara la izquierda del enemigo, con el objetivo de flanquearla y llegar hasta
las reservas; otra columna mixta, caballería e infantería, apoyada con cuatro
cañones, bajo el mando del Coronel Manuel de Flon, que tenía como objetivo
vadear el río para atacar a la división insurgente, que apoyaba el costado
derecho de la gran batería; la tercera columna, de infantería, bajo el mando
del Coronel José María Jalón, debía atacar el centro del enemigo, y el propio
Calleja quedó como Comandante de la Reserva, para acudir al apoyo de las tropas
que lo requirieran.
Hidalgo,
Allende y Aldama, así como un grupo de jefes insurgentes que los acompañaban,
permanecieron algunas horas contemplando el desastre. Por su parte, los
realistas, después del triunfo, hicieron alto y no dio un solo paso el resto
del día, quizá por el gran esfuerzo realizado para lograr un triunfo, que
parecía casi imposible.
Las
tropas realistas permanecieron en Puente de Calderón, descansando toda la tarde
y la noche del 17 de enero; al día siguiente se desplazaron en jornadas cortas,
para evitar lastimar más a los heridos, y para llevar la artillería y los
carros de municiones, capturados a los insurgentes; primero llegaron a
Zapotlanejo y el 20 al pueblo de San Pedro, entrando a Guadalajara el 21 de
enero, siendo recibidos por los integrantes de la Real Audiencia de la ciudad y
los afectos a la causa realista.
Por
su parte, Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo, junto con 19 personas más, se
dirigieron rumbo al norte. El “Padre de la Patria” salió rumbo a
Aguascalientes, donde se reunió con Rafael Iriarte, para luego tomar rumbo a
Zacatecas. En la hacienda de Pabellón lo alcanzó Allende, el 25 de enero, en
donde el caudillo de San Miguel, junto con otros jefes, en una reunión a puerta
cerrada, depusieron a Hidalgo del mando político y militar, hecho que no se
hizo público, y el “Generalísimo”, en apariencia, conservaba el mando de las
tropas insurgentes.
El
infausto 21 de marzo, los caudillos rebeldes pasaron por el Aguaje de Acatita
de Baján, único en la comarca, y ahí eran esperados por las tropas de Elizondo.
Durante la aprehensión, la mayoría de los independentistas se entregaron sin
oponer resistencia, a excepción de Allende, quien disparó sobre el traidor
Elizondo, pero falló, y los realistas de inmediato, acribillaron el coche donde
viajaba el jefe insurgente, matando a Indalecio, hijo de Allende, e hiriendo al
General Joaquín Arias, quien falleció poco después.
Los
principales jefes arrestados fueron Hidalgo, Allende, Jiménez, Aldama y
Abasolo, quienes fueron trasladados a Chihuahua, ciudad a la que llegaron el 23
de abril, en donde fueron juzgados y sentenciados a muerte. Allende fue pasado
por las armas por la espalda como si fuera traidor, en la Plazuela de los
Ejercicios, el 26 de junio de 1811, junto con Mariano Jiménez, Juan Aldama y
Manuel Santamaría. Abasolo fue condenado a prisión perpetua en Cádiz, España,
donde murió en 1816. Por su parte, Hidalgo, en su carácter eclesiástico, se
tardó más en ser procesado; el 29 de julio fue degradado y condenado a ser
fusilado, lo cual se cumplió el 30 de julio de 1811. Las cabezas de los
caudillos, Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron trasladadas a la ciudad de
Guanajuato, en donde se pusieron en jaulas de fierro, una en cada esquina de la
Alhóndiga de Granaditas, permaneciendo ahí casi diez años, ya que fue en 1821,
que Anastasio Bustamante ordenó que fueran bajadas.
Batalla del Fuerte del Sombrero.
Este
lugar está ubicado en el actual estado de Jalisco a unos metros del estado de
Guanajuato. Era un cerro que pertenecía a la Hacienda de San Ignacio. Tiene dos
partes: la del sur es una meseta llamada Mesa de Serna y al norte es una
planicie que se eleva una figura de la que el cerro tomó su nombre.
Hacia
el sur, estaban las casas de los jefes, los jacales de los soldados, los
almacenes, talleres y el hospital, que estaban defendidos por su posición.
Pedro
Moreno se encontraba ahí junto con sus tropas defendiendo el lugar. El 24 de
junio de 1817 se reúne con Francisco Javier Mina (español que peleaba contra el
rey Fernando VII) junto con su fuerza expedicionaria para apoyar a las tropas
de Moreno.
Los
insurgentes defendieron el fuerte por dos semanas hasta que el 20 de agosto de
1817 los realistas ocuparon el Fuerte del Sombrero derrotando a Moreno y Mina,
quienes apenas si pudieron escapar.
Una
vez que los realistas tomaron el control del Fuerte, Pascual Liñán, quien
estaba al mando del ejército realista, ordenó que todos los prisioneros fueran
fusilados incluyendo a los heridos y enfermos que había en el hospital, no sin
antes mandar a los sentenciados a trabajar en la demolición del lugar.
Tras
continuar su lucha de Independencia Moreno y Mina llegaron a la Hacienda de la
Tlachiquera para descansar y reponer sus fuerzas, ya que contaban con el apoyo
de Don Manuel Herrera, dueño del lugar.
Sin
embargo, al saber que los realistas se encontraban cerca, partieron a la
Hacienda El Venadito, donde fueron emboscados por los realistas, sin tiempo de
reaccionar, Moreno murió en el lugar y Mina fue fusilado el 11 de Noviembre de
1817.
BATALLA DE
VALLADOLID.
La Batalla de
Valladolid fue una acción, que se dio durante la Guerra de Independencia, en la
cual tuvieron una importante participación las fuerzas insurgentes, bajo el
mando de José María Morelos y Pavón, que combatieron contra las tropas
realistas, dirigidas por el Brigadier Ciriaco del Llano y el Coronel Agustín de
Iturbide. Tuvo lugar los días 23 y 24 de diciembre de 1813, en una localidad
muy cercana a la ciudad de Valladolid (hoy Morelia), llamada Lomas de Santa
María. Las tropas de Morelos se componían aproximadamente de 5,600 hombres,
quienes atacaron Valladolid, al medio día del 23 de diciembre de 1813, apoyados
por las fuerzas de Hermenegildo Galeana, Nicolás Bravo y Mariano Matamoros. En
la mañana de ese día, Morelos envió un ultimátum al comandante de la plaza, el
Coronel Domingo Landázuri, para que entregara la plaza, con la promesa de
respetar su vida y la de los defensores realistas. Pero Landázuri comenzó a
fortificar la ciudad y a esperar refuerzos por parte del Virrey Félix María
Calleja, a fin de defender la plaza. Después de un violento enfrentamiento,
finalmente la ciudad no pudo ser tomada por los insurgentes, iniciando así una
etapa de decadencia en la prestigiosa trayectoria militar de Morelos, ya que lo
seguiría una cadena de derrotas, hasta culminar con el fusilamiento del “Siervo
de Nación”, sin que por ello se deje de reconocer la gran labor que tuvo como
organizador dentro de la insurgencia.
Batalla de
Valladolid
Una vez
establecido y organizado el Congreso de Chilpancingo, Morelos decidió realizar
una nueva campaña, que en principio no tenía bien definida y, ninguno de sus
colaboradores más cercanos sabían a ciencia cierta, pues no les había
comunicado con claridad el fin de la misma, por lo que, algunos autores, dicen
que el objetivo de tomar la ciudad de Valladolid podría ser, porque era su
lugar natal o porque el punto era más importante que Chilpancingo, y ahí quería
establecer el Congreso. Quizá era también, porque durante toda la época
colonial, el camino México-Valladolid fue de gran importancia para las
diligencias, así como lo fueron Veracruz-México, Acapulco– México,
México-Guatemala, México-Chihuahua, México-San Luis Potosí y
México-Guadalajara. Es así que, un día antes de salir de Chilpancingo, Morelos
dio la orden a Bravo y a Matamoros, de que marchasen con sus tropas que tenían
en las provincias de Veracruz y de Puebla. Éstas eran las mejores con las que
contaba la causa insurgente. Posteriormente, ordenó a Miguel y a Víctor Bravo,
que con más de 1,000 hombres dieran seguridad al Congreso.
La Batalla de
Valladolid forma parte de la Cuarta Campaña de Morelos; es breve, pues concluye
con la derrota que se inflige nuevamente a las fuerzas insurgentes de Morelos,
en Puruarán, en donde perderá a uno de sus más valiosos hombres, como fue
Mariano Matamoros, hecho prisionero por Ciriaco del Llano, quien en poco tiempo
le juzga y lo condena a ser fusilado, en febrero de 1814, con lo cual Morelos
exclamó ¡He perdido uno de mis brazos! Sin embargo, el “Siervo de la Nación”
continúa. A pesar de que las fuerzas insurgentes sufrieron esa dolorosa
derrota, no vuelven a tener un enfrentamiento de manera frontal con las fuerzas
realistas, consiguiendo con ello, que se aplique la táctica de guerra de
guerrillas, y que en todo caso, cada uno de los líderes luchara de manera
aislada, lo que trajo una anarquía dentro de las filas independentistas, de
fatales consecuencias, pues casi cuatro meses más tarde, Galeana fue muerto por
las fuerzas realistas, en Coyuca, con lo que nuevamente Morelos exclamó ¡Se
acabaron mis brazos ¡… ¡ Ya no soy nada!, Ante esto, Morelos logró casi
concluir su tarea de dar protección al Congreso, el cual promulgó en octubre,
la Constitución de Apatzingán, en 1814, llegando con esto a dar las bases
legales al movimiento independentista, que al igual que los hombres que
iniciaron la lucha, no la vieron culminar. Sin embargo, su legado como organizador
y como estratega militar, quedan para la posteridad y como lección para todos
los mexicanos.
Gesta
Heroica del Sitio de Cuautla
En la guerra de
independencia, existe un hecho de armas, que puso en alto el nombre de México a
nivel mundial, fue el llamado sitio de
Cuautla, en el año de 1812. El Ejército Realista, bajo el mando del General
Brigadier José María Calleja, el mejor general español en la Nueva España,
salió de la Ciudad de México, en persecución del Generalísimo José María
Morelos y Pavón, quien venía al mando de las tropas mexicanas insurgentes.
Morelos decidió esperar en Cuautla el ataque realista, a fin de desgastar al
enemigo. El 19 de febrero los españoles se lanzaron al asalto de la plaza de
Cuautla, en aquella época, un pueblo pequeño. Sin embargo, los insurgentes
habían realizado pequeños trabajos sobre el terreno, para impedir el avance de
los hispanos. Ambos contendientes lucharon ese día, sin que los españoles
pudieran apoderarse de la plaza; por lo tanto, Calleja inició el sitio de
Cuautla y, posteriormente, fue reforzado por la llegada de más realistas.
Durante 72 días, los insurgentes resistieron el asedio de la plaza, pero como
cada día era más difícil encontrar alimento para las tropas, Morelos decidió
romper el sitio. El 2 de mayo por la noche, los insurgentes lograron romper el
sitio impuesto por las fuerzas españolas, aunque los insurgentes perdieron la
artillería y se disgregaron, un aparente éxito de Calleja y los españoles, que
creyeron haber destruido al caudillo del sur. Morelos salió con un fuerte
núcleo de fuerzas, con las que reinició sus operaciones, y al cual se le
comenzaron a reunir los diversos contingentes independentistas. Esto consolidó
el prestigio de Morelos, como todo un genio militar y de la guerra.
Batalla del puerto de
piñones
Después de la captura de los caudillos insurgentes Miguel Hidalgo, Ignacio
Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez los iniciadores de la Independencia de
México en Acatita de Baján por las tropas del traidor Ignacio Elizondo la lucha
libertaria quedaban en manos de don Ignacio López Rayón, a quien Allende había
dejado en Saltillo, al mando de 2,000 soldados.
Rayón sabía que en Saltillo era presa fácil de Elizondo y tenía
conocimiento de que en la Hacienda de la Noria estaban las fuerzas del teniente
coronel José Manuel de Ochoa, así que decide salir de Saltillo con destino a
Zacatecas, el día 26 de marzo de 1811.
Al saber el jefe realista de la salida de Rayón, decide cortar su retirada,
para lo cual envía 100 hombres de refuerzo a la Hacienda de Patos, donde ya se
encontraban 300 hombres al mando del capitán Rivero, mientras que él va en
seguimiento de Rayón, dándole alcance en Agua Nueva, por lo que Rayón decide
hacerle frente en el punto conocido como Puerto Piñones.
Formadas sus tropas en buen orden al pie de varios cerros, apoyados por
artillería, Rayón esperó con decisión el ataque en la mañana del primero de
abril de 1811.
Los realistas eran más de ochocientos hombres, mientras que los insurgentes
llegaban a más de tres mil quinientos. La batalla duro seis horas, ahí fue
rudamente acometido, logrando los realistas desbaratar el ala derecha y
prácticamente llegar, siendo rechazado Ochoa también por el flanco izquierdo,
mientras que la caballería de los insurgentes cargaba con furia sobre los
realistas, a los que puso en franca desbandada, dejando el suelo cubierto de
muertos. Esa fue la memorable batalla de Puerto Piñones, al sur de Saltillo.
Batalla del valle del
maíz
(Versión poco conocida)
SAN LUIS POTOSI,
1811
Era una batalla más
en la guerra por la independencia, logro involucrar a figuras tan importantes
como Félix María Calleja -futuro virrey de la nueva España, el ingeniero Diego García
conde y el fraile Luis Herrera, además de que resulto una clara muestra de la
lucha que enfrentaban los rebeldes contra el gobierno virreinal.
La ciudad de san Luis
Potosí jugaba un papel importante en el comercio novohispano debido a que era
un punto de confluencia donde se efectuaban numerosos intercambios .el comandante
de las fuerzas realistas, Félix Callejas, era muy conocido en la región y tenía
un fuerte lazo con ella, había permanecido algunos años como jefe militar en la
zona al comandar la décima brigada de san Luis Potosí y el regimiento provincial
de dragones de San Luis.
La ciudad potosina
estuvo vinculada desde un principio con la lucha independentista y fue de la
primeras en enterarse del llamado a la insurrección hecho por hidalgo ,apenas
unos días después del levantamiento, Luis Herrera ,llego de la orden de san
juan de dios ,se unió a los insurgentes en Celaya y más tarde el cura de
dolores le dio la comisión de tomar la provincia de san Luis Potosí y ponerla a
favor de los rebeldes ,pero en el camino fue aprehendido y, en atención a su carácter
de religioso ,lo recluyeron en un convento de la región ,a pesar de ello ,la
noche del 10 de noviembre de 1810 la ciudad fue tomada por los insurgentes
,gracias en gran parte al también lego Juanino Juan de Villerías y al fraile
carmelita Gregorio de la Concepción, la casa de calleja fue saqueada durante la
revuelta, herrera fue liberado y continuo su lucha al lado de los sublevados.
El día 21 arribaron
los realistas y esa noche acamparon a pocos kilómetros del enemigo, dispuestos
a entrar en batalla a la mañana siguiente .su avanzada incluía al regimiento de
dragones de puebla ,un batallón de infantería de la corona y dos escuadrones de
dragones de San Luis, además de elementos de caballería, lanceros, granaderos y
un fuerte equipo de artillería .por su parte, los insurgentes contaban entre
sus fuerzas con cerca de dos mil elementos de caballería ,un cuerpo de infantería
con diversas armas y quince cañones.
Al permanecer los
escuadrones de los dragones de puebla fueron los primeros en atacar a los
rebeldes y les decomisaron algunos cañones .el batallón de la corona acometió
con sus proyectiles y se posesiono del campo principal, así como de parte de la
artillería, caballería y algunos prisioneros, los dragones de San Luis
embistieron con la caballería y se hicieron de armas.
Para los
insurgentes la batalla fue dura y la derrota desastrosa. Antes de concluir la
primera hora de ataque, huyeron precipitadamente dejando como saldo
cuatrocientos muertos, cerca de doscientos heridos y casi trescientos
prisioneros, además de abandonar una buena parte de la artillería. Muchos de
ellos escaparon por los caminos de tula y Matehuala.
Tras disponer que
los españoles que aún estaban prisioneros en el valle del maíz fueran
decapitados, herrera se dirigió junto con sus tropas restantes a la villa de
aguayo hoy ciudad victoria, en las provincias nuevo Santander, pretendían
unirse a los independentistas de aquella región y retomar la lucha con nuevas
fuerzas así termina el recuerdo de esta batalla en el valle del maíz.
(Versión contada)
Fue una acción militar de
la Guerra de Independencia de México,
efectuada el 8 de junio de 1817, en el
actual municipio de Ciudad
del Maíz, San
Luis Potosí. Los insurgentes comandados por el general Francisco
Xavier Mina y que escoltaban a miembros del
Congreso Mexicano derrotaron a las fuerzas realistas compuestas de 400 hombres
y comandadas por el capitán Villaseñor. Al término de la batalla, Mina se hizo
de muchas armas y caballos. Esta fue la primera batalla sostenida por Mina en
territorio mexicano.
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