A partir del surgimiento de elementos culturales como la agricultura
y la sedentarización, los cambios serían más rápidos y significativos, sobre
todo si consideramos que el periodo anterior se prolongó por más de 30 000
años. Esos procesos tuvieron lugar de manera simultánea en la Cuenca de México
y en el resto del área que más tarde formará Mesoamérica. Aunque sobre muchos
de estos procesos evolutivos en la Cuenca de México, durante el Preclásico
Temprano, la información es escasa, la situación es más clara si se complementa
con la de otras zonas del México antiguo, como las de los actuales estados de
Puebla y Morelos, o bien las regiones de la costa del Golfo y el Occidente de
México. En la cuenca, la información de este periodo procede principalmente de
Tlapacoya-Zohapilco, y más allá, de sitios como los de la región de Capacha en
Colima, el Opeño en Michoacán, Ajalpan en Puebla, Pánuco en Veracruz, Puerto
Marqués en Guerrero, y Tierras Largas y San José Mogote en Oaxaca.
García Moll, Roberto, “Preclásico Temprano y Medio (2500-400
a.C. Las primeras sociedades agrícolas”, Arqueología
Mexicana núm. 86, pp. 34-39.
• Roberto García Moll. Arqueólogo. Investigador de la Dirección de
Investigación y Conservación del Patrimonio Arqueológico, INAH. Presidente del
Consejo de Arqueología, INAH.
El
Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco
Pablo Escalante Gonzalbo
En el Colegio de la
Santa Cruz de Tlatelolco –de manera sistemática y prolongada, con un programa y
una biblioteca, con maestros formales y textos de estudio– se traducía la
tradición cristiana a los términos de la cultura indígena y viceversa.
Un árbol robusto de cuyas ramas brotan flores y cuentas de jade
aparece varias veces en los manuscritos pictográficos de la tradición
mesoamericana. A veces su tronco se rompe y deja salir un torrente de sangre,
perlada de chalchihuites; a veces sus raíces adoptan la forma de una cabeza de
lagarto. Se trata, en cualquier caso, del árbol antiguo que separa las partes
del mundo, sujeta el cielo, da principio al vigoroso flujo de fuerza sagrada
que sube y baja desde el subsuelo más profundo hasta el cielo más cálido y
elevado.
Imposible no pensar en tales imágenes al leer el canto náhuatl
colonial que describe a San Francisco de Asís como un quetzalauéuetl y un
tzinitzcanpúchotl: valioso ahuehuete y estimado pochote, del cual se dice que
fructifica en ricas flores y piedras preciosas. Este salmo en lengua náhuatl,
así como otros que figuran en la Psalmodia christiana, compuesta por fray
Bernardino de Sahagún, es el resultado de un estudio cuidadoso de los símbolos
y las metáforas de las tradiciones indígena y cristiana, y de una búsqueda de
las palabras que mejor podían llevar el texto latino a la lengua náhuatl y
viceversa.
Las investigaciones conducidas por Sahagún y un nutrido equipo
de latinistas indios, informantes, traductores y amanuenses, permitieron
rescatar numerosos relatos de la tradición indígena, como aquel según el cual
la diosa Coatlicue quedó preñada al colocarse plumas en el seno. Y el
conocimiento de tales historias y sus metáforas permitió que los textos de
evangelización tradujeran el relato cristiano a los términos conocidos por los
indígenas. El propio Sahagún optó por utilizar la metáfora de la pluma para
explicar el modo en que Jesús se alojaba en el vientre de María.
Esta tarea, audaz y compleja, de traducir la tradición cristiana
a los términos de la cultura indígena y viceversa, reposaba sobre la práctica
de un intenso diálogo entre frailes e indios, y presuponía la experiencia de
los indios en la lectura y el análisis de los textos latinos en los que se
guardaba la tradición clásica y cristiana. Ese diálogo y ese aprendizaje pueden
haber ocurrido, en muy pequeña escala, en algunos conventos y en el curso de
alguna relación amistosa, personal, entre frailes e indios, pero el único lugar
en el que ocurrieron de manera sistemática y prolongada, con un programa y una
biblioteca, con maestros formales y textos de estudio, fue en el imperial
Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, una institución que fue crucial en la
tarea de hacer traducibles ambos mundos.
Escalante Gonzalbo, Pablo, “El Colegio de Santa Cruz de
Tlatelolco”, Arqueología
Mexicana núm. 89, pp. 57-61.
• Pablo Escalante
Gonzalbo. Historiador. Profesor e investigador en la UNAM. Se dedica
preferentemente al estudio de la historia de la cultura de fines de la época
prehispánica y principios de la época colonial.
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