Leonardo López Luján
Lejos
de lo que pudiera suponerse, son contadas las imágenes conocidas de
Coyolxauhqui. Varían mucho entre sí en tamaño, materia prima y calidad. Algunas
representan a la diosa de cuerpo entero, otras lo hacen decapitada y otras más
figuran solamente su cabeza. Sin embargo, todas la plasman como una mujer
muerta, recién vencida por su inclemente hermano.
Hasta la fecha se han identificado con certeza seis imágenes
escultóricas de Coyolxauhqui. Cuatro de ellas plasman a la diosa de cuerpo
completo, están talladas en rocas volcánicas y tienen grandes dimensiones. Las
dos restantes, en cambio, figuran sólo la cabeza, son de piedras metamórficas y
poseen un tamaño menor.
Las
esculturas de cuerpo completo
Las excavaciones de Eduardo Matos Moctezuma revelaron que el
Templo Mayor de Tenochtitlan fue agrandado en 13 ocasiones (siete totales y
seis parciales) entre los siglos XIV y XVI, aunque no se descarta la
posibilidad de que la llamada etapa I encierre en su interior edificios aún más
antiguos. En los vestigios exhumados entre 1978 y 1982 es fácil constatar que,
cada vez que los mexicas emprendieron uno de dichos agrandamientos, emplearon
mejores materiales constructivos y aplicaron técnicas de edificación más
refinadas. Todo parece indicar, sin embargo, que siempre fueron cuidadosos en
repetir el mismo proyecto arquitectónico y el mismo programa iconográfico. Esto
significa que, pese a su crecimiento constante, el Templo Mayor nunca dejó de
materializar al mítico cerro donde fue muerta Coyolxauhqui, el Coatépec (“Cerro
de las Serpientes”), pues se reprodujeron formas, símbolos e imágenes de culto
en las sucesivas ampliaciones.
Lo anterior queda de manifiesto, por ejemplo, en la etapa IVa-1,
ampliación correspondiente al reinado de Motecuhzoma I (1440-1469 d.C.). Allí
fue descubierto un medio relieve de Coyolxauhqui que es mucho más modesto y
unos lustros anterior al espectacular monolito discoidal de la etapa IVb
descrito en los artículos precedentes. No obstante, la escultura de la etapa
IVa-1 ocupa la misma posición correlativa respecto al edificio, pues el cuerpo
inerte de la diosa también yace en posición horizontal al pie de la escalinata
de Huitzilopochtli. Esta imagen fue parcialmente explorada en marzo de 1978 por
el equipo del Departamento de Salvamento Arqueológico del INAH (García Cook y
Arana, 1978, pp. 55-57). Posteriormente, en 1987, cuando se trasladó el gran
monolito discoidal de Coyolxauhqui al nuevo museo de sitio, Francisco Hinojosa
y Leonardo López Luján acabaron de exhumar la modesta imagen, dos esculturas
más y dos ofrendas asociadas, todo ello en el contexto de la segunda temporada
de excavaciones del Proyecto Templo Mayor (Matos, 1991, pp. 26-27; López Luján,
1993, pp. 381-384, 400-403; López Austin y López Luján, 2009).
López Luján, Leonardo, “Las otras imágenes de Coyolxauhqui”, Arqueología Mexicana núm. 102, pp. 48-54.
• Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Université de
Paris X-Nanterre, investigador del Museo del Templo Mayor y profesor de la
Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, INAH.
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