UN JUEGO DE DOS MILENIOS DE ANTIGÜEDAD
Según las evidencias arqueológicas,
iconográficas y etnológicas, no existía un solo tipo de juego, sino varios, muy
distintos y probablemente antagónicos. Sin embargo,
la mayoría de estos juegos no tuvieron una historia o trayectoria tan larga y
rica como el tlachtli, o ulama, como se llama ahora. Este juego, que se practica
todavía en ciertos pueblos de Nayarit o de Sinaloa, tiene una antigüedad que
alcanza por lo menos los últimos siglos antes de nuestra era —o sea, el
Formativo Tardío—, y se supone que su origen podría encontrarse entre los
olmecas; el descubrimiento reciente de bolas de caucho en el cerro Manatí
indica que esta sustancia era ya conocida entonces.
El tlachtli tiene así una
existencia de más de dos milenios, a pesar de los cambios y acontecimientos que
constituyen la historia de México. Además, a través de los siglos, el juego de
pelota ha evolucionado y cambiado mucho, aunque siempre conservó un papel
primordial entre los distintos pueblos que lo practicaron o lo rechazaron. Con
más de mil doscientas canchas ahora registradas en Mesoamérica y en el sudoeste
de Estados Unidos, el juego de pelota, entre otros fenómenos, constituye un
rasgo cultural que permite caracterizar el mundo mesoamericano.
En la República Mexicana siguen vigentes todavía
varios juegos tradicionales cuyo origen prehispánico resulta muy probable.
Entre los varios ejemplos conocidos, la pelota mixteca y la pelota tarasca, que
se practican todavía en Oaxaca y Michoacán, son los casos más interesantes, sin
querer menospreciar otras tradiciones como la carrera tarahumara. La pelota
mixteca se juega entre dos equipos, en una cancha larga y estrecha: se golpea
con la mano una pelota pequeña y dura, del tamaño de una pelota de tenis; para
protegerse de los golpes, y para dar más fuerza, los jugadores usan unos
guantes muy pesados, de piel y madera, de unos tres o cuatro kilos. Aunque no
se conocen claras pruebas de la existencia del juego en tiempo de la conquista,
varias esculturas fechadas del Preclásico han sido halladas en excavaciones en
el sitio de Dainzú, en el valle de Oaxaca, que representan personajes vestidos
con protecciones corporales, guantes y máscaras, que han sido identificados
como jugadores de pelota mixteca. Pero hacen falta datos complementarios para
comprobar que el juego nunca estuvo bajo influencias europeas, ya que los españoles
conocían un juego que se parece mucho a la pelota mixteca.
Tomado de Eric Taladoire, “El juego de pelota
precolombino”, Arqueología Mexicana, núm. 9, pp. 6-15.
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