viernes, 4 de noviembre de 2016

El México prehispánico y los símbolos nacionales y ¿Vieron los mexicas al águila parada sobre el nopal?


Eduardo Matos Moctezuma
La piedra, el nopal, el águila y la serpiente forman la tetralogía que dio pie a la elaboración de nuestros símbolos patrios: la bandera y el escudo nacionales. Sin embargo, la historia de que están acompañados tiene antecedentes que se remontan, por un lado, al mundo prehispánico, y por el otro, a un proceso evolutivo que los llevó a pasar por diversas vicisitudes hasta transformarse en lo que hoy son.
Los protagonistas
Diversos investigadores se han dado a la tarea de estudiar los orígenes de esos símbolos y lo que representaban en el México antiguo. Interesante resulta el trabajo de José Corona Núñez (1992), para quien tanto la piedra como las tunas representan corazones. En este sentido, recordemos el relato que habla de cómo Cópil lucha en contra de Huitzilopochtli y es vencido para acto seguido ser sacrificado y su corazón arrojado en medio del lago, en donde cae sobre una piedra de la que crecerá el tunal que servirá de signo para la fundación de Tenochtitlan. Por su parte, el águila representa al cazador celeste, Huitzilopochtli, y en cuanto al binomio águila-serpiente, ve en ello la lucha diaria entre la noche y el día, la vida contra la muerte.
Entre los mexicas, el águila tiene una connotación solar y está relacionada con Huitzilopochtli. Así lo vemos desde el momento en que los mexicas salen de Aztlan guiados por este último y por eltlacatecólotl Tetzauhtéotl. He aquí el relato de Cristóbal del Castillo:
Porque los viene guiando el tlacatecólotl, que se transforma en águila y vuela frente a ellos, guiándolos. Así se lo comunicó a su servidor Huitzilópoch, que es el gobernante de los mecitin. Les dijo:
–Yo os iré guiando a donde vayáis, iré mostrándome como águila, os iré llamando hacia donde iréis, sólo idme viendo. Y cuando haya llegado a donde ya me parezca bueno, donde os asentaréis, allá me posaré, allá me veréis, ya no volaré. De modo que enseguida hagáis mi templo, mi casa, mi cama de paja donde estuve levantando el vuelo (Castillo, 1991).
De este relato y otros más que hablan de la fundación de Tenochtitlan queda claro cómo el águila se detiene sobre el tunal. Entre las esculturas mexicas que muestran lo anterior está el conocido Teocalli de la Guerra Sagrada, que representa un templo mexica con su escalinata de acceso a la parte superior, donde hay dos personajes: Huitzilopochtli y Moctezuma II, que hacen penitencia. En cuanto al águila, ésta se encuentra en la parte posterior del monumento parada sobre el nopal con tunas, que a su vez nace de la tierra representada por una figura con boca y dientes (Tlaltecuhtli, la tierra), en medio de un ambiente acuático. Como dato adicional quiero mencionar que del pico del ave surge lo que podría confundirse con una serpiente: el atl-tlachinolli o corriente doble que simboliza la guerra. Aunque existen varias figuras de águilas dentro de la escultórica mexica, pienso que ésta es la mejor representación de lo que venimos tratando.
En los primeros años de la Colonia el símbolo continuó en uso, como lo confirma la lámina 1 del Códice Mendoza, en la que se aprecia a la ciudad de Tenochtitlan dividida en cuatro cuadrantes y en medio, el águila parada sobre el nopal, que a su vez surge de una piedra. También puede verse en códices como el Durán y el Aubin, pintados por tlacuilos o pintores indígenas que utilizan el símbolo que representa la fundación de la ciudad de Tenochtitlan.
Matos Moctezuma, Eduardo, “El México prehispánico y los símbolos nacionales”, Arqueología Mexicana núm. 100, pp. 46-53.
 Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.

¿Vieron los mexicas al águila parada sobre el nopal?


Eduardo Matos Moctezuma
Quizá cuando fuimos a la escuela primaria o secundaria nuestra maestra nos explicó más o menos lo siguiente: “Cuando los mexicas llegaron en medio del lago de Texcoco vieron el águila parada sobre el nopal devorando una serpiente y en este lugar fundaron su ciudad de Tenochtitlan”. No mentía nuestra maestra, pues eso es lo que leemos en diversas crónicas del siglo XVI. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, como veremos a continuación. Tomemos como ejemplo de lo anterior a dos cronistas del siglo XVI: Fernando Alvarado Tezozómoc y el dominico fray Diego Durán. El primero nos dice acerca de la fundación de Tenochtitlan lo siguiente en su Crónica Mexicáyotl: “…estará nuestro poblado, México Tenochtitlan, el lugar en que grita el águila, se despliega y come, el lugar en que nada el pez, el lugar en que es desgarrada la serpiente, México Tenochtitlan, y acaecerán muchas cosas…” (Alvarado Tezozómoc, 1975, p. 65)
En el caso del segundo leemos en su Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme:

Ellos viendo que todo aquello no carecía de misterio pasaron adelante a buscar el pronóstico del águila, y andando de una parte a otra devisaron el tunal, y encima del el águila con las alas extendidas hacia los rayos del sol, tomando el calor del y el frescor de la mañana, y en las uñas tenía un pájaro muy galano de plumas preciadas y resplandecientes… (Durán, 1951, p. 40).

Ahora bien, es necesario añadir que, en el caso de Durán, en el atlas o códice que lleva
su nombre vemos dos láminas en las que se representa este momento: en una de ellas se ve al ave devorando a la serpiente y en la otra al águila desgarrando pájaros. En otras imágenes en que se observa la escena de la fundación vemos al águila parada sobre el nopal
pero sin nada en el pico, como ocurre, por ejemplo, en el Códice Mendoza (lám. 1).
Imagen similar la tenemos en una escultura mexica conocida como Teocalli de la Guerra Sagrada, en la que se ve un templo con su escalinata y varios glifos, pero en la parte posterior tenemos al águila sobre el nopal que brota de un personaje acostado en un medio lacustre, que bien pudiera ser la figura de Cópil o la de Tlaltecuhtli (la Tierra). Del pico del ave surge el atltlachinolli o símbolo de la guerra, de allí el nombre que le impuso a la pieza Alfonso Caso (Caso, 1927).
Pero volvamos a nuestra pregunta original: ¿realmente vieron los mexicas esta imagen para allí fundar Tenochtitlan? No fue así, la historia nos dice otra cosa. Resulta que al ser expulsados de Chapultepec los mexicas buscaron la protección del poderoso señor de Azcapotzalco, Tezozómoc, quien les asignó tierras en los límites de su territorio, en medio del lago de Texcoco, con la condición de que fueran sus tributarios y servidores. Al parecer esto ocurrió hacia 1325 d.C., según lo indican diversas fuentes históricas.
Lo anterior es buen ejemplo de la manera en que el mito y la realidad se entretejen. Sin embargo, ambas versiones son importantes: la histórica, porque es lo que aconteció realmente, y la mítica, porque es la respuesta que un pueblo da sobre determinados acontecimientos para legitimizar su presencia. Ejemplos en el mundo tenemos varios, pues los pueblos de la antigüedad siempre buscaron el tratar de tener presencia por medio de hechos fantásticos que los relacionaban con los dioses, como fue el caso de la fundación de Roma por Rómulo y Remo, amamantados por una loba, cosa esta última que nunca ocurrió.
La figura del águila parada sobre el tunal guarda un significado importante para el mexica. El ave representa al Sol (Huitzilopochtli), pues al igual que el astro, es el ave que vuela más alto. El hecho de estar parada sobre el tunal se vincula con el corazón de Cópil, sobrino de Huitzilopochtli,  que es vencido por éste y su corazón arrojado en medio del lago, de donde nacerá el nopal, por lo que tiene estrecha relación con la guerra, el sacrificio y el triunfo del numen (González, 1968). La imagen prevaleció a lo largo del tiempo para convertirse, finalmente, en el símbolo de una nación.
Matos Moctezuma, Eduardo, “¿Vieron los mexicas al águila parada sobre el nopal?”, Arqueología Mexicana núm. 114, pp. 88 – 89.
Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, inah. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del iNAH.

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