miércoles, 14 de diciembre de 2016

Nicayaju, Oaxaca

Verónica Pérez Rodríguez, Laura R. Stiver-Walsh El centro del señorío, yuhuitayu, de Teposcolula o Yucundaa se encontraba en el valle y cuenca del río de Teposcolula. Más allá del valle, el yuhuitayu se extendía a zonas cercanas como los valles de Lagunas y las tierras altas de Yucunama, al norte, y el valle de Nuñu y la cuenca de Nduayaco, al sur. El yuhuitayu estaba conformado por una serie de ñuu o comunidades sujeto y abarcó aproximadamente 482 km2, dentro de los cuales se han registrado 354 asentamientos del Posclásico. A partir del número, tamaño y densidad de restos arqueológicos, se cree que tuvo una población máxima de 61 761 personas. La ciudad capital de Teposcolula o Yucundaa se distingue por su tamaño (239 ha), arquitectura y población. El ñuu de San Juan tuvo una ocupación residencial que se extendía por varios cerros y cañadas, principalmente Diquino y Nicayuju. En estos cerros hay restos de casas, terrazas y pozos troncocónicos del Posclásico. En la cima de cada cerro hay restos de montículos y plataformas que posiblemente fueron las residencias de la nobleza local o edificios cívico-ceremoniales locales. Por su tamaño y población, Diquino fue la capital local. Aunque Yucundaa fungió como ciudad capital, algunos ñuu tuvieron cierto grado de autonomía ritual y cívica. Sus líderes locales gozaron de autoridad y en sus capitales locales los habitantes pudieron participar en actividades cívico-ceremoniales. El cerro de Nicayuju tiene un aspecto escalonado debido a la construcción de terrazas. La evidencia de actividad residencial prehispánica se extiende además a otras lomas, las que presentan un patrón similar al de Nicayuju; las construcciones mayores en las cimas y las laderas están completamente escalonadas por terrazas que sirvieron como zonas residenciales, rampas de acceso y posibles espacios de cultivo y de actividad pública. Aunque el ñuu sin duda estuvo conformado por los habitantes de todas las lomas antes mencionadas, las excavaciones realizadas por Verónica Pérez Rodríguez se enfocaron en el cerro Nicayuju, por presentar un mejor estado de conservación. En las laderas norte, noreste y este las terrazas están casi intactas y miden hasta 150 m de largo y 8-12 m de ancho. En las terrazas más amplias se localizaron complejos domésticos que ocupaban el ancho total de las terrazas. Se encontraron también una serie de terrazas angostas (2-6 m de ancho) que permitían subir al cerro o llegar a zonas cívico-ceremoniales o residenciales de la clase noble. Se cree que estas terrazas angostas no sólo servían como rampas de acceso sino también como posibles áreas de cultivo y como contrafuertes para estabilizar las terrazas superiores. En Nicayuju se excavaron dos unidades domésticas del Posclásico localizadas sobre terrazas residenciales, a mitad de las laderas este y noreste. Ambas casas tuvieron patios centrales recubiertos de estuco, definidos por los cuatro lados por cuartos rectangulares de endeque (nombre local para la piedra calcárea), con pisos de estuco y fogones cuadrados alineados con piedra volcánica. El acceso a los cuartos era por el patio y la mayoría de los pisos de estuco mostraban restos de pigmento rojo. En cada casa se encontró un temazcal, constituido por un pequeño cuarto con un piso de estuco con declive o canales de drenaje, y al lado un pequeño cajón relleno de cenizas y piedra volcánica quemada y cuarteada. Las casas fueron construidas en fases, a lo largo de los años, según las posibilidades o necesidades de sus habitantes. Pérez Rodríguez, Verónica, y Laura R. Stiver-Walsh, “Nicayaju, Oaxaca”, Arqueología Mexicana núm. 90, pp. 40-41. • Verónica Pérez Rodríguez. Doctora en antropología por la Universidad de Georgia. Profesora en antropología en la Universidad del Norte de Arizona. Investiga la agricultura, terrazas y el paisaje prehispánico, histórico y contemporáneo de la Mixteca Alta. • Laura R. Stiver-Walsh. Doctora en antropología por la Universidad de Vanderbilt. Investigadora independiente que reside en Nashville, E.U.A. Ha trabajado en la región maya y en la Mixteca Alta, en especial el valle de Teposcolula.

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