miércoles, 14 de diciembre de 2016

El Altiplano Central maya, Kaminaljuyú y sus vecinos

Bárbara Arroyo En Guatemala, el Altiplano Central maya se caracteriza por tierras fértiles, abundante agua en la forma de manantiales y ríos que corren por los profundos barrancos que rodean el valle. Se han registrado cerca de 28 sitios en la zona, entre ellos Kaminaljuyú, Naranjo y Santa Isabel, que comparten características como monumentos lisos, cerámica de estilo similar y ubicación cercana a cuerpos de agua. El Altiplano Central maya se ubica en el valle central de Guatemala. Se caracteriza por tierras fértiles, abundante agua en la forma de manantiales y ríos que corren por los profundos barrancos que rodean el valle. Esto favoreció en la antigüedad la preferencia para establecerse en este lugar. Edwin Shook fue uno de los arqueólogos pioneros en realizar recorridos y excavaciones en esa zona, e identificó 28 sitios en el valle y alrededores, entre ellos Kaminaljuyú, Naranjo y Santa Isabel. Desafortunadamente, debido al crecimiento urbano, sólo se tiene información de la historia de algunos de ellos. Sin embargo, todos tuvieron monumentos lisos, cerámica de estilo similar y se asentaron cerca de cuerpos de agua en el Preclásico. Naranjo El sitio de Naranjo se ubica a sólo tres kilómetros al norte de Kaminaljuyú (fig. 1), y su ocupación tuvo lugar entre 800 y 500 a.C. A pesar de la gran densidad de su población, no fue ocupado posteriormente, a excepción de alguna actividad ritual en el Clásico Tardío. Tal situación permitió investigarlo a fondo antes del desarrollo urbanístico moderno. Se demostró que el sitio fue un importante centro regional en el Preclásico Medio, también utilizado como lugar de peregrinaje. Asimismo, se estableció que contaba con tres montículos de hasta seis metros de altura y dos plataformas, una al norte y otra al sur, orientadas 21 grados al este del norte, y limitadas en su lado este, junto al montículo principal, por un cerro natural. Tal patrón es similar al de otros sitios de la época en Mesoamérica, como Chalcatzingo, Morelos, Teopantecuanitlán, Guerrero, y Las Bocas, Puebla. El espacio entre el cerro y los edificios forma una enorme plaza que tuvo tres filas de monumentos lisos con la misma alineación que los edificios. Además, se encontró al oeste de los edificios otra línea de monumentos (fig. 1). La tradición escultórica consistió en monumentos lisos de basalto. Las fechas de radiocarbono para la colocación de los monumentos en la plaza corresponde a 750 a.C. (fig. 2a). En las excavaciones en los alrededores del centro se identificaron las casas antiguas, aunque se observó que fueron ocupadas por corto tiempo. En el sector central del sitio, en la plataforma sur, se descubrieron grandes depósitos de figurillas diversas y cerámica de estilo olmeca (fig. 2b). La diversidad de figurillas indica vínculos con sitios de la costa del Pacífico como La Blanca y Salinas La Blanca, en San Marcos, y Chiapa de Corzo, en Chiapas. Otros ejemplos tienen estilos semejantes a los de figurillas encontradas en Tres Zapotes y Chalcatzingo y otras de ellas se parecen a las de Chalchuapa. Esto, junto a la falta de enterramientos y la conformación del sitio rodeado de barrancos y manantiales, ha llevado a sugerir una función como lugar de peregrinaje en el que se colocaban figurillas traídas desde sitios lejanos. Es posible que los monumentos lisos fueran erigidos en fechas específicas del calendario. Naranjo sufre un dramático abandono cerca de 500 a.C., y es justamente en ese momento cuando empieza el primer apogeo de Kaminaljuyú, a pocos kilómetros del lugar. Bárbara Arroyo. Arqueóloga por la Universidad de San Carlos y doctora en antropología por la Vanderbilt University. Ha trabajado en la Costa del Pacífico de México, Guatemala y El Salvador y en el Altiplano Maya. Directora del Proyecto Kaminaljuyú, Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural de Guatemala. Arroyo, Bárbara, “El Altiplano Central maya, Kaminaljuyú y sus vecinos”, Arqueología Mexicana núm. 134, pp. 50-55.

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