martes, 3 de enero de 2017

Chactún, Tamchén y Lagunita. Primeras incursiones arqueológicas a una región ignota

Ivan Šprajc, Octavio Esparza Olguín, Arianna Campiani, Atasta Flores Esquivel, Aleš Marsetič, Joseph W. Ball Durante las temporadas 2013 y 2014 del proyecto “Reconocimiento arqueológico en el sureste del estado de Campeche” fueron descubiertos los vestigios de tres extensas ciudades mayas. El impresionante tamaño de los edificios y los monumentos esculpidos, algunos con inscripciones jeroglíficas bien conservadas, revelan que se trata de importantes centros políticos del Clásico. Hasta hace dos décadas había grandes lagunas en el mapa arqueológico del sureste de Campeche. Durante siete temporadas de reconocimiento arqueológico realizadas a partir de 1996 logramos reducirlas considerablemente. En el territorio al sur de la carretera federal núm. 186, que incluye el sector sur de la Reserva de la Biosfera de Calakmul, registramos casi 80 sitios, entre ellos varios centros urbanos con arquitectura monumental y monumentos esculpidos. Asimismo localizamos de nuevo sitios que habían sido olvidados, como Balakbal, Oxpemul y Uxul, reportados por las expediciones de la Carnegie Institution de Washington, dirigidas por Karl Ruppert en la década de 1930. En contraste con esta región, un vasto territorio que se extiende al norte de la carretera núm. 186, entre las provincias culturales de Río Bec y Chenes, permanece arqueológicamente desconocido. La información sobre algunos sitios que, según los datos publicados, se encuentran en esta área es tan deficiente que resulta imposible determinar su localización o identificarlos con cualquier sitio que eventualmente se descubra en campo. Con el objetivo de enmendar la situación, en 2013 se iniciaron los trabajos de prospección en esa región. En temporadas anteriores, se interpretaron fotografías aéreas a gran escala, con lo que se detectaron numerosos sitios que posteriormente se verificaron en campo. La misma técnica fue empleada para el sector norte de la biosfera. Así, en 2013, nuestra primera meta fue verificar lo que parecía ser un sitio extenso, con varios edificios monumentales, a menos de 40 km al noroeste de Xpujil. Para llegar al sitio buscamos los antiguos caminos madereros, también visibles en las fotos aéreas. El camino que reabrimos debió ser abandonado hace décadas, a juzgar por la tupida vegetación secundaria que tuvimos que eliminar, para abrir paso a los vehículos que llevaban el equipo, el agua y las provisiones. Después de tres semanas de trabajo llegamos al sitio que posteriormente denominamos Chactún, en el cual trabajamos durante dos meses. Al continuar los trabajos de prospección en 2014, usamos un tramo del camino abierto el año pasado y, posteriormente, seguimos otro que conducía hacia el sur y que nos acercó a los sitios de Tamchén y Lagunita. Chactún Es el más grande de los tres sitios y está formado por tres complejos de arquitectura monumental, dispuestos sobre elevaciones naturales y que cubren más de 20 hectáreas. En el área circundante se encuentran diversas concentraciones de estructuras menores, pero la extensión total del antiguo asentamiento se desconoce. El Complejo Oeste, el más grande, consta de varias plazas y patios rodeados por templos piramidales y edificios alargados, evidentemente restos de palacios con funciones residenciales y administrativas. Más que su altura –la Estructura A-1, la más alta, alcanza los 20 m–, llaman la atención los volúmenes de los edificios palaciegos, con partes de sus muros expuestas. En el extremo sureste del conjunto se localiza un juego de pelota, del cual al parecer partía un sacbé hacia el Complejo Sureste, a poco más de 300 m de distancia. Al poniente del Complejo Oeste el terreno desciende a un extenso bajo, en cuya orilla se localiza, a poco más de 200 m del borde poniente del complejo, una hondonada de planta rectangular, cuyas dimensiones en direcciones norte-sur y este-oeste son de unos 220 m y 170 m, respectivamente. Con excepción de la parte sureste y más baja, donde se ubica una aguada, la hondonada está cubierta por un tintal; además de que el árbol comúnmente llamado “palo de tinte” (Haematoxylon campechianum) crece en áreas periódicamente inundadas, la forma de la hondonada y el material amontonado en sus orillas indican que se trata de un depósito de agua, similar a los que se encuentran en Calakmul, Becán, Ichkabal, Uxul y otros sitios. Los edificios principales del Complejo Sureste, entre los que destacan cuatro basamentos piramidales, rodean la plaza central, en cuyo extremo sur se encuentra, adosado a un par de pirámides, un juego de pelota. El Complejo Noreste es el más pequeño, y también cuenta con dos templos piramidales que circundan una plaza y alcanzan alturas de casi 20 m. Casi todos los monumentos esculpidos de Chactún se localizan en los complejos Oeste y Sureste. En total localizamos 20 estelas, de las cuales 9 contienen restos de imágenes o inscripciones, y 15 altares, 2 de ellos con evidencia de grabado. Particularmente interesante es la Estela 1, en la que se observan cartuchos jeroglíficos de estuco modelado y pintado en color rojo, lo que la convierte en un monumento excepcional. Afortunadamente, todavía se puede apreciar gran parte de la inscripción, con la fecha de cuenta larga 9.16.0.0.0, 2 ajaw 13 sek (5 de mayo de 751 d.C.). Al mencionar la erección de la estela, el texto se refiere a una “piedra roja” o “piedra grande” (chaktuun), término que nos inspiró para bautizar el sitio. Más adelante en el texto se hace referencia a un personaje, probablemente un gobernante local, de nombre Aj K’ihnich B’ahlam, relacionado con la erección del monolito. La Estela 12, que también contiene restos de un texto jeroglífico, se encuentra en el juego de pelota del Complejo Oeste. En realidad sólo encontramos el fragmento superior del monumento, que fue reutilizado en la esquina noroeste de la cancha, donde se colocó con su extremo superior hacia abajo. En la cara frontal está tallado el rostro de un individuo, asociado a la cabeza de una serpiente con las fauces abiertas, mientras que en el texto en los costados se registra, muy probablemente, el final del katún en 9.16.0.0.0 e incluye una referencia al ciclo de 819 días. La mención de dicho ciclo en una inscripción procedente del enclave entre las regiones Río Bec y Chenes es del todo sorprendente, ya que su área de distribución se encuentra en los extremos oriental y occidental del área maya, registrándose en asentamientos como Palenque, Pomoná, Yaxchilán, Copán o Quiriguá. Otros monumentos relevantes en Chactún, ambos en el Complejo Sureste, son las Estelas 14 y 18, donde se plasmaron las efigies de personajes ricamente ataviados, así como registros calendáricos que hacen alusión a la fecha 9.15.0.0.0, 4 ajaw 13 yax (18 de agosto de 731 d. C.). La Estela 14 estaba, curiosamente, asociada a elementos arquitectónicos, incluyendo un muro que tapó una parte de su cara frontal. Así como muchas otras, la Estela 18 fue reutilizada en algún momento después de su erección original; sus dos fragmentos se encontraron en la esquina suroeste de la cancha del juego de pelota del Complejo Sureste, mientras que fragmentos de otras estelas formaban parte de las esquinas noroeste y sureste. La cerámica de superficie indica una ocupación continua desde por lo menos el Preclásico Tardío hasta el Clásico Terminal o comienzos del Posclásico Temprano. Aparte de los porcentajes de los tipos cerámicos identificables, también los monumentos con fechas sugieren que el asentamiento alcanzó su apogeo durante el Clásico Tardío. Un hallazgo interesante lo representan los fragmentos de incensarios del tipo Chen Mul Modelado, encontrados en las inmediaciones de la Estela 1. Pertenecientes al Posclásico Tardío, estos tiestos constituyen casi la totalidad de la cerámica de esta época encontrada en el sitio. Aunque resulta evidente que, después del Clásico Terminal, la ocupación del asentamiento fue muy reducida u ocasional, parece significativo que la singular Estela 1 siguió siendo respetada y venerada aún muchos siglos después de su erección. Tamchén Más de 30 chultunes, concentrados en las dos plazas principales, constituyen tal vez la característica más llamativa del sitio, ubicado a 6 km al sureste de Chactún y más pequeño que este último. Algunos alcanzan profundidades inusitadas de hasta 13 m, a las que alude el nombre que escogimos para el sitio (“pozo profundo”, en maya yucateco). Aunque la cerámica recolectada en la superficie indica una ocupación continua desde el Preclásico Medio hasta el Clásico Terminal, en la muestra recolectada prevalecen los tipos del Preclásico y el Clásico Temprano. Llama la atención que en algunos chultunes fue encontrada únicamente cerámica del Preclásico Medio y Tardío. Entre los edificios monumentales que componen el núcleo del asentamiento, rodeando varias plazas, se destaca una acrópolis con un conjunto triádico en su parte superior; tanto la configuración triádica como la cerámica asociada permiten concluir que el sitio llegó a ser un centro relativamente importante en el Preclásico. Otro edificio prominente es la Estructura 1, un templo piramidal con un santuario superior parcialmente expuesto, que alcanza los 15 m de altura. En Tamchén también se encontraron monumentos esculpidos, aunque sólo la Estela 1, localizada en la plaza inmediatamente al sur de la Estructura 1, conservaba grabados, de los cuales sólo era legible un cartucho jeroglífico con la representación del día 3 ajaw, seguramente vinculado con alguna fecha de final de periodo. A un lado de la estela se encontró una punta de flecha unifacial, cuya forma y elaboración permiten saber que corrresponde al Posclásico y que, posiblemente, formaba parte de una ofrenda. Lagunita Este sitio, situado a casi 6 km al suroeste de Tamchén, es más grande que este último pero más pequeño que Chactún. Al descubrir una impresionante portada zoomorfa nos dimos cuenta de que se trataba del sitio que en los setenta del siglo pasado visitó el investigador norteamericano Eric von Euw, quien nunca publicó su hallazgo, pero cuyos bocetos de una parte de la portada y de algunos monumentos se encuentran en el Museo Peabody de la Universidad de Harvard. Gracias a que teníamos copias de esos dibujos, amablemente proporcionadas por el investigador austriaco Karl Herbert Mayer, pudimos identificar el sitio como Lagunita. El núcleo del sitio consta de tres grupos de arquitectura monumental, con diferentes características. El Grupo A, situado sobre una elevación natural, es el más grande y más complejo. Sus edificios delimitan dos plazas contiguas, la primera enmarcada por voluminosos edificios alargados y la otra, inmediatamente al poniente, caracterizada por estructuras diferentes y orientada con su frente principal hacia el poniente, dirección en la que mira la imponente fachada zoomorfa. A unos metros al noroeste se encuentra un juego de pelota. El Grupo B, en la planicie al sur del Grupo A, se caracteriza por estructuras alargadas cuya diferencia de altura y orientación confieren a la plaza una forma irregular y sugieren diferentes etapas constructivas. El Grupo C, dispuesto arriba de una loma a un centenar de metros al oriente del Grupo A, es el que tiene el menor número de estructuras y cuenta con una plaza delimitada por un edificio alargado en su costado poniente, un montículo menor en el lado sur y otra pequeña plaza elevada hacia el norte, sobre cuyo lado norte se erige la única pirámide del asentamiento, que alcanza los 13 m de altura sobre el nivel de la plaza. El rasgo arquitectónico más sobresaliente del sitio es, sin duda, la fachada zoomorfa en la orilla poniente del Grupo A: se trata de una portada “integral” que representa las fauces abiertas del monstruo de la tierra, acompañado por una cascada de mascarones laterales de perfil. La parte superior del monstruo ya no se encuentra in situ, debido al colapso del dintel de la puerta, pero los demás elementos iconográficos se pueden apreciar casi por completo, incluyendo los colmillos que sobresalen de las encías redondeadas a ambos lados de la puerta y los ojos globulares enmarcados por los párpados cubre-cejas flamígeros, todo en un sabio juego de luces y sombras obtenido gracias a las diferentes profundidades de los elementos decorativos. Arriba del ojo, en la parte meridional (derecha) de la portada, puede aún apreciarse un dintel de madera; otro más se conserva en los cuartos abovedados en la parte oriente del edificio que sustenta la portada zoomorfa. Asociados a los tres grupos hallamos 12 altares y 10 estelas, entre las que sobresale la Estela 2, colocada inmediatamente al sur del Grupo A. En su cara frontal se observa un texto jeroglífico con la fecha 9.14.0.0.0, 6 ajaw 13 muwaan (1 de diciembre de 711 d.C.), que hace referencia al grabado de la estela. El nombre del gobernante que mandó erigir el monolito está borrado, pero el texto conservado menciona que se trata de un señor de 4 katunes, indicando que para ese momento transitaba alrededor de su séptima década de vida. Igualmente interesante es el Altar 1, localizado al centro de la plaza principal del Grupo B: es una piedra de forma rectangular en cuyos cuatro costados están grabados los glifos ajaw con diferentes coeficientes. Debido a que los numerales decrecen en un factor de dos unidades, bien puede tratarse de una cuenta de katunes. Por sus características morfológicas destacan también los altares 2 y 3, ubicados en la plaza principal del Grupo B. Se trata de monumentos de planta circular con forma de clavo. Los monumentos esculpidos, sobre todo la fecha en la Estela 2, sugieren que el sitio vivió su auge en el Clásico Tardío, pero en la cerámica de superficie, que evidencia la ocupación desde el Preclásico Medio, están igualmente bien representados los tipos del Clásico Temprano. Algunos tiestos indican una ocupación esporádica u ocasional durante el Posclásico, entre los que cabe mencionar fragmentos de incensarios de los tipos Chen Mul Modelado y Cehac-Hunacti Compuesto. Ivan Šprajc. Arqueólogo, investigador del Centro de Investigaciones de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes (ZRC SAZU), Ljubljana, Eslovenia. Octavio Esparza Olguín. Arqueólogo y epigrafista. Estudiante de doctorado en la UNAM. Arianna Campiani. Arquitecta, doctora por la UNAM. Atasta Flores Esquivel. Arqueólogo, maestro por la UNAM. Aleš Marsetic. Geodesta, investigador titular del ZRC SAZU, Ljubljana, Eslovenia. Joseph W. Ball. Arqueólogo y especialista en la cerámica maya. Profesor emérito de la San Diego State University, EE.UU. Šprajc, Ivan, Octavio Esparza Olguín, Arianna Campiani, Atasta Flores Esquivel, Aleš Marsetič, Joseph W. Ball, “Chactún, Tamchén y Lagunita. Primeras incursiones arqueológicas a una región ignota”, Arqueología Mexicana núm. 13, pp. 20-25.

No hay comentarios:

Publicar un comentario